Capítulo 49 | Noticia inesperada

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Desperté envuelta en una densa y misteriosa niebla, incapaz de ver más allá de unos cuantos metros. Hacía frío, mucho frío. La humedad que flotaba en el aire se filtraba a través de mi ropa y se pegaba a mi piel, haciéndome sentir incómoda. Intenté recordar cómo es que había llegado a ese extraño lugar, pero lo único que perduraba en mi mente era la imagen de un par de ojos grises que me miraban con una intensidad que me hacía temblar.

A pesar de mi confusión, me obligué a mover los pies para explorar el entorno. Caminé por lo que parecieron días y días, sin llegar nunca a ningún sitio. La niebla se aferraba a cada rincón, convirtiendo el espacio en un laberinto interminable. Cada vez que creía identificar una silueta en la distancia, la bruma se encargaba de devorarla.

Una parte de mí sabía lo que eso significaba.

Estaba muerta.

Tenía que estarlo, de lo contrario...

Ma Chérie.

Contuve el aliento al escuchar esa voz; un susurro apenas audible en medio de aquella espesa niebla.

—¿Grand-mére? —murmuré, con un nudo enrome en la garganta.

La niebla se desvaneció lentamente, revelando la figura de mi abuela a unos pasos de distancia. Se me llenaron los ojos de lágrimas y, sin pensarlo, me lancé corriendo hacia sus brazos, pero algo extraño sucedió en el trayecto. A medida que me acercaba a ella, mi cuerpo fue encogiéndose y encogiéndose hasta que, repentinamente, me vi transformada en la niña de ocho años que solía ser cuando mi abuela aún estaba viva.

Mi hermosa y dulce niña —susurró con ternura mientras me levantaba del suelo para envolverme en un cálido abrazo.

—Grand-mére —exclamé, aferrándome con todas mis fuerzas al familiar aroma que siempre había asociado con su presencia amorosa—. Te he extrañado tanto, Grand-mère. La vida sin ti es muy difícil.

Ma Chérie...

—Mis padres me odian, nunca me han querido —sollocé, hundiendo el rostro en su cuello—. ¿Por qué tuviste que dejarme? No lo entiendo, ¿por qué las personas que más quiero siempre terminan abandonándome?

Con cariño, apartó un mechón de cabello de mi rostro infantil y sonrió.

Ellie, mon amour, el vínculo que compartimos es eterno. Aunque yo ya no pueda estar físicamente a tu lado, mi amor por ti trasciende el tiempo y espacio. Las personas que te rodean pueden no comprender la magnitud de tu luz, pero eso no disminuye tu valía ni el amor que mereces. Eres fuerte, ma chérie, y has crecido para convertirte en una persona maravillosa.

Sus palabras aliviaron un poco mi corazón herido, pero la sensación de vacío se negó a desaparecer.

—Estoy tan sola, grand-mére. Siento que no pertenezco a ningún sitio.

Mi abuela acarició mi espalda con suavidad, brindándome ese confort que yo tanto necesitaba.

La soledad no es un castigo ni una sentencia permanente. Es más bien un pasaje, una fase que sirve para que descubramos las fortalezas que residen en nuestro interior. Puede que ahora todo parezca perdido, pero tienes un corazón resiliente, y la belleza que llevas dentro brilla intensamente, incluso en medio de la oscuridad. Te prometo que pronto encontrarás tu lugar en el mundo, así que por favor, no te des por vencida. Aún tienes muchos capítulos por escribir en tu vida.

La neblina que nos envolvía empezó disiparse, dejándonos a mi abuela y a mí en un hermoso prado soleado.

—Pero estoy tan cansada... —susurré, ahogándome con mis propias lágrimas—. Quiero quedarme aquí, contigo. Por favor, grand-mére, deja que me quede contigo. No me abandones otra vez —le roguéc.

Fingiendo Amor  © Nueva Versión +18 (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora