Capítulo 11: Miedo.

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Capítulo 11.

Miedo.

"Sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario".

Estaban sentados en una banca que estaba afuera de la casa de Hailey. El sol estaba por esconderse y el cielo se transformó con colores naranjas y rojizos que lo hacían ver precioso.

—Esto es hermoso —susurró con su vista en el atardecer.

—Uno de los placeres de la vida es poder ver el amanecer y atardecer, entre otras cosas —Adler también admiraba el paisaje. Hailey le miró con fijeza, con mariposas asesinas remolineando en su estómago y en su espalda. Deseó poder tomar algo que matara a todos esos insectos que le hacían sentir cosas que no deseaba.

No, definitivamente no las deseaba.

—¿Puedes creer que haya personas que no pueden disfrutar de esto? —Se tensó cuando su mente pensó en él; en su familia, que no habían tenido ni idea que el primero de julio de hace cuatro años sería el día que le arrebatasen la vida impidiendo ver un nuevo amanecer.

Se preguntó si en el más allá su madre podría apreciar la belleza del paisaje.

—Lastimosamente, sí —volteó y vio como la luz del sol iluminaba el rostro de Adler. Tenía su atención puesta en el paisaje; los rayos del sol iluminaban su cabello negro y sus ojos, que por primera vez no se miraban negros, sino de un marrón tan oscuro que sin la luz estaban apagados, pero lo cierto era que sus ojos iluminados se miraban tan vivaces, tan tranquilos, tan... únicos.

—Una foto te dura más, pecosa —soltó una carcajada y posó su vista en ella y Hailey sintió como el tiempo se detuvo. Algunos mechones de su coleta se soltaron y con el aire se arremolinaron en su rostro.

Se sintió completamente congelada y pudo percibir como sus mejillas comenzaban a sonrojarse. Su mirada la tenía atrapada; podía ver su reflejo a través de ellos... y le gustaba. Le gustaba la manera en la que los ojos de Adler Ressler le miraban, y muy dentro de ella pensó que si algún día podría escoger en que mirada perderse, definitivamente sería la de él.

—Eres muy bonita, Hailey.

—Gracias —huyó de su vista porque se sintió aterrada de las sensaciones que la estaban embargando. Estas confundiendo todo, Hailey. ¡Tiene novia! —. ¿Por qué no me dijiste que el libro terminaba así?

—Porque quería que lo leyeras por ti misma —y así de rápido, la magia que había estado ahí se esfumó. Estaba mejor así, segura de los retorcidos pensamientos que la estaban embargando.

—No es justo, voy hacerte leer un libro que destroce tu vida, verás —amenazó—. Leerás y vivirás la historia más increíble de tu vida y cuando al final te deje destrozado nunca te olvidarás de mí.

—Eres malvada, pecosa. Más mala que todas las villanas de Disney.

Le irritó la burla en su voz.

—Quien ríe al último ríe mejor, Ressler.

—Eres tan infantil —abrió su boca, sorprendida—. Solo falta que me acuses con mi mamá, lástima que ni yo sé quién es.

Le miró. Sonreía, pero la sonrisa no llegaba a sus ojos y se preguntó si el hacer chistes crueles como esos era un medio de defensa para protegerse de algo o alguien.

—¿Por qué no conoces a tu mamá, Adler? —Su sonrisa se borró y volvió a mirar al frente. El cielo se había puesto de color purpura con los destellos naranjas del sol casi desapareciendo y anunciando que llegaría la oscuridad.

Hailey, ¿Podrás salvarme?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora