Capítulo 51 | Latidos

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Después de que Lexie consiguiera el número de la clínica en la que su prima Leslie se había realizado un aborto inducido hace poco más de un año, agendé una sesión de consejería en la que, según la persona con la que hablé por teléfono, se me proporcionaría más información sobre el proceso para interrumpir un embarazo.

La doctora a cargo me explicó que cada mujer tenía razones únicas y totalmente válidas para decidir hacerse un aborto, ya sea porque, como yo, no estaban preparadas para ser madres, porque estaban en una relación abusiva, porque el embarazo era producto de una violación, o simplemente porque no querían tener hijos.

A lo largo del proceso, Lexie me brindó su apoyo en silencio, sosteniendo mi mano en todo momento.

Me realizaron varias pruebas para asegurarse de que todo estuviese bien conmigo; desde análisis de sangre, de orina, e incluso un examen psicológico. Una de las pruebas más difíciles fue sin duda la del ultrasonido; necesitaban medir el tamaño del feto, confirmar la edad gestacional y detectar posibles anomalías congénitas.

Intenté ignorar las imágenes que aparecían en el monitor mientras me pasaban el transductor ultrasónico por el vientre, pero mi curiosidad fue más fuerte. Sobre todo, porque no esperaba escuchar los latidos del bebé. Tragué saliva antes de echar un vistazo. Y entonces, lo vi. Era pequeño. Muy pequeño. Sin embargo, a pesar de tener el mismo tamaño que una ciruela bien madura, resultaba exageradamente sencillo distinguir su forma; desde el suave contorno de su redondeada cabeza hasta los diminutos dedos de sus manos y sus pies.

—Es un poco más pequeño de lo que debería —comentó la doctora, sin dejar de estudiar el monitor.

—Y eso es... ¿malo?

—Para nada, no te preocupes. —Me ofreció una toallita de papel para que me limpiara el exceso de gel en el abdomen mientras realizaba un par de anotaciones en mi registro—. Bien, con esto terminamos las pruebas.

—¿Ya no hay más?

—Ya no hay más —ratificó la doctora Meredith, según el nombre que se leía en su gafete. Contuve la respiración, incapaz de decir algo más. La doctora sonrió—. ¿Te parece bien si regresamos con tu amiga?

Asentí débilmente con la cabeza, sin dejar de pensar en los diminutos deditos de las manos y los pies de mi bebé. Regresamos juntas al consultorio de la doctora, en donde Lexie se había quedado esperándonos.

—Antes de continuar —comenzó la doctora Meredith desde su lugar detrás del escritorio—, me gustaría saber si estás completamente segura de seguir adelante con el proceso. Esto más que nada lo digo porque, después de las pruebas, hay mujeres que se sienten un poco inseguras respecto a la decisión que están tomando.

Respiré hondo y me aferré a la mano que Lexie había vuelto a ofrecerme.

—Sí, estoy segura. Quiero seguir adelante con el proceso.

La doctora asintió, aceptando mi decisión.

—Muy bien —dijo, ajustándose los anteojos de montura dorada—. Entonces, dado al tamaño actual del feto y tomando en cuenta tus circunstancias, es necesario realizar un aborto inducido aquí en la clínica. Como ya te he explicado, se trata de un procedimiento en el que se utiliza una aspiración suave para retirar el embarazo del útero, que suele tomar entre cinco y diez minutos, y que además realizamos de manera segura y con el mayor cuidado posible. Antes del procedimiento, te pediremos que no comas ni bebas nada en un periodo de doce horas para para minimizar los riesgos asociados con la anestesia y garantizar un estómago vacío. También, se te administrarán medicamentos para preparar el cuello uterino, lo que hará que el procedimiento sea más cómodo.

Fingiendo Amor  © Nueva Versión +18 (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora