Viejos amigos

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Tras recordar a esa adorable chica, Gordon salió a pasear por ahi. Las calles de Massachusetts estaban, al fin, coloridas. A él le agradaba los climas fríos, aunque no le molestaba el calor. Disfrutaba de esos pequeños momentos.

La nostalgia poco a poco iba desapareciendo para volver a hacerse latente esa ambición silenciosa de Gordon. Volvió a pensar en el trabajo del doctor Kleiner y su tesis sobre los cristales ELW. Sonrió mientras caminaba a una pequeña plaza y se sentó en una banca con las manos en los bolsillos. Aún no encontraba la solución al problema que le causaba dolores de cabeza. Esa queja era sobre si eran estables o no. Pensó que sí, pues el proyecto de su mentor tenía esos, pero una anotación que le hizo Isaac le intrigaba. Sí, tesis estaba perfecta; bien argumentada, sus cálculos no tenían errores, pero no había tomado en cuenta la probabilidad de una cascada de resonancia. Nunca le preguntó que demonios era eso, pero, a juzgar por el nombre, hipotetisó que era un evento cuántico en el que el espacio tiempo entra en un bucle, fallando y colapsando. Claramente era imposible replicarlo en la realidad, pero gracias a la tecnología podría estudiar una simulación de una.

Aunque esa no era la única duda que Gordon tenía. No sabía la masa de los cristales, los cuales denominó como Arqué, terminó que se lo robó a los antiguos griegos, ¿Su masa era positiva? ¿Era un elemento ionico? Y lo más importante, ¿Qué elemento era? Gordon se lamentó de no compartir su tesis con su padre, pero estaba tan encantado con Ruby que lo olvidó completamente. Esperaba que sus dudas fueran resueltas cuando trabajase con un verdadero equipo científico. Aunque debía admitir que su padre sería de gran ayuda, él tenía dos doctorados en química que les eran de valer.

 Aunque debía admitir que su padre sería de gran ayuda, él tenía dos doctorados en química que les eran de valer

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-Un equipo científico de verdad... Un equipo... ¡Qué le tengo que avisar al doctor Kleiner! -Gordon había perdido un montón de tiempo en sus pensamientos y en ser introspectivo-, oh demonios, ¿Qué hora es?

Ahora Gordon corría por ver la hora. Eso no le pasaba muy a menudo, pero cuando le pasaba podían ser horas en las que se quedase en estado introspectivo. No había visto a sus amigos desde hace dos años y ni si quiera les había saludado. No sabía que decir o sentir. Decidió volver a su edificio a ver si estaba Barney. Llegó trotando, subió las escaleras rapidamente y jadeó fuertemente. Inspiró y exhaló como pudo y tocó la puerta. Escuchó un pequeño murmullo y se abrió la puerta.

-Ya no te daré más sa... -El muchacho se quedó sin aire- ¡Gordon! Pero, ¿Cómo?

-Te explicó luego -Suspiró Gordon-, pero, déjame pasar. Que al fin y al cabo el que arrendo este piso primero fui yo, anda.

-Lo sé, lo sé ¿Y tus cosas? -Gordon las sacó detrás de la escalera- ¡Ah, bueno pues! Entra.

Gordon pasó con su maleta y su chaqueta. Al entrar le sorprendió lo distinto que estaba.

-¡Barney, viejo! ¿Qué demonios pasó?

-¡Ja! Digamos que la loca por la limpieza que tengo por novia vive aquí ahora, bueno, vive aquí desde que te fuiste -Sonrió Barney-. Tranquilo, tu cuarto sigue igual. Ella duerme conmigo.

La historia del científico | Half Life |Where stories live. Discover now