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Capítulo 15

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"La comida, para ser perfecta, debe ir acompañada de una buena compañía"

―Anónimo


***

El ambiente en la cocina jamás se había convertido en un silencio tenso e incómodo. Para los muchachos del restaurante, la cocina era el punto de encuentro, de compartir historias divertidas y travesuras, y de soltar carcajadas estruendosas. El sitio perfecto para crear vínculos, pues ahí todos tenían algo en común y encontraban el motivo perfecto para volver a ser niños curiosos deseosos de aprender.

El entorno era tenso de una manera diferente comparado a situaciones anteriores, no era la típica tensión que Thomas recurría a usar en la cocina para impulsar a sus chefs a dar lo mejor en sus habilidades; era, sin duda, todo lo contrario, llegaba hasta el punto de ser asfixiante e insoportable.

―Parece que tendré nuevamente el cuarto para mí solo ―comentó Trey luego de varios minutos de un fatigoso suspenso. Sus intenciones parecían ser el de aminorar la opresión dispersa en el ambiente. Rendido, él se levantó de su asiento y agregó―: Pediré pizza, ¿alguien más quiere?

―¿Tú pagas? ―preguntó Marcus.

Trey se encogió de hombros, restándole importancia al asunto. Caminó hasta las puertas metálicas y, antes de dar su primer paso hacia fuera, le echó una mirada a Thomas sobre su hombro y desapareció poco después, sin decir nada masa. Los muchachos lo siguieron casi al instante. Probablemente pensaban que cualquier otro lugar sería mejor que compartirlo con un enfadado hombre que tenía un cuchillo en la mano, cortando y despedazando verduras con aparente pésimo humor...

Estaba exagerando la situación pero era divertido verlo desde esa perspectiva. Thomas era intenso, mas no loco. Entendía la razón de su enfado, las palabras de Rafa habían sido crueles y demasiado bajas, incluso para una alimaña como él. Aunque, si lo pensaba bien, ¿por qué Thomas le prestó tanta atención? En otra ocasión, no se molestaría en enfadarse o darle siquiera tanta importancia, ¿podría haberme perdido de algo importante?

―Sabes que arruinas el ambiente con tu malhumor, ¿no? ―recalqué despacio, traté de no sonar enojada, no quería parecer como si le estuviera dando un sermón―. Relájate, Thomas, no te siente hacer eso. Deja la rabia para los expertos.

―¿Ah, sí?

Respiré hondo ante su respuesta vaga e indiferente. Al menos respondió.

―Se supone que tienes que reír aunque sea un poco.

―¿Lo que dijiste era un chiste?

Empujé la silla hacia atrás, un leve chirrido se escuchó. Me paré y caminé con sigilo hacia Thomas, quien estaba cerca de la estufa. Tragué saliva, y me armé de valor para decir lo siguiente:

―No vale la pena que te molestes por personas como él, Thomas. Lo que dijo es detestable, eso de usarte para llegar a tu padre... es simplemente imperdonable. ―Sacudí la cabeza con desdén. Pretendía que él viera mi empatía ante la situación y también darle a entender que estaba de su lado, solo por esta vez.

Alcé la vista en su dirección al percibir que dejó de moverse. Me observó unos segundos, abrió la boca para hablar mas la cerró de inmediato. Para mi sorpresa, regresó su atención a lo que fuese que estuviera haciendo, ignorando mi presencia.

―¿Quieres hablar? ―quise saber.

―Estoy cocinando, no me desconcentres.

―Iré a comer pizza con los chicos entonces. ―Le dejé unas palmaditas en el brazo, esbozando una pequeña sonrisa―. Si quieres hablar solo dime, será como mi retribución hacia ti.

Enredada con el chefDonde viven las historias. Descúbrelo ahora