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Abrí la puerta de casa queriendo llegar cuanto antes a mi habitación, desafortunadamente unos brazos a mi alrededor me lo impidieron. Deseé que mi vista no estuviera tan nublada por las lágrimas. Me quedé allí en silencio permitiendo que los brazos que me envolvían me abrazaran con fuerza. Minutos más tarde me encontraba siendo llevaba al sillón donde no pude aguantar más. Me aferré al cuerpo de mi madre con fuerza, dejando salir todo lo que estaba sintiendo.

–Nos tenías tan preocupados–habló de forma baja y suave mientras acariciaba mi cabello–Te fuiste sin decir nada y mira cómo regresaste. ¿Qué tienes cielo?. ¿Pasó algo malo?.

Negué sacudiendo mi cabeza no estaba segura de poder formular alguna respuesta todavía.

–¿Por favor dime que tienes?–dijo ella con su voz sonando casi desesperada–¿Por qué lloras?

Me mantuve en silencio durante unos minutos tratando de calmarme un poco pero no estaba funcionando. En mi cabeza se repetía una y otra vez las imágenes de Camila besando a su amigo. ¿Realmente habían sido solo amigos?. Las dudas de todo lo que había vivido junto a ella comenzaron a llegar. Quizá solo había estado buscando algo de diversión y yo fui el juguete perfecto.

–Laur–llamó mi madre–Si todo esto es por tu novio...

Ahí decidí interrumpirla. No tenía caso seguir fingiendo. De hecho ya no importaba nada. Lo que me hacía feliz terminó abofeteándome en cuestión de segundos.

–No hay un maldito novio... –contesté apartándome de ella, sin medir mi lenguaje.

Mamá me miró con sorpresa y confusión, tal vez por maldecir frente a ella o simplemente por mi respuesta tan directa.

–¿Qué?–logró preguntar.

–Eso, que no hay un novio. Nunca lo hubo–contesté, mi voz haciéndose más pequeña conforme hablaba.

–Pero tú dijiste que...

–Sé lo que dije–la interrumpí de nuevo–No era cierto.

Mis ojos comenzaron a arder. Hice un esfuerzo por evitar que mis lágrimas se escaparan otra vez pero fue inútil. Descendieron por mis mejillas frente a la atenta mirada de mi madre. Como una niña pequeña que se acababa de caer busqué consuelo en sus brazos.

–Laur dime qué es lo que te pasa para poder ayudar. No me gusta que estés así.

–No puedes ayudarme–negué.

–Dímelo y yo decidiré si puedo o no–insistió.

Tomando una profunda respiración me separé de ella para que de esta manera pudiera ver su rostro, el cual lucía una expresión de preocupación.

–Me enamoré de una chica, ¿bien?–confesé–¿Eso es lo que querías escuchar?–pregunté mientras apartaba la mirada.

No necesitaba ver la decepción cruzar por su rostro. Limpié un par de lágrimas para luego ser atrapada por unos brazos a mi alrededor, lo que me tomó totalmente por sorpresa. La calidez que desprendía el cuerpo de mi madre hizo que me relajara un poco mientras ella acariciaba suavemente mi cabello.

–Está bien cielo–su voz se escuchó algo distinta así que levanté mi cabeza para observarla, ahora ella estaba llorando–Todo está bien–dejó un beso en mi frente.

Lloramos juntas en silencio mientras los minutos pasaban, sinceramente no sé cuánto tiempo estuvimos así hasta que finalmente nos separamos. Tomó mi rostro entre sus manos limpiando con sus pulgares la humedad que había dejado mis lágrimas con su paso. Sonreí levemente al ver esa mirada que me dedicaba cuando era niña y creía que había hecho algo mal. Eso me tranquilizó.

Nervous (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora