Once.

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Poder conocerte.




—¿Porque lubricas allí? —Él sonríe, pero no hace gesto de que la pregunta le moleste, como pensé que lo haría.

—Es algo complicado, de hecho —Se acomoda en el asiento, y de manera que queda mirando hacia donde estoy, aunque sigue con el cinturón puesto —Cuando mi madre tenía cinco meses de embarazo, le dijeron que yo iba ser una niña, ya que le hicieron un examen que decía que las células de mi cuerpo eran de una niña, cuando le faltaba un mes para tenerme, ella se hizo el chequeo mensual como cualquier otro mes, en esa consulta, el médico les dijo a mis padres que yo iba a ser un niño, un niño especial. Mis padres pensaron que sería algo así como, un síndrome, o una enfermedad rara, pero no —Se ríe por algo, y aunque no sé que es, a mi también me da risa.

—¿Qué pasó después?

—Ellos tuvieron que cambiar las cosas que ya tenían de niña, osea, literalmente todo, por cosas de niño. Cuando papá me cuenta la historia, es lo más gracioso del mundo. Yo nací, y ellos esperaban a verme con tumores, o los ojos saltones, o con una cara extraña, pero yo nací normal. Fue cuando una semana después, que ellos fueron a hacerme un chequeo médico, que les dijeron que yo era un niño con muchas células de niña en mi cuerpo. Nací con un pene, y el sistema reproductor de un hombre, pero también nací con el sistema reproductor de una mujer, aunque no tengo vagina. El doctor les explicó que soy algo así como un hermafrodita, pero mi caso es extraño, porque yo nací con un solo sexo, y dos sistemas reproductores —De pronto su cara cambia, y las mejillas se le ponen rojas cuando voltea a mirarme. A mí solo me parece la cosas más fascinante del mundo —Lo que significa que, puedo concebir hijos, no tantos como una mujer, pero puedo hacerlo. Puedo embarazar a una mujer, o quedar yo embarazado. ¿Soy raro, verdad?

—Eres raro, sí, pero no anormal. Eres especial, creo que ningún hombre puede tener lo que tu tienes, o al menos, no muchos. De hecho, en mi concepto, es algo fantástico —Él se da cuenta de a que me refiero, y las mejillas se le ponen peor de rojas, y voltea riéndose nervioso —¿Tú quieres tener hijos?

—Siempre he pensado en lo mismo, y aunque a veces me encantaría sentir el tener una pequeña vida dentro de mí, recuerdo toda la responsabilidad que conlleva y se me pasa. No soy de esas personas que piensan que tener hijos es algo horrible, no, pero si lleva mucha responsabilidad y no estoy en condiciones para hacerlo. Tengo muchos planes, ¿sabes? —Dice mientras mira hacia el frente, admirando el paisaje que pasa frente a nosotros —Además, ahora estás tu, y apenas nos estamos conociendo. Eso de los hijos es para el futuro, uno que quiero que sea lejano.

—Concuerdo contigo, aunque mi madre siempre decía que éramos el mejor regalo de la vida para ella, veía como a veces habían cosas que la sacaban de su zona de confort, y no es que los niños me gusten mucho, así que por ahora no —Él parece relajarse con mi respuesta.

—¿Cómo va lo de la mansión? ¿Te irás a vivir allá, o quieres ponerla en venta? —Yo sonrío por su pregunta, aunque también quiero taparle la boca por unos minutos. Me ha arruinado la sorpresa.

—De hecho, pequeño arruina sorpresas, para allá es a donde vamos —Él se ríe y parece un poco avergonzado, pero veo que le ha hecho mucha gracia el dañarme la sorpresa

—Lo siento, no lo sabía. De todas formas, así estoy más tranquilo, odio las sorpresas —Y al final vuelve a reírse —¿Y bueno? ¿cómo va la mansión?

With You ©Where stories live. Discover now