Capitulo ocho.

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Luego de otras de las reuniones de negocios, Marinette Dupain Cheng caminaba por las calles de París, a pesar del ambiente un tanto cálido estaba nublado y la brisa era fresca, eso la tranquilizaba un poco. Tenia sus emociones revueltas luego de lo que había sucedido el día anterior, demasiadas cosas que enfrentar.

Caminaba con lentitud mirando al suelo. El viento era cada vez más fuerte y los truenos resonaban en todo París, ¿a quien se le ocurriría salir con el tiempo tan espantoso? a ella sola tal vez, porque las calles estaban casi desiertas, solo paraban autos o a lo lejos veía a las personas correr para que la lluvia no los alcance.

De repente cayo una gota de agua en su cabeza, luego una y otra, y otra. El suelo húmedo, por la tormenta de anoche, lo cubría el agua nuevamente. Comenzó a correr hasta llegar a un techito de algún edificio, subió las escaleras de un lugar un poco descuidado y se quedo esperando a que parara la lluvia.

Estaba perdida en sus pensamientos, sintiéndose saturada. Tenia un remolino de emociones que no sabia explicar, nunca antes se había sentido tan débil.

- ¿Por qué nunca traes paraguas?. - le preguntó una voz masculina un tanto divertido, sancandola de sus pensamientos.

- ¿Por qué siempre tengo que encontrarte en la lluvia?.

- No lo sé, tal vez es nuestro destino. - respondió Adrien Agreste, mirando al rededor con una sonrisa en su rostro, seguido a esto dio un suspiro. - Realmente parece ser el destino, ¿coincidencia?

- ¿De que hablas?. - le pregunto Marinette desconcertada. Sus miradas azul y esmeralda se cruzaron.

- ¿No te das cuenta?. - giró sobre si mismo. - Aquí aceptaste ser mi amiga.

Marinette se quedó atónita, volvió a mirar el edifico con atención, era su vieja escuela, seguía casi igual, solo que algunas cosas habían cambiado.

- Aquí, te enamoraste de mi, ¿verdad?

Sus ojos estaban clavados en ella. Era como si hubieran vuelto a esa tarde de lluvia, donde sus ojos cual esmeraldas la hipnotizaron y la hicieron cautiva de él.
Ella con mirada enamorada y él entregando su paraguas con una sonrisa.

Otra vez podía sentir aquella conexión, aquella atracción que sintió la primera vez que lo vio. La tomó de la cintura y la apegó a él, quedando ambos bajo el paraguas. El rubio miraba embobado sus ojos, con sus pecas y sus labios color durazno. Y de repente, plantó sus labios en los de ella, besándola lentamente, de forma dulce y disfrutando de la suavidad que estos le proporcionaban.

Ella correspondió, poniendo ambas manos en sus mejillas. Se separaron por un momento y volviendo a mirarse , esta vez Marinette tomó la iniciativa, volviendo a unir sus bocas una vez más, como si el amor que alguna vez le tuvo nunca se hubiese ido y siguiera presente.

Al separarse se sonrieron ambos y aún con su brazo al rededor de su cintura se marcharon del lugar para irse al hotel. La azabache tenia su cabeza recostada en el hombro de su amado, como si fueran otra pareja de enamorados en el mundo.

- Que irónico, ¿no es así? - preguntó Adrien. - volvimos a ese lugar, un día de lluvia, tu sin paraguas y yo con uno. - rió. - Diablos, el corazón me late a mil por hora.

La azabache carcajeo.

- Si, es irónico. - contestó. - pero... se siente bien, ¿verdad?.
- Por supuesto que si.

Al llegar al hotel subieron al cuarto del rubio, Marinette estaba sentada en un sofá secando su cabello, mientras que Adrien estaba en el baño. El cuarto apenas era iluminado por los pocos rayos del sol que estaban opacados por las nubes grises, ya que la luz había sido cortada por la tormenta.

Agreste volvió con ella y se sentó en el sofá, riéndose por el cabello despeinado de Dupain. Esta lo miraba seria.

- Oh, vamos, aun te ves linda.

- Ya callate, maldito gato.

- Tu maldito gato, meow.

- Eres tan insoportable.

- Lo sé.

- ¿Cuándo vas a casarte?

- Pronto, ya esta todo organizado.

- ¿Crees que nosotros...?

- Solo un poco más, Marinette. Pero no pensemos en eso ahora, disfrutemos el momento, My lady.

Se supone que ella tenia que hacerle daño, pero ¿y ahora?, ¿ahora qué le pasaba?, tenía demasiadas cosas que aclarar. El corazón le latía sin parar y se sentía más viva que nunca.

Un gran estruendo la tomo por sorpresa, haciendo que se aferrara al oji-esmeralda, este no dejo que se soltara y la abrazaba con fuerza, como si quisiera que nunca se alejase de él. Levantó su mentón y comenzó a besarla despacio, y a medida en que pasaban los segundos, el beso se iba intensificando, expresando el deseo que sentían él uno por el otro.

Paro de besarla, bajo hacia su cuello depositando varios besos, causándole un escalofrío. Esta vez ninguno de los dos se detendrían, y dejarían que pase lo que tenia que pasar.

Bajo la manga del vestido floreado, luego la otra, ambos se levantaron y dejaron caer el vestido al suelo, dejando a la azabache solo en ropa interior. La cargó como cual princesa y la llevó hacia la cama, dejándose llevar.

* * *

Se despertó en la madrugada, la mujer de cabello azulado estaba durmiendo junto a él. Aún podía escuchar el ruido de la lluvia y de vez en cuando, un relámpago iluminaba la habitación.

Estaba abrazándola por detrás, ambos cubiertos por las cálidas frazadas. Marinette Dupain Cheng había cambiado todo en tan solo unos meses, no sabia realmente lo que iba a hacer. Sentía miedo por lo que llegara a pasar. Esa mujer.era aquella cosa que le faltaba para que se sintiera completo.

La suavidad de su cabello, sus labios y su piel lo tenían cautivo, lo único que se preguntaba ahora, ¿qué sentía Marinette? Ella los correspondía con dulzura y deseo, pero ¿era solo atracción física?, ¿o algo mas?

"Quítate la mascara" - Adrinette Место, где живут истории. Откройте их для себя