17. El loco de la calle 45

Start from the beginning
                                    

  Aquello había sonado muy triste y ahora lo entendía. Jeff Hardy no era un chico malo, solo había perdido todo lo que lo hacía feliz y quizá su manera de tratar a los demás lo hacía callar lo que sentía y estaba muy triste por él. Yo extrañaba a mi padre, pero estaba segura de que si el hubiese estado con vida habría amado a mamá cómo cuando yo era niña.

—Lo siento Jeff— susurré y le tomé la mano.

—Descuida Johnson— me miró con sus bonitos ojos marrones— has regresado tú, eso significa que no lo he perdido todo.

—Ambos regresamos Jeff, también estaba perdiéndome en la soledad— confesé—, esa es la mejor parte.

  Nos quedamos ahí, observándonos durante un largo rato como solíamos hacerlo cuando éramos niños y volvíamos a casa después de los videojuegos, cuando Jeff tomaba mi mano para ayudarme a cruzar la calle o cuando simplemente subía a mi ventana para poder mirarme a través del cristal. Recuerdo que se quedaba horas mirándome, como si de aquella forma fuera a tenerme, como si el cristal fuera a desaparecer para que nuestras manos estuvieran completamente juntas.

—Estoy cansado Johnson— susurró—. Ya no quiero ser el Jeff malo que ahuyenta a los niños de primer año.

—Ya no tienes que serlo Jeff— reposé mi cabeza en su hombro y lo miré—, solo quédate conmigo y podremos hacernos compañía.

—De acuerdo Johnson.

  Observamos como la oscuridad invadía hasta el último rincón de Rushville y el silencio se habría paso en las calles para apagar hasta el último grito o risa que se atreviera a desobedecer las reglas.

  Estábamos ahí, en aquel parque que no había cambiado nada con los años, seguía exactamente igual, como cuando íbamos a los videojuegos y todo parecía informar que los años solo habían pasado sobre nosotros, lo que realmente resultaba extraño, ya que todo había regresado a la normalidad, como cuando éramos niños y nuestros padres no nos dejaban salir a jugar porque era peligroso.

  Jeff me dejó en la puerta de mi casa y luego se marchó a su casa. Subí a mi habitación y puse algo de música porque me sentía bien como para escuchar alguna canción.

  En aquel momento no podía pensar en nada que tuviera que ver con asesinatos y personas misteriosas, no, en aquel momento solo podía pensar en las cosas buenas, en mamá y Holly, en mis amigos y en papá, ya que no dejaba de pensar en él ni un solo segundo del día.

  Escuché tres golpes en la ventana y me acerqué lentamente porque no quería que otro episodio psicótico arruinara mi momento. Corrí la cortina y me encontré con Jeff que me observaba con tranquilidad. Estaba claro que no se había ido a casa porque yo no tenía ni diez minutos de estar en mi habitación.

  Intenté abrir la ventana, pero él negó con la cabeza y lentamente colocó su mano en el cristal y lo entendí. Cómo cuando éramos niños, solo que era obvio que ya no estábamos pequeños, era el último año de preparatoria, significaba que estábamos muy lejos de ser niños, pero eso no impidió que colocara mi mano sobre el cristal.

  Me quedé observándolo durante tanto tiempo que supongo que perdí la noción. En mi habitación sonaba alguna canción de Billy Lockett, probablemente la canción de wide eyed, y su voz rebotaba de un lado a otro y creaba un ambiente tan cálido que estar ahí era como un sueño, estaba soñando con Jeff Hardy, aquello jamás lo habría permitido, pero no era un sueño, aquello estaba ocurriendo. Ambos nos mirábamos fijamente a través del cristal, con nuestras manos juntas, con una distancia mínima que no significaba nada y a medida que pasaban los minutos nuestras cabezas iban apoyándose en el cristal y así estábamos unidos mentalmente.

Rushville ©Where stories live. Discover now