Extra #1.

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Paz en el alma.

Dos meses después.




—Todo estará bien, te lo prometo —Él aprieta mi mano y me mira de una manera que me hace calmar los nervios que tengo adentro, aunque no puedo negar que, estoy demasiado alterado.

—Mientras estés a mi lado, todo estará bien —Me sonríe y yo me derrito un poco más por él. Respiro hondo, cierro los ojos y trato de relajarme lo más que puedo. Asiento después de unos momentos tratando de animarme —Vamos —Le digo, y ambos bajamos del auto.

La reja de la prisión es unos cinco metros más alta que yo, y por lo que puedo escuchar desde aquí, sí está electrizada. Cuando nos acercamos a la entrada, un guardia viene hacia nosotros.

—Buenas tardes, ¿vienen a ver a alguien? —Nos pregunta mirando una carpeta que puedo deducir que es una lista de nombres.

—Hola, sí, venimos a ver a Katherine Argent —El nombre siendo pronunciado por Stiles hace que por el cuerpo me pase un corrientazo que me deja helado y con un mal sabor en la boca —Derek Hale —El guardia revisa en la lista y asiente. Luego dice algo por un comunicador que tiene en el hombro, y la reja hace un sonido metálico y se abre.

—Señor Hale, sí desea que su compañero entre con usted, está bien, pero no puede pasar hasta la zona de visitas, así que tendrá que quedarse en la sala de espera —Miro a Stiles, y él se encoge de hombros con una pequeña sonrisa tranquilizadora, y asiento hacia el guardia.

Los dos entramos y el guardia nos indica hacia donde debemos ir, aunque la verdad, es que yo ya conozco la cárcel, he venido varias veces aquí con John.

Cruzamos la puerta de entrada, y quedamos frente a un espacio gigante, lleno de mesas y sillas a mi lado izquierdo, y a mi lado derecho, está lo que es la sala de espera. Otro guardia adentro viene hacia nosotros, y Stiles vuelve a decirle que venimos a donde Kate, él asiente y dice algo por un comunicador, así mismo como el guardia de la reja de entrada, y nos indica que esperemos un momento.

—Ya traen a la presa, pero solo uno puede tener la visita con ella —No me quiero despegar de la mano de Stiles, pero él me aprieta para darme apoyo y luego me da un beso con el que me dice que puedo hacer esto, y se va hacia uno de los sillones que hay en la sala de espera —Por aquí, por favor —Entro a una puerta detrás de él y seguimos por un pasillo largo lleno de luces en el techo, las paredes son ladrillos pintados de blanco.

y Luego volteamos hacia la derecha, en donde hay una puerta con un vidrio que deja ver hacia adentro, y en esa habitación, cuarto, o como se llame, está ella. La mujer que me destrozó la vida.

El guardia me indica que puedo entrar, cuando lo hago, noto el aire frío del lugar, ella está esposada a la mesa, con una esposas que pasan por debajo de un circulo de acero. Me mira, y no tiene expresión en la cara, yo trago fuerte y me hago fuerte por fuera, aunque sé que por dentro estoy lleno de ira, rabia, miedo, y demasiadas ganas de destriparla hasta que solo quede sangre esparcida por todas partes.

Me siento en una silla frente a ella, y escucho el latido del corazón del guardia que está oculto en las sombras de la pared a mi derecha. Parece asustado, o demasiado sulfurado, pero lo que sea que esté sintiendo, me pone alerta.

—Hola, Katherine —La saludo, aunque la voz me sale ronca y más amenazadora de lo que quiero. No quiero asustarla, no quiero nada con ella, pero hago esto porque necesito respuestas, necesito saber. Ella no me contesta, simplemente se queda mirándome. Yo le sostengo la mirada, y de pronto aleja la suya respirando agitada.

—¿Qué quieres? —Me pregunta, su voz es pastosa, ronca y demasiado desagradable.

—¿Contigo? Nada, simplemente necesito saber algo, y te dejo libre para que te pudras aquí hasta que te mueras —El odio en mi voz casi que palpable, y no puedo controlarlo mucho. Empuño las manos para evitar que las garras salgan. Aunque no cambio mi postura segura, no tiene porque saber las ganas que tengo de ver este lugar bañado con su sangre.

—¿Aún con eso? —Pregunta y parece de pronto divertida, y eso solo me altera más, pero hago acopio de todo mi auto control para no levantarme de aquí —Ya pasó hace mucho, ¿no crees? Ya maté a tu familia, no hay nada que pueda hacer. Ya no están —Lo último lo dice acercándose mucho y susurrándolo. Cambio el color de mis ojos y gruño tan bajito que parece como si el suelo estuviera temblando. Ella tiembla en su lugar, pero no se mueve de donde está. Tiene miedo, lo puedo ver en su cara.

