17. El loco de la calle 45

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  Cerré el libro y suspiré. Estaba cansada, pero aún tenía que ver una película e ir a la cafetería Olsen con Jeff Hardy y no podía cancelar porque necesitaba tiempo para mí y para compartir con mis amigos.

—Relájate Johnson, ese libro no es el fin del mundo— me dijo Jeff mientras aparcaba fuera del cine— podemos volver otro día si quieres.

—No Jeff, quiero ver la película hoy, ya después leeremos lo que dice el libro— lo miré y sonreí, él me devolvió la sonrisa y nos apresuramos a salir del auto para entrar a ver la película.

—¿Y que película se supone que vamos a ver?— preguntó mientras cruzábamos la calle— estoy acostumbrado a los clásicos de Indiana Jones y El señor de los anillos.

—Esas películas son viejas y aburridas— agregué mientras nos acercábamos a la ventanilla para comprar los boletos.

—Eso es porque solo te gustan las películas cliché como bajo la misma estrella y esas cosas de gente que se enamora como loco.

  Guardé silencio por un segundo y luego sentí un extraño escalofrío que me recorría el cuerpo, como si algo estuviera a punto de suceder, pero no presté más atención porque no quería asustar a Jeff, ya que habíamos pasado por mucho y merecíamos aquella película, aunque me sentí un poco mal por no invitar a Ryan y Leila, ellos también merecían divertirse.

—¿Está todo bien?— preguntó Jeff mientras compraba las palomitas. Me miraba con interés esperando mi respuesta.

—Si por supuesto, es solo que me siento mal por no invitar a Leila y Ryan.

—De acuerdo ¿Qué te parece si vemos esta película sorpresa y el viernes por la noche invitamos a Leila y Ryan?— enarcó las cejas y sonrió.

—Es buena idea.

  Asintió y nos apresuramos a entrar porque la película estaba por comenzar y no quería perderme ni un solo anuncio.

  Nos sentamos en las filas de atrás y esperamos a que empezara la película. Me resultaba tranquilo estar ahí, ya que no recordaba la última vez que había ido al cine y me había imaginado yendo con Dylan más de una vez, pero aquello nunca se había hecho realidad y eso me dolía un poco, pero no de la manera que había imaginado, era un dolor extraño, ya que solo aparecía cuando recordaba el nombre de Dylan y casi nunca pensaba en él, así que estaba bien la mayoría del tiempo.

—¿Es enserio? ¿Piratas del caribe?— pregunté mientras comía palomitas.

—No creo que sea tan mala, es decir este tipo Johnny Depp hace un gran trabajo— afirmó Jeff y ambos nos reímos. Solo esperaba que aquello no resultara tan malo como se veía, ya que nunca me habían gustado las películas de piratas y si tenía muy claro que eran muy divertidas, pero yo prefería algo más de drama y porqué no, algo de romance.

  Cuando acabó la película, decidimos ir a caminar por el parque de Rushville. No habían muchas personas ahí, pero eso no era importante porque de esa forma resultaría más fácil hablar porque así eran las cosas con Jeff, podía hablar de lo que quisiera sin sentirme fuera de lo normal y esa era la parte que más me gustaba de todo eso.

—¿Recuerdas cuando nos escapábamos para venir a jugar videojuegos?— me preguntó mientras nos sentábamos en una banqueta del parque.

—Lo recuerdo— susurré— siempre gastabas mi dinero en lugar del tuyo.

—Oh si esa era la mejor parte— le di un golpe en el hombro y me reí, el sonido de nuestra risa invadía todo el lugar y le daba un toque diferente, todo resultaba más alegre— extraño esos tiempos Johnson. Extraño lo unidos que éramos todos, pero sobre todo extraño llegar a casa y encontrar a mamá y a papá mirando la televisión mientras se abrazan.

Rushville ©Where stories live. Discover now