Capítulo 42 | Sólo el principio

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El jueves, después de clases, convoqué a todo el equipo de Guerreros Bicentenarios en el gimnasio del instituto para ensayar la rutina que realizaríamos el día de mañana durante el partido del viernes. Por lo general, nuestro tiempo en el campo era de dos a tres minutos, de modo que tratábamos de hacerlo lo más memorable posible. Durante la práctica, se me ocurrió hacer una lluvia de ideas para que los demás integrantes aportaran nuevos movimientos a la rutina, incluyendo saltos, volteretas, lanzamientos acrobáticos y algunas pirámides.

Al final, la rutina nos gustó tanto que estuvimos ensayándola por más de cuarenta minutos.

Cuando llegó la hora de tomarnos un descanso, Lisa y yo nos dirigimos juntas a las gradas para refrescarnos un poco con nuestras bebidas. Marisa nos siguió, ignorando por completo la mirada de desaprobación que Lexie le lanzó. Esperé a que hiciera algún comentario despectivo en mi contra, sin embargo, desde la actividad de orientación que hicimos en el campamento escolar, Lexie ya no se mostraba tan hostil. A veces todavía me rodaba los ojos y casi nunca estaba de acuerdo conmigo, pero al menos ya no nos insultábamos la una a la otra.

Me limpié el sudor del cuello con una toalla pequeña y le di otro trago a mi bebida isotónica.

—Estás embarazada —murmuró Lisa a mis espaldas.

Me giré hacia ella tan bruscamente que casi me disloqué el cuello en el proceso.

—¿Qué? —balbuceé, atragantándome sin poder evitarlo.

—Dije que Glenda está embarazada —repitió Lisa, dándome vigorosas palmaditas en la espalda. Hice una mueca de dolor y me aparté—. Escuché a Nina y a Lexie hablando sobre ello durante la clase de Biología.

—¿Otra vez estabas escuchando conversaciones ajenas a escondidas? —le preguntó Marisa con una sonrisa.

Lisa puso los ojos en blanco.

—No es mi culpa tener el sentido del oído extremadamente desarrollado.

—Sí, claro, lo que digas.

—¡Hablo en serio!

Me llevé una mano al pecho, donde mi corazón seguía latiendo a un ritmo de miedo.

—¿Glenda está embarazada? —murmuré, todavía sin poder creerlo.

—Sip —respondió Lisa, encogiéndose de hombros—. Por lo que escuché, parece ser que es de Josh.

—¡¿Josh?! —nos escandalizamos Marisa y yo.

—Lo sé, lo sé, es terrible. Mira que tener a esa basura del espacio como padre...

—Pobre criatura —coincidió Marisa, sacudiendo la cabeza.

Me pasé la toalla por la frente para limpiarme unas gotas de sudor con las manos temblorosas. La palabra «embarazo» me ponía los pelos de punta, sobre todo porque tenía varios días soñando que sostenía a un pequeño Hunter en mis brazos. A veces era apenas un recién nacido, mientras que otras veces se trataba de un niño de cuatro o cinco años. Esa mañana, por alguna razón, había soñado que sostenía a una preciosa niña de ojos verdes.

—De nosotras tres, ¿quién creen que se embarace primero? —preguntó Lisa, sentándose en las gradas.

—Dios, ¿por qué preguntas eso? —se ofendió Marisa.

—El otro día Trevor y yo estábamos hablando de los nombres que le pondremos a nuestros hijos —explicó al ver nuestras caras—. Él insiste en ponerle Anakin Skywalker si es un niño o Padme Amidala si es una niña.

—¿Es que tu novio sólo piensa en Star Wars?

—Sí, y no sabes lo mucho que eso me encanta.

—Pensé que odiabas Star Wars —dije, esbozando una sonrisa.

Fingiendo Amor  © Nueva Versión +18 (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora