Capítulo IX

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—Al final... Levi no podrá venir.

—Oh... ¿puedo preguntar por qué...?

—Está ocupado... —respondió y sonrió de una manera no tan convincente.

Eren entristeció. Es decir, le daba vergüenza verlo y estar cerca de él. Pero, aún así, le gustaba mirarlo y apreciar su presencia.

Y hoy no lo vería.

¿Será que Mikasa le estaba mintiendo? ¿Será que no vino porque estaba enojado?

Lo extrañó. A pesar de que lo veía todos los días en el pasillo, no era lo mismo. Acá, él podía conocerlo mejor. Podía seguir escuchando sobre sus aspiraciones y sueños.

Lo extrañó, otra vez. Quería estar cerca de él.

Entonces, Mikasa y Eren llegaron. Ella abrió la puerta y colgó su abrigo en un perchero. Eren hizo lo mismo. Ya dentro, y cerrando la puerta, Mikasa le preguntó:

—¿Quieres algo para tomar?

—Oh, no, gracias. Ya comí algunas cosas con las chicas en el último recreo y me llené bastante.

Mikasa hizo una mueca de disgusto involuntaria. Luego, sonrió falsamente.

Ambos se sentaron en el comedor y sacaron sus materiales de estudio.

—Y... —empezó Mikasa a sacar algún tema de charla— ¿algunas de ellas te gusta? —preguntó fingiendo sonreír.

—¿Hmp? No —sonrió también—. Ellas son como mis hermanas. Los cuatros somos como hermanos, ya sabes. Siempre nos peleamos pero nos volvemos a renconciliar. Por ejemplo, hoy Hitch se burló del chico que le gusta a Isabel y ella se enojó. Pero luego, Hitch le compró un paquete de galletas a Isabel como muestra de disculpas. Somos hermanos —dijo con pura felicidad.

Mikasa se alivió. Al mismo tiempo, sin querer, el muchacho le contagió la felicidad. Se había enamorado de esa pureza.

—Ya sabes como es Hitch. Es muy burlona y molestosa. Pero es una buena persona.

—¿Y hay alguien quien le guste a Hitch?

—Sí —respondió riendo—. Es de nuestra clase, ni yo lo sabía. ¡Ni me lo imaginaba! No te puedo decir quién es, pero es alguien inimaginable.

—Oh, ¿y a Petra?

Eren entristeció. Después de todo, a Petra le gustaba Levi, el mismo chico que a él le gustaba. Mikasa notó la tristeza en su rostro, por lo que enfureció. No podía creer que él estaba triste por ella. Lo más seguro es que estuviera así, porque él no era el chico del que ella gustaba. ¿No que eran como hermanos?

—Sí, le gusta un chico de un grado superior. Como a Isabel.

—¿Y a ti? ¿Hay alguien que te guste? —su tono cambió.

Eren la miró sorprendido. Mikasa se había acercado más a él.

—Eh... bueno... —balbuceó.

—No me puedes decir de quién gustan tus amigas. Pero sí me puedes decir quién te gusta a tí, ¿no? —preguntó mientras se iba acercando más a él.

Eren empezó a ponerse más nervioso. Entonces se acercó más y le susurró al oído:

—Dime, Eren, ¿quién te gusta?

Eren se estremeció. Por lo tanto, Mikasa aprovechó y lo besó. Eren cerró los ojos con fuerza mientras trataba de corresponderle. Era su primer beso. Cuando se separaron, Eren gimió. Mikasa le había tocado su parte íntima.

—Estás duro...

—E-Es inevitable —dijo defendiéndose—. Me lo estás tocando...

—Tócame tú también a mí —susurró tomándole la mano y poniendosela en uno de sus pechos.

Eren se avergonzó.

—¿Es la primera vez que tocas un pecho?

Eren sólo calló avergonzado.

—Oh, eres tan puro... Eso me enamora más.

Entonces, se sentó sobre él. A lo que el castaño lanzó un gemido involuntario.

—M-Mikasa, ¿q-qué ha...?

La pelinegra lo interrumpió besándolo. Entonces, aprovechó para bajarle la cremallera. Eren abrió los ojos de golpe. Aún así, sólo la tomó de los hombros. Mikasa sacó el miembro de Eren y empezó a frotarlo.

El castaño gimió.

Al separarse, Mikasa se levantó la falda y se movió a un costado la ropa interior, para luego sentarse en el miembro de Eren.

—¡A-Ahh! —gimieron ambos.

"Oh, mierda...", pensó Eren.

—¡Espera, Mikasa! —gritó reaccionando.

—Tranquilo... tomo pastillas anticonceptivas.

Entonces, calló y dejó que Mikasa siga brincando encima de él.

Aunque seguía intranquilo. En la escuela, siempre le habían dicho que el método más seguro era el preservativo y él quería hacer las cosas bien. Era un chico correcto.

De repente, se le vino la imagen de Levi y se excitó más. Si cerraba los ojos, podía imaginarse que era él. Aunque él no tendría senos. Pero no importaba, todo podía pasar, si sólo cerraba los ojos.

Sin protecciónWhere stories live. Discover now