—Solo dime porque, ¿porqué lo hiciste? —La voz me sale entrecortada y siento que la ira me sale en cada sílaba —¿Porqué hacerles eso? ¿Porqué hacerme eso? —Ella se ríe, y es como si enserio le hubiera contado un chiste. Escucho como el guardia se pone la mano en la cintura y abre la bolsita en la que cuelga el arma.

—Ay, Derek, tan fantástico en la cama, pero tan inepto y estúpido en la vida real —El sarcasmo en su voz hace que sienta la sangre subir como una cerveza, pero me traqueo el cuello y respiro hondo sin despegar la mirada de ella —¿Acaso no sabes sobre los pecados que cometieron tus padres? ¿Es que no sabes sobre todas las vidas que arrebataron solamente por placer, dinero y poder? Si no lo sabes, es que entonces sí eres un pobre ingenuo —Sonríe, pero es una expresión tan macabra, que no puedo negar que da un poco de miedo. Pero cambia en un instante, y ahora me mira seria, vacía y con una rabia que la consume toda.

—Tus queridos padres, por lo que lloras día y noches. Tus malditos padres, fueron quienes mataron a los míos —Sus palabras por unos momentos me dejan de piedra, pero la ira sale como lava y rompe todo —¿Recuerdas la fábrica abandonada a la cuál íbamos a follar hasta el cansancio? ¿La misma a dónde te llevé y casi logro matarte? Bueno, en esa fábrica se hacían zapatos, los putos zapatos que tu y tu familia usaban, esos zapatos los hacían mis padres, mis abuelos, mis tíos, mis primos, mis sobrinos y mis hermanos. Y todos ellos murieron en el fatídico incendio que se provocó por un derramamiento de pega líquida, ¿pero sabes algo? ¡ES MENTIRA! —Estoy a medio camino de llegar a ella y decorar las paredes con su sangre, pero su confesión me deja de una sola pieza, y siento que el mundo se me viene encima —¿Quieres conocer la historia, pues bien. Mis padres eran socios de los tuyos, ellos les pidieron un préstamo, y tus padres aceptaron, con la condición que serían socios, y mis padres siendo unos ingenuos, aceptaron. No pudieron pagarlo todo a tus padres, así que trataron de hacerlo con zapatos, y pensaron que todo estaba bien, pero eran cien mil dólares que debían, y a tus padres no les importó que los míos se quedarán hasta las cuatro de la mañana, y se tuvieran que levantar dos horas después solo para hacer zapatos para tu familia. Tus padres no tuvieron misericordia, en casa a veces no podíamos comer, porque tus padres aparte de zapatos, les exigían dinero a los míos.

—Ellos no sólo los mataron en ese incendio cuando enviaron a personas a prenderles fuego, no, ellos los mataron mucho antes, mataron sus sueños, sus anhelos, mataron sus espíritus. Mis padres creyeron que podían confiar en los tuyos, pero no fue así —La brecha en mi pecho se hace tan grande, que tengo miedo de mirarme y encontrarme con que no tengo piel, o que hay un hueco en mi cuerpo. No sé que decir, no sé que hacer, no puedo hacer nada más que quedarme aquí parado como una estatua mientras el dolor, la ira, la decepción, la desesperación y la desconfianza me consumen —Así que me dije a mi misma que me iba a vengar, y fue cuando te vi a ti, y supe que serías tan ingenuo como mis padres y me entregarías a tu familia en bandeja de oro. Pero cometí el peor error de mi vida, y fue enamorarme de ti, y fue por eso que te dejé libre, fue por eso mismo que a ti no te hice nada —Y ahora sí que estoy sin aire. La miro a los ojos y veo la sinceridad en ellos —Sé que te hice sufrir como nunca nadie lo ha hecho, y lo siento, porque a pesar de que tu familia fuera de las peores mierdas que piso la tierra, tu eres un buen hombre, y mereces ser feliz —Y sin querer, siento que los ojos se me llenan de lágrimas —Mi trabajo en esta tierra está hecho, ya vengué a mi familia, y puedo descansar en paz —Ella alza las manos, y aparte del guardia que hay en las sombras, otros dos más entran, y la desencadenan. Ella me mira, y veo el dolor en su mirada. Luego gira la cabeza y se la llevan.

Yo me quedo solo en la sala, y siento que el cuerpo entero me duele, que me falta la respiración y que el mundo se me acaba por completo. Escucho la puerta abrirse y poco después, unos pequeños brazos me abrazan por el cuello. Me sostengo a su cintura y él se arrodilla conmigo a mi lado. Y me rompo, como nunca lo había hecho jamás.

With You ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora