32. TIC TAC

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Observé con tranquilidad mientras Leila bajaba enfurecida. Ryan había estacionado su auto fuera de la casa de Marina y ésta se encontraba sentada en el porche; tenía cubierta la herida que le había hecho la noche anterior y nos miró sin demostrar alguna expresión en su rostro hasta el instante en el que el puño de Leila golpeó su rostro.

—¡Leila, no!— gritó Ryan he hizo intento de correr a separarlas, pero se lo impedí. Quería ver la pelea, mi mente deseaba mucho desatar caos y sino lograba hacerlo disfrutaría la pelea de las chicas.

Ya se que no estaba bien hacer aquello, pero no podía evitarlo porque mi mente estaba yendo demasiado rápido y las ideas más perversas se presentaban en mi cabeza como un siniestro circo. Ryan y Jeff observaron como Leila golpeaba con mucha violencia a la pelirroja y mi mente solo viajaba con rapidez en los puños de Leila que ya estaban algo llenos de sangre.

—Creo que ya deberíamos detenerlas— murmuró Jeff y yo sólo me alejé del lugar rápidamente.

—¡Si vuelves a meterte con mis amigos, te mato!— gritó Leila y yo seguí caminando sin girarme a observar porque ya había perdido el interés en eso. Recordaba lo enfurecida que estaba Leila desde que le había contado lo que había pasado durante el baile, pude observar el feroz infierno reflejado en sus ojos permitiendo de esa forma que sus demonios salieran a la luz.

Mis pensamientos por otro lado, eran oscuros y malos. No dejaba de divagar en como hacerle daño a las personas y ese pensamiento empezaba a asustarme porque parecía ser que no lo controlaba y a esa altura no podía darme el lujo de que todos observaran el carrusel en llamas que se encontraba dentro de mi mente.

Llegué al bosque y rodeé la cabaña de Sebastián y me planteé observar de lejos. No me sentía como una acosadora, en realidad estaba ahí porque hacía mucho tiempo que no veía a Sebastián.

No esperaba lograr ver nada sospechoso en los primeros minutos, así que me sorprendió ver al señor McAllen y a otro sujeto que se me hacía muy familiar, salir de la cabaña de Sebastián. El señor McAllen llevaba algo bajo su brazo y parecía estar bastante tranquilo con la situación, el otro sujeto parecía prestar atención a todo alrededor; aquel hombre nunca me había parecido sospechoso, excepto por la vez que Dylan había mencionado que su padre recibía notas extrañas y se enfadaba con Dylan por eso. Era claro que tenía algo que ver, quizá no en las muertes, pero sabía más de lo que decía y eso ya decía bastante de él.

Lo fotografié sin que nadie me mirara y así poder investigar más a fondo. No me quedaría en paz hasta conseguir información de aquel sujeto.

Me giré para alejarme de ahí y en mi intento, tropecé con la señorita Dempsey.

—Elizabeth, que sorpresa— no parecía sorprendida en realidad. Su cabello iba recogido en una coleta y pude observar bastante rímel sobre sus pestañas— ¿Qué haces por acá?

—No creo que eso sea de su incumbencia— dije mientras sonreía. No me intimidaba en lo más mínimo y quería que lo supiera, ya que si había alguien a quien le temía en aquel pueblo, era a mi misma.

—Si sabes que puede presentar una queja ¿verdad?— se acercó más a mi y su sonrisa cambió un poco, parecía molesta.

—¿Y quién va a acusarme?— estaba segura que la expresión en mi rostro era de desquiciada y aunque quería controlarme, mis ganas de dejar salir mi oscuridad eran más fuertes— ¿Usted? No lo creo.

Me empujó con fuerza y yo apenas me moví. No parecía tener efecto en aquella versión oscura de Elizabeth y eso pareció desconcertarla y entonces fue mi turno, la tomé con fuerza del cuello y aunque era mucho más alta que yo, la golpeé contra un árbol que estaba ahí; podía ver en sus ojos el terror y yo sólo sonreía porque su expresión me parecía deliciosa.

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⏰ Última actualización: Jul 06, 2022 ⏰

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