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Capítulo 5

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"Los ingredientes no son sagrados. El arte de la cocina es sagrado."

―Tanith Tyrr


***

Tan pronto di mi primer paso dentro del apartamento, me estiré con libertad y lancé sobre el sillón mi bolso. Probablemente mi parte favorita del día era llegar por la noche y relajarme. El ambiente olía al perfume de lavanda que rocié en todo el apartamento en la mañana antes de ir a la universidad. Nada como llegar a casa y respirar aire limpio y ver todo en orden.

Todo estaba acomodado, los almohadones posicionadas meticulosamente sobre los sillones pardos; las sillas de la mesa del comedor estaban bien puestