Capítulo 11: Miedo.

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—No respondo preguntas de mi vida con desconocidos, pecosa.

Se quedó en un silencio incómodo sin saber que decir.

Quizás si ella le daba algo él respondería su pregunta...

No, se dijo. No podía decir en voz alta la realidad de su vida, porque algo muy en el fondo de ella se negaba a creer completamente la muerte de sus padres. Es decir, ¿quién podría aceptar que sus padres murieron de esa manera?

Se sacudió esos pensamientos, sabía que si les daba rienda suelta, la arrastrarían más al fondo de su abismo de lo que ya se encontraba.

—No quise ser grosero, Hailey —Adler tomó su repentino silencio como incomodidad. Volteó a verlo y la miraba fijamente que la hizo muy consiente de ella misma—. No quiero que te ofendas, simplemente no me gusta hablar de eso.

Ella asintió, huyendo de su mirada.

—No te preocupes.

—Pero podemos hablar de otra cosa —su voz se volvió suave—. Por ejemplo, mi color favorito es el amarillo.

—¿El amarillo chillón? —Sonrió.

—Algo así, me gustaba mucho de niño usar ese crayón, siempre se me ha hecho un color tan vivo y brillante, que me gusta mucho.

—Mi color favorito es el purpura —señaló las uñas de sus manos que estaban de ese color precisamente—. Y no tengo ningún pensamiento profundo de por qué me gusta, solo lo hace y ya.

Como me empiezas a gustar tú.

—Cuando era pequeño solo me gustaba usar colores fuertes para pintar: el rojo, naranja, amarillo (obviamente), el azul y el café. Eran mis preferidos, hasta que un día mis colores desaparecieron —Hailey dedujo que había algo más profundo sobre los colores por la manera en que su mirada se perdió, pero no dijo nada—. A mi papá le gustaba el color café.

—Mi padre decía que su color favorito era el azul por los ojos de mi mamá —sonrió ante su recuerdo—. Ella se sonrojaba y llegaba a decir que era un romántico perdido, que vomitaba azúcar, pero él sabía que a ella le encantaba oír eso. Se miraban con tanto amor... —no pudo evitar que su voz se quebrara.

—¿Sabías que Bastean es el único amigo que he tenido? Bueno, a parte de Lanesse antes de que se convirtiera en mi novia —agradeció internamente al tatuado cuando él cambió de tema.

—¿Cómo conociste a tu novia? —Sintió una picazón que sabían que eran debido a los celos, pero los negó. Solo era curiosidad.

—Nos conocemos desde niños ya que ambos estuvimos en el mismo orfanato.

Orfanato. ¿Él había crecido en una casa hogar?

—Fuimos amigos y a los quince le pedí que fuera mi novia; es la única persona que me conoce perfectamente, sabe cuándo debe dejarme solo al igual que yo le conozco a ella.

—Ella es muy bonita —definitivamente la palabra bonita le quedaba corta. Pensó en los ojos verdes de la chica y de esas curvas espectaculares, ella era espectacular.

—Lo es —él sonrió—. Tanto por fuera como por dentro, es la mejor persona que he conocido hasta ahora.

Ojalá algún día ella encontrara a un chico que pensase eso de ella. Recargó su barbilla sobre su puño mientras le miraba.

—Tienes suerte de haber encontrado a alguien que te conozca muy profundamente... —escuchó a su vecina gritarle a su hijo—. Debes de amarla mucho.

Él se quedó en silencio, perdido en su mundo. Hailey pensó de nuevo en la historia de sus abuelos y en la de sus padres; la posibilidad de que ella viviera algo así se miraba tan lejana...

—La quiero —puso su atención en él—. Ella es una chica increíble... al igual que tú, pecosa.

Sonrió. Esa sería una linda mentira.


▬▬▬

El lunes, Hailey le mandó un mensaje a Adler que no pasara por ella, ya que había decidido faltar a clases. Y la principal razón es que ese día tendría la cita con su nuevo psicólogo.

Estaba aterrada. No se sentía lista para enfrentarse de nuevo a las charlas de "estarás bien, Hailey" o "el dolor terminará" porque todo era mentira.

La cita era a las 2:30 de la tarde. Desayunó y subió a su habitación a acostarse nuevamente. Precisamente, ese día, se sentía más triste que nada. Tenía muchísimas ganas de llorar y desaparecer. Se tomó su medicamento, esperando sentirse mejor.

Cuando la hora casi llegaba, se levantó de la cama y se puso un pantalón de mezclilla ajustado junto a una blusa blanca. Ese día el cielo estaba nublado, así que tomó un cárdigan de color rosa, que hacía combinación con sus tenis blancos.

Dejó sus rizos sueltos y solo se aplicó crema de peinar. Decidió solo ponerse rímel de pestañas, mirándose al espejo sintiéndose cero atractiva. Había días donde se sentía bonita, y otros, como ese, que se sentía horrible.

—¿Estás lista?

Asintió, negándose a decir alguna palabra ese día. Siguió a su abuela y se subió al auto en donde se encaminaron durante 30 minutos hasta que llegaron a un edificio sencillo, de tres pisos con ladrillos.

Se bajaron y caminaron y su abuela abrió la puerta. Frente a ellos se encontraba la recepción, donde su abuela se acercó a la señora que estaba ahí.

—Hola, buenas tardes. Tenemos una cita con el Doctor Denali.

—Segundo piso, esperan y su asistente las pasará.

Subieron por unas escaleras y entraron al segundo piso. Era color blanco, con cinco oficinas en total que estaban alrededor de la recepción con sillones alrededor; ella se sentó mientras su abuela hablaba con la asistente.

—Tenemos una cita con el Doctor Denali, a nombre de Hailey Campbell.

—Puedes pasar —le dijeron. Se levantó y avanzó, ignorando a todos y cuando abrió la puerta sintió la conmoción de ver al chico que la besó el día de su ataque de ansiedad sentado en uno de los sillones, esperándola.



Chan, chan, chan, chan. ¿Alguien creyó que no lo volveríamos a ver? ¡Espero que no se hayan olvidado de él! El próximo capítulo estará genial.

Bueno, conocemos un poco de Adler, no mucho, ese cabezón no quiso contar mucho sobre él, de verdad, escribía y escribía pero no me convencía sobre si querer contar ciertas cosas tan rápido. Al final no me dejó.

Nos leemos pronto, no había actualizado porque: 1) En cuatro meses termino la universidad y estoy haciendo las prácticas y agosto fue terrible, 2) Estuve saliendo estas vacaciones en fin de semana y no había tenido tiempo de tomar el computador y 3) ¡Hace un calor horrible!

Bueno, nos leemos pronto, besos xx.

Hailey, ¿Podrás salvarme?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora