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Seungjae podía entender que su hermana no era la niña más tranquila del mundo.

Solía escaparse de la cuna a sus apenas dos años e incluso rayaba las paredes de su habitación, pero no creía que fuera demasiado. O por lo menos no como para que él debiera cuidarla con detenimiento.

Comenzaba a aburrirse, ese era el problema. Heeyul estaba dormida aún y era una razón menos para necesitar que él estuviera ahí con ella. Entonces no entendía por qué su mamá le había pedido que se quedara en la habitación, con la puerta cerrada y solo.

A pesar de todo, no estaba muy preocupado; en realidad, solo confundido. Sus padres aún estaban hablando en la sala, pero no había nada más fuera de lo común.

O así fue durante los primeros quince minutos...

–¡No estoy mintiendo! –el grito de su mamá se escuchó incluso con la puerta cerrada y a pesar de estar a varios metros de distancia. Seungjae se exaltó, mirando fijamente hacia la cuna donde aún dormía Heeyul, totalmente ajena a lo que acababa de pasar.

–¡No grites! –le siguió la voz de Yoongi, y Seung solo pudo pensar en porqué su padre estaba alzando la voz cuando había pedido lo contrario.

El niño de apenas seis años parpadeó un par de veces, pensando en qué hacer, aún sentado en el piso rodeado de autos de juguete. ¿Debería salir a ver lo que pasaba... o sería mejor quedarse en la habitación?

Sintió un miedo repentino apoderarse de él, pero hizo lo que pudo para ignorarlo. Su madre había dicho que no pasaba nada malo y eso debía ser cierto. Comenzó a tararear la canción de su caricatura favorita, logrando tranquilizarse de a pocos y empezando a normalizar su pulso.

Se levantó con cuidado, casi con miedo de que lo escucharan de alguna forma, y empezó a dar algunos pasos hasta llegar frente a la puerta que lo separaba del pasillo. Seungjae tomó la perilla, y sin pensárselo dos veces, abrió la puerta; logrando escuchar las voces de sus padres con mayor claridad.

–Tu tampoco has sido el mejor, Yoongi –se quejaba Daebyul con voz acusadora–. Me dejaste sola en nuestro aniversario porque tenías demasiadas cosas por hacer en la empresa... Y también lo hiciste la vez que a Seungjae tuvo varicela –escuchó la voz de la fémina acusarle con ganas—. ¿Qué has hecho para compensarlo? ¡Nada! ¡NA-DA!

Seungjae avanzaba dando pequeños y cortos pasos por el pasillo que dirigía a la sala de estar, procurando ser lo suficientemente cuidadoso para que no lo descubrieran.

Se detuvo poco antes de llegar a la línea que separaba la sala del corredor, y casi sin darse cuenta, pegó su cuerpo a la pared, casi queriendo fundirse en ella igual que en las películas; sin embargo, aún se permitió asomar el rostro ligeramente, pudiendo divisar con algo de dificultad las expresiones de sus padres.

—¡¿Estas insinuando que soy un mal padre?! —la voz de Yoongi sonó más fuerte de lo normal, y aunque no era su intención; Seungjae no pudo evitar sentirse incómodo ante la idea de escuchar a su papá alzando la voz de esa forma. Le daba un poco de miedo...

—Tengo razón, y lo sabes —continuó Daebyul, y aunque el pequeño niño de seis años no lograba entender por completo la conversación, supo entender que aquel comentario no era nada bueno. Sobre todo, después de ver la forma en que Yoongi reaccionó.

—Basta, Dae —dijo el chico, aunque su tono era todo lo contrario a uno tranquilo. Tenía el rostro completamente sereno y casi imperturbable, pero era precisamente ese detalle el que delataba su gran enojo; además del ceño fruncido con fuerza.

—¡No, Yoongi! —se oyó una vez más como la chica gritaba sin poder evitarlo—. Soy yo quien siempre está para ti cuando lo necesitas, pero tú no estás aquí ni siquiera cuando uno de nuestros hijos está mal... ¡Estuve contigo cuando los doctores dijeron que no podrías volver a mover el brazo después de la caída en el incendio!

Dissociative ;; SUGA - BTSWhere stories live. Discover now