La ministra de magia y su hija

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Llevábamos mucho tiempo arreglándonos, se nos había hecho tarde. Desde hace unos días que ordenábamos todo, tan solo con una varita. Hoy era el día en que nos íbamos a Londres, mi madre volvía a su tierra natal, de la que había tenido que separarse hace dieciséis años. Tras una ducha, contra el tiempo decidió por un vestido azul rey hasta las rodillas, tacones negros, ya que no podía ir en mis converse, me puse los lentes de contacto y mis ojos quedaron de un profundo color verde.

Me dirigí a la habitación de mi madre, quien también se encontraba arreglando. Llevaba un vestido de color rojo ajustado, dejando ver su hermosa figura y unos tacones color dorado, muy Gryffindor.

-Arreglaré tu cabello mamá- vi su reflejo sonreír en el espejo y realicé una coleta alta. Mamá tenia el cabello más hermoso que yo había visto, aunque según mi padrino, cuando eran jóvenes lo tenía esponjoso y con mucho friz.

-Tengo miedo- fue lo que dijo finalmente tras unos minutos. Le abracé fuertemente.

-Eres la mejor mamá, nadie podría ocupar el cargo mejor que tú. Eres la bruja más inteligente que conozca, y eres lo suficientemente poderosa para dirigir el mundo mágico. No tienes de qué preocuparte- Mi madre fue designada por votación casi unánime para ser la nueva ministra de magia en Londres. Asintió con una sonrisa y lágrimas en los ojos, que no cayeron.

-Vamos, tenemos que hacer acto de presencia, sino mandarán a los mismos aurores a buscarnos- dijo Hermione mientras encogía una última maleta, y tomaba su bolso de lentejuelas.

-¿No viene tío Harry?- dije un tanto sorprendida, se suponía que él, que es mi padrino nos vendría a buscar.

- Les dije que nos veíamos en el ministerio- sonrío- así que no les hagamos esperar.

Me tomó de la mano y nuevamente sentí aquel retorcijón de estómago, no me gustaba mucho desaparecerme. Pensé que llegaríamos a la oficina del actual ministro, pero llegamos a la que pude identificar como la oficina de mi padrino y tío Ron; había muchas fotos de la familia Weasley y además estaba muy desordenada, ambas nos reímos, seguramente estábamos pesando lo mismo.

- ¿Mi padrino siempre fue desordenado? - Era realmente increíble, papeles por todos lados, archivadores descompuestos, estantes mal alineados y llenos dde polvo.

-Sí, toda la vida.

Un bufido de molestia se escuchó y allí estaba mi padrino: Harry Potter. Con su cabello desaliñado y sus típicos anteojos redondos que cubrían los ojos verdes esmeralda que tenía.

-Por supuesto que no he sido desordenado, mi casa está completamente ordenada- dijo con diversión mientras se aproximaba a saludarnos.

-Eso es porque mi hermana mantiene la casa en orden- tras mi padrino venía el pelirrojo de ojos azules que siempre había conocido: Ron Weasley.

Los tres nos reímos, mientras mi padrino se sonrojó. Se puso serio nuevamente, tomando actitud laboral.

-Está todo listo- dijo mirando a mi madre- las familias más importantes y tus invitados personales se encuentran en el gran salón.

-Bien- tomó aire, intentó relajarse, y le tomé la mano en señal de apoyo- vamos.

δ

Íbamos caminando al gran salón, mi padrino delante de mi madre, y pude notar que llevaba su uniforme de auror, mi tío Ron iba tras de nosotras. En un momento mi madre se detuvo.

-Tendré que cambiarte el color de cabello- la miré confundida, me gustaba mi pelo rubio, llegaba hasta la cintura en una elegante coleta- tu padre puede estar allí fuera, y hoy no quiero un escándalo, hablaremos con él luego- asentí con la cabeza, comprendiendo su punto- ¿Qué color?

✔✔ La Princesa del Príncipe|| Tercera Generación||Where stories live. Discover now