Capítulo 32.

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Regresó a la habitación luego de ver a Bruno saliendo directo al bosque, no podía culpar al chico si quería perderse por unas horas o por más tiempo, todo lo que había tenido que sufrir era muy fuerte y habían pasado demasiadas cosas en muy poco t...

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Regresó a la habitación luego de ver a Bruno saliendo directo al bosque, no podía culpar al chico si quería perderse por unas horas o por más tiempo, todo lo que había tenido que sufrir era muy fuerte y habían pasado demasiadas cosas en muy poco tiempo y él aún era muy pequeño para todo lo que sucedía. Miró hacia uno de los balcones de las habitaciones y vio cómo Camila se abrazaba a sí misma mientras su mirada estaba perdida en el lugar donde Bruno había desaparecido.

Si él pudiese arreglar las cosas, lo haría sin dudarlo, le quitaría el dolor a Camila y le daría estabilidad emocional a Bruno, pero no podía, todo iba a mejorar algún día, pero sólo trabajándolo. Era lo único que podía hacer para ayudarlos.

Subió a su habitación decidido a dormir con su compañero, quizás hablar un rato antes de hacerlo, ni si quiera se había puesto a pensar en qué cosas podría hacer con Yuuki, pedirle ver una película no era una opción, quizás escuchar música o cenar algo... ahora que lo recordaba, ellos no habían tenido una cita formal que no resultara en algo doloroso para su compañero. Se detuvo en la puerta para poder observarlo, había visto que el sillón en la ventana de la habitación era su parte favorita, amaba verlo ahí, parecía disfrutar mientras pensaba, aunque, en parte, no quería que lo hiciera, no si sus pensamientos eran tristes o lo lastimaban.

— Regresaste... —dijo Yuuki, abrazándose a un cojín.

— Sí, regresé...

— ¿Podemos ir al lago?

— Podemos ir al fin del mundo si tú me lo pides.

•••

Caminaron desde la casa hasta el lago, tanto él como su compañero disfrutaban de cada paso que daban, era una sensación hermosa, llena de plenitud. Se veía así durante muchos años, más bien siglos, de la mano del hombre con el que compartiría toda su vida.

Para cuando llegaron al lago, pudo ver la delgada línea de sudor bajando por la frente de su compañero, sonrió, quizás aún le costaba seguirle el paso, pero eso cambiaría, cambiaría cuando Yuuki comenzara con su entrenamiento, quizás no para el escuadrón o no lo sabía, pero sí para poder protegerse a sí mismo, él iba a hacer todo lo posible para estar ahí para cuidarlo, pero no podía estarlo todo el tiempo. Se sentaron en el pasto, recargados contra los fuertes y gruesos robles, las raíces debajo de ellos, sobresaliendo de la tierra y cubiertas con poco pasto, el lago estaba frente a él, era una vista hermosa, a esas horas la luna reflejaba en el agua.

De hecho, esa había sido la razón por la que su sobrina se llamaba de esa manera, porque era hermosa y era parte de ellos, tan profunda y tan importante.

Se permitió recostarse, dejando que Yuuki descansara contra su cuerpo, una sensación extraña se apoderó de su cuerpo momentos después, escuchó un fuerte aullido, aquel pertenecía a Arthur, se enderezó, sintiendo a su compañero poniéndose rígido en su regazo.

Con los ojos del alma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora