Capítulo XIV

1K 98 8
                                    

—¡Mmm! ¡Petra, me encanta! —exclamó Eren emocionado después de dar un sorbo de un largo vaso de submarino— ¡Tiene mucho chocolate! —dijo mientras sacaba la cuchara de su bebida y lamía el chocolate que estaba en éste— ¡Es muy bueno!

—¡Mézclalo bien! —avisó la castaña entre risas.

—¡Vale la pena este submarino! —exclamó Isabel con un hilo de leche chocolate arriba de sus labios.

—¡Tienes bigotes de chocolate! —gritó Hitch para después reír.

Isabel se los lamió y luego sonrió. Todos empezaron a batir su submarino.

—Oye, Hitch —la llamó Magnolia.

—¿Si? —contestó ella.

—Me quedé pensando —prosiguió—, si Freudenberg te gusta, ¿por qué le pegaste cuando te tocó?

Hitch abrió enormemente los ojos de sorpresa. Petra y Eren se miraron y sonrieron.

—Pues, claro que no me puede tocar así —frunció el ceño sonrojada—. ¡Para eso tiene que, primero, pedir permiso!

Sus tres amigos se sorprendieron ante aquella respuesta. Eren que estaba tomando su bebida, escupió un poco mientras evitaba reír. Por suerte, dentro del vaso.

—¿O sea que sí te dejarías tocar por él? —exclamó Isabel.

—Claro.

Petra estalló en carcajadas.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Hitch frunciendo el ceño mientras sus mejillas se teñían de un color carmesí— Yo creo que es totalmente normal.

Eren se tapó la boca para evitar que su amiga se diera cuenta que se estaba riendo. Las golpizas de Hitch solían doler bastante.

—Somos adolescentes y en esta etapa uno experimenta de todo. ¡Las hormonas vuelan, ya sabes! Apuesto que se ha masturbado aunque sea una vez.

Isabel estalló en carcajadas, también, mientras golpeaba la mesa.

—¡Mi estómago, mi estómago! —exclamó entre risas sin dejar de golpear el mueble.

Entonces los tres estallaron de risa.

—Pero, ¿de qué se ríen?

—¡Es que...! —trató de explicar Petra pero las risas se lo impedían

Eren cerró los ojos con fuerza tratando de no explotar como sus dos amigas.

—¡Marlowe masturbándose! ¡Me lo imagino y...!  —exclamó Isabel sin dejar de reír.

Entonces, Eren no aguantó más y dijo:

—¡Paso 1: bajarse la cremallera! —se burló haciendo una voz grave.

Las dos pelirrojas volvieron a estallar en risas.

—¡Paso 2: bajarse los pantalones! —exclamó Eren riendo.

Entonces, Hitch entendió. Por lo tanto, se tapó la boca mientras sonreía sin reír.

—¡Paso 3: bajarse los calzoncillos!

Petra e Isabel rieron más fuerte.

—¡Paso 4: Sacar el...!

—¡Bueno, ya entendí! —dijo Hitch interrumpiéndolo sin dejar de sonreír.

—¡Es que...! —exclamó Isabel dejando de reír poco a poco— ¡Tú sabes cómo es! ¡Literalmente es un soldado! ¡Para mí que lo fue en alguna vida pasada! ¡Indudablemente lo fue!

Petra y Eren dejaron de reír poco a poco mientras se sostenían el estómago.

—¿Te lo imaginas en la intimidad? —le susurró Petra a Isabel.

Entonces los tres volvieron a carcajear.

—¡Tu debes acostarte y yo te...! —volvió a burlarse.

—¡No sería tan así! —lo volvió a interrumpirlo avergozada— A ver, dime, ¿alguna vez te has masturbado, Eren?

El castaño se sonrojó.

—¿Alguna vez te has masturbado, Hitch? —atacó Petra sabiendo que había avergonzado a Eren.

—Claro que sí. ¿Quién no lo haría? —respondió ella tranquilamente, lo cual sorprendió a Petra dejándola sin habla— Como respondí, ahora te toca a ti, Eren —dijo para después sonreír maliciosamente.

El rostro de Eren estaba totalmente rojo. No era la pregunta lo que lo había puesto así, sino recordar a la persona en la que pensaba mientras lo hacía: Levi Ackerman.

Y como si el destino hubiese leído sus pensamiento, éste apareció abriendo la puerta del local, haciendo sonar la campanilla que había arriba de ésta y así logrando captar la atención de los cuatro amigos.

—Mmm... Ackerman —murmuró Hitch con intención de molestar a su amiga.

Petra y Eren se ruborizaron. Ambos  siguieron con la mirada el paso de Levi que se dirigía a una mesa. Tenía la mochila colgada y se la quitó en cuanto se sentó, para luego abrirla y sacar un libro: "La milla verde", de Stephen King.

Eren se sorprendió; era su libro favorito.

Minutos después, se acercó la camarera a recibirle el pedido.

Isabel observó a sus dos amigos y sonrió para luego tomar su bebida. Le daba curiosidad los gestos de Eren.

—Y dime... —susurró Hitch con una sonrisa maliciosa— ¿te has masturbado pensando en Ackerman?

Eren y Petra escupieron su bebida dramáticamente. Los habían tomado por sorpresa. Por consecuencia, captaron la atención del azabache, el cual giró con una mirada indiferente. Inmediatamente Petra volteó para evitar verlo. Sin embargo, su amigo se le quedó mirando, a lo que Levi lo atacó con una expresión de enfado. Eren, incomodó, imitó a su amiga.

—¿M-Me vio? —preguntaba Petra tartamudeando sin parar— ¿T-Te habrá escuchado, Hitch? ¡M-Maldita seas!

Hitch carcajeó.

—¡El que ríe último, siempre lo hace mejor!

—En realidad es "El que ríe último, ríe mejor", pero también es aceptable —comentó Isabel.

Por otro lado, estaba Levi que volvió la vista a su libro. Le estaba interesando. Lo había pedido en la biblioteca del colegio; era el único lugar que le traía paz. Lo abrió y siguió leyéndolo mientras esperaba su café. En cuanto llegó, le sonrió a la mesera sin cerrar su lectura. Ésta se sonrojó y se retiró.

—Provecho —sólo alcanzó a decir.

Estaba deprimido. Había recibido una carta de su madre sobre que su padre se había ido del país con su nueva familia. Lo que significaba que ya no le enviaría más dinero. Su madre nunca lo hacía y no la culpaba, después de todo, era una simple prostituta.

Ahora con más razón, trabajaría clandestinamente.

En el mensaje de su madre decía que, además, ya no recibiría dinero debido a que es mayor de edad y debería aprender a cuidarse solo.

Tenía muchas hipótesis en mente, ya que su madre era una pobre mujer ambiciosa:

1. No recordaba la edad de su hijo. Ya que aún no cumplía los dieciocho.

2. Su padre sí le seguía enviando dinero y simplemente ella se lo quedaba.

Pero, si lo pensaba bien, eran más afirmaciones que hipótesis. Después de todo, conocía bien a su madre.

Decidió enfocarse en su libro. Sin duda, nadie sufría más que el recluso John Coffey. ¿Él realmente había matado a las gemelas?

Sin protecciónWhere stories live. Discover now