- Si... —comenzó nerviosa, rascándose la coronilla con incomodidad— pero tiene ciertas cosas con las que lidiar y unos... problemitas con el baño —suspiró—. El es incontinente y necesita un poco de ayuda.

Niños... ¿Y un adolescente con problemas de incontinencia?

Era lo mismo, ¿No?

¡Imaginen la sorpresa del momento!

- No me gusta dejarlo solo porque algo podría pasarle a mi bebé -Oh, ya se entiende. Es el trillado caso de padres sobreprotectores-. Tú descripción decía que no te importaba cambiar pañales.

Pero dinero es dinero.

- Por supuesto que no. El problema es si a él le importa.

- No será problema, -dijo el hombre- puedes ir conforme a la marcha.

Afirmó y ambos se presentaron como Todoroki Rei y Todoroki Enji. Pasaron a la sala donde se encontraba el adolescente en la misma posición de antes. De cerca se podía apreciar lo increíblemente peculiar de su aspecto. Un cabello bicolor exactamente divido a la mitad en los tonos de sus padres al igual que la heterocromía de sus ojos. Era obvio que su aspecto es natural, ¿Cómo? Quien sabe.

Pero la fea cicatriz en su lado derecho generaba cierta angustia.

- Soy Bakugou Katsuki y estaré contigo todo el día -intentó ser amable. El chico ni siquiera hizo contacto visual y prefirió mirar el suelo con un sonrojo de pura vergüenza y enojo.

- Bebé -gruñó de pena ante el apodo de su madre-, no seas grosero. Preséntate

- Todoroki Shouto, odio a los rubios, me gusta el verde y beber cloro, un gusto.

- ¡Shouto! -exclamaron ambos padres.

- No se preocupen, todo está bien. Puedo lidiar con ello.

Los dos suspiraron cansados y se dirigieron a la salida, Katsuki los siguió.

- Se nos hace tarde así que ya nos vamos -salió su esposo y ella estaba a mitad de la puerta cuando volvió a hablar- hay dos baños en esta planta y cada habitación del segundo piso tiene uno. Los pañales están en su cuarto y hay algunos pull-up. Por cierto -susurró-, ya no pude verificar por la prisa, pero revisa por favor a Shouto si tiene un pañal, en momentos como estos quiere demostrar que lo puede sostener pero podría terminar lastimándose.

- Claro, que tenga un buen viaje usted y su esposo.

- Muchísimas gracias, ¡Regresamos a las 11!

Finalmente solos. Volvió a la sala a intentar establecer una comunicación más sana.

- ¿Hay algo que quieras hacer? Podemos ver una película o algo así.

- No necesito una niñera.

- Tus padres dicen lo contrario.

- Solo por tener ésta estúpida condición creen que no puedo hacer nada.

- ¿Y que hay de la cena familiar?

Se sonrojó.

- E-eso no te incumbe.

- ¿Mojaste tus pantalones frente a todos?

- ¡Ci-cierra la boca! ¡Tú no sabes nada! ¡Ellos sólo quieren humillarme!

- A estás alturas creo que lo haces tú solo.

- ¡Pudrete!

- Pues yo creo que si vas a intentar retarme al menos mírame a la cara.

Jadeó molesto y corrió hasta las escaleras, probablemente a refugiarse en su habitación.

No puede ser cierto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora