22. ¡Eres digno ahora!

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  Me estremecí al escuchar aquello y luego tendió una mano para que yo la tomara. No sabía que cosa iba a mostrarme, pero debía arriesgar un poco si quería saber qué significaba todo aquello. El niño me tomó la mano y mi mente se oscureció por completo.

  Todo rastro de luz había desaparecido, pero aún sostenía la mano helada de aquel fantasma que se había ofrecido a mostrarme todo lo malo que solían practicar en aquel lugar.

—Abre los ojos Elizabeth— el niño fantasma me susurró al oído y su voz hizo que mi vello se erizara. Abrí lentamente los ojos y observé la habitación que ya no estaba oscura, al contrario habían un montón de velas esparcidas por la habitación y me di cuenta que el círculo estaba rodeado de lo que parecía ser sal y me sobresalté al observar los niños que estaban a mi lado y observaban fijamente la pared como si estuvieran hechizados con aquella extraña pintura.

—¿Quiénes son?— pregunté con un hilo de voz.

—Son solo niños que usaban como prueba— me dijo mientras observaba a los niños que se encontraban a nuestro alrededor. Parecían esperar algo importante y me dio la impresión de que yo esperaba lo mismo que ellos y que probablemente nos esperaba el mismo destino.

  Observé que una persona encapuchada y con máscara de cuervo entró en la habitación llevando consigo un libro viejo con portada de cuero y pude notar que tenía un pentagrama de cinco puntas casi igual al que había encontrado en la biblioteca, en realidad me dio la impresión de que se trataba del mismo libro y que aquel ritual era solo un capítulo que Jeff y yo no habíamos leído.

Aquella persona entró en el círculo mientras sostenía una copa de madera que al parecer estaba llena de algún líquido importante. Le dio un sorbo y seguidamente humedeció uno de sus dedos y se acercó para dibujar algo en mi frente y aquello me aturdió de alguna manera extraña. Mis brazos pesaban y las personas se veían de una manera extraña y el cuervo en la pared parecía estar sonriendo de una manera siniestra.

—¿Qué me… sucede?— pregunté con un hilo de voz, pero el fantasma no respondió, así que me giré para mirarlo y noté que había desaparecido y ahora estaba otro niño al lado mío, pero no era cualquier niño, era Jeff Hardy con sus rizos pequeños igual que él y aquello me pareció tan confuso que empecé a observar los rostros de los demás niños en la habitación y poco a poco me di cuenta que eran mis amigos, la única diferencia es que eran niños y parecían mirar con asombro a aquella figura pintada en la pared.

  Jeff tomó la copa y se la llevó a los labios y dio un gran sorbo de ésta y luego se la dio a Leila. No podía entender cómo era que todos estaban ahí y con apariencia de niños. Era aterrador observar todo porque no solo eran Leila y Jeff, también estaba Tinny, Ryan y otra niña que no reconocí y todos estaban ansiosos de tomar de lo que había en aquella copa de madera que a simple vista parecía ser sangre porque los labios de los niños terminaban rojos después de beber.

—Tienes que beber, Elizabeth— murmuró el Jeff pequeño y noté que su nariz empezaba a sangrar y luego de esto empezaba a vomitar sangre.

—¿Jeff?— dije con un hilo de voz, pero ahora no sólo Jeff vomitaba sangre, los demás niños también lo hacían y parecían estar muriendo por aquello que acababan de tomar. Intenté ayudar a Jeff que se encontraba a mi lado, pero no pude hacer nada, solo lo observé mientras caía al suelo y empezaba a retorcerse de una manera extraña, pero algo más llamó mi atención y fue que aquella pintura empezaba a romperse para dejar al descubierto a aquella figura de humo que parecía tener enormes garras.

Solté un fuerte grito cuando esa cosa arrastró al Jeff pequeño y se lo llevó a la oscuridad y luego se llevaba uno por uno a los niños que ya estaban muertos con sus ojos grises que miraban a la nada; la copa de madera estaba sobre el suelo y aquel líquido rojo empezó a manchar mis vaqueros y cuando levanté la mirada me di cuenta que era mi turno y solo pude observar como las garras de aquella cosa alcanzaba mi rostro y rasgaba sin tener siquiera un poco de compasión y de esta forma caí al suelo para que la sombra siniestra me llevara hasta la oscuridad.

Rushville ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora