Diez.

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Despertar contigo.




Ayer me encargué de dejar los vidrios del balcón de mi habitación abiertos, en los días soleados como hoy hace un calor mortal aquí, así que es mejor dejar el balcón abierto.

Además, las cortinas se mueven por el viento y dan paso al bello sol que le ilumina la piel de los hombros de una hermosa manera. Porque sí, es la primera vez que amanece conmigo, la primera vez que comparte cama conmigo hasta el otro día, la primera vez que hacemos el amor hasta caer rendidos.

Lo hicimos dos veces más aparte de la primer vez, y cada vez descubría cosas nuevas en él, como por ejemplo, es muy sensible en los pezones, la última vez cuando estaba amándolo de una manera suave y lenta, jugué con sus pezones, y sin tener que tocarse, se corrió mientras aun seguía dentro de él, pero yo nunca lo hice dentro de él, porque aunque pensaba que no era posible, ahora creo que es más que obvio.

Es demasiado sensible en el cuello, y le gusta mucho cuando meto los dedos en él, desde la primera vez lo supe.

Hemos dormido no sé cuantas horas, pero por lo alto que está el sol, deben ser casi la una de la tarde. El aire es demasiado fresco, y sopla las sabanas haciendo que su cuerpo cubierto por ellas se marque, y aunque es apenas una brisa un poco fuerte, alcanzo a ver como el fantástico culo se le marca a través de la tela. Un gruñido se me atora en la garganta cuando recuerdo su sabor, y la manera extraña y demasiado fascinante en como lubrica.

Nunca había visto a alguien así en la vida real, solo había escuchado de ellos en los libros que eran de mi abuela. Stiles es un humano común y corriente, pero tiene algo que los otros hombres no tiene, y que tiene la capacidad de concebir hijos, y por esa misma razón es que puede lubricar en su ano. Por eso, tampoco fue que me vine dentro de él en ninguna de las oportunidades que tuve para hacerlo, porque aunque no lo sabía exactamente, no quería confirmarlo con una bendición nueve meses después. 

Su cuerpo se estremece, y se estira, suspira y luego levanta la cabeza para mirarme. Soy bendecido con la visión de sus ojitos apenas abiertos por el sueño. Sonríe sin mostrar los dientes y achina más los ojos, y es la ternura personificada.

—Buenos días —Lo saludo, acaricio su cabello, y él como un gato se acerca a mi mano derecha.

—Buenos días —Me saluda de vuelta, está acostado sobre mi pecho, por lo que me siento en la cama y lo atraigo conmigo, queda sentado encima de mí, y sigue con la cabeza apoyada sobre mi cuerpo. Esta vez en mi hombro —¿Cuánto llevas despierto? —Juega con los vellos de mi pecho, y la sensación es demasiado agradable.

—No mucho, lo suficiente para decir que eres la mejor que pueda tener al despertar —Sus mejillas se ponen rojas y sonríe tímido. Mi polla salta al darme cuenta de cuanto me enciende ver esa expresión en su cara.

—Es la mejor noche que he tenido —Susurra con voz queda y en un tono bajito. Atraigo su cara hacia mí, y sonríe encantado. Lo beso con suavidad, pero no evito suspirar de gusto cuando pone sus piernas a cada lado de mi cintura y con una de ellas me rosa la polla.

Sin vergüenza alguna, y con ganas de hacerle mil cosas, lo acuesto en la cama, y me hago entre sus piernas, él gustoso las abre y me deja espacio. Vuelvo a unir nuestros labios, y ya sabiendo lo que se viene, froto nuestras erecciones juntas. Se agarra de mis hombros y alza la cabeza dejando el cuello al aire.

Paso primero la lengua con parsimonia y luego los dientes. Cuando mis colmillos crecen, raspo la piel suave, mientras él gime y se estremece. Sigo con la tortura de su cuello, y con una de mis manos, bajo despacio por su cuerpo tocando toda la piel que puedo, él gime cuando tomo su pene en mi mano y lo acaricio varias, toco la punta que está mojada, y me llevo el pulgar a la boca sin dejar de mirarlo a los ojos. Él gime mientras su cuerpo se eriza, vuelvo la mano a su polla, y la acaricio un poco más.

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