La mejor vista.

167 14 4
                                    

3 años después

La espía rusa bajaba del quinjet que fue asignado para su misión, cargando una especie de mochila, su largo cabello pelirrojo estaba trenzado, dejando que algunos cabellos pequeños cayeran sutilmente por su rostro ocultando algunos moretones que ya casi desaparecían de su blanquecina piel.

Camino por el pasillo principal y en el camino se encontró a varios agentes, estos la saludaban con total respeto muy diferente a como la veían cuando recien llego. Estaba orgullosa de lo que había logrado en este tiempo. Siguió su camino a paso lento debido a que hace tres meses que se había ido a la misión y aunque no lo quisiera admitir tan pronto, SHIELD, ya era un hogar para ella, y extrañaba cada parte de la instalación.

De un pasillo a otro andaba la rusa, tomando el camino más largo hacia su habitación cuando de repente lo vio, Clint Barton venía hacia ella. Él caminaba a paso rápido hacia ella, sujetando con firmeza su respectiva mochila, el cabello del rubio cobrizo estaba ligeramente despeinado tal y como le gustaba a la rusa.

Ambos se detuvieron justo enfrente del otro, se miraron directo a los ojos sin decir nada. Así duraron un par de minutos, solo mirándose, analizando como para asegurarse que ambos estuvieran sanos y salvos. Clint fue el primero en romper aquel silencio que se había generado entre ambos, pero no era un silencio incómodo sino todo lo contrario.

—¿Como estuvo Taipei?—

Preguntó el arquero dejando la mochila en el suelo, sin apartar la mirada de la rusa.

—Lluviosa. ¿Como estuvo Manila?—

Cuestiono de vuelta la rusa con una media sonrisa en sus labios mirando a su compañero de misiones.

Los labios del arquero se curvaron en una sonrisa antes aquella respuesta, extrañaba tanto la voz de la rusa, que cualquier palabra que saliera de boca era simplemente mágica

—Fría..—

El arquero se limitó a contestar aun sin quitar esa sonrisa tan típica de él. La extraño cada maldito segundo durante su misión y quería decirle, pero las reglas de no fraternizar se lo impedían. Tendría que esperar a estar en un lugar más privado.

La mirada de la rusa se lo confirmaba, ella también poseía ese brillo en sus verdosos orbes, ese brillo que solo aparecía cuando ella lo miraba. Ella también lo extraño.

—Tas..—

La pelirroja le hizo una seña con la mano para que se callara y sin previo aviso lo tomó del brazo, apenas dándole tiempo para que este recogiera su mochila, llevándolo lo más rápido posible hacia su propia habitación, asegurándose que nadie los viera, Natasha abrió la puerta poniendo velozmente su contraseña, una vez abierta, lo hizo entrar primero para después entrar ella misma cerrando detrás.

Natasha y Clint no solo se dijeron con palabras cuánto se extrañaban, sino que lo demostraron con besos y caricias, entregándose el uno al otro en lo privado de la habitación de Nat. Ellos aún mantenían aquella relación que inició en aquella ciudad que a ambos les gustaba recordar en sus pláticas privadas, Budapest se había vuelto su secreto.

La rusa y el arquero cayeron rendidos en la cama de la maestra asesina, después de pasar un largo tiempo, haciendo el amor, porque eso era lo hacían, no solo era sexo era amor.

—Sé que ya lo dije muchas veces hoy pero te extrañe mucho, Tasha.—

Murmuró el arquero contra el oído ajeno, aprovechando que la rusa estaba abrazada a él.

—Y yo a ti, Clint. Algunas cosas de Tapei me hicieron acordarme de ti.. —

Contestó la rusa con una de sus maravillosas sonrisas, que por supuesto Clint adoraba.

What Happens In Budapest, Stays in BudapestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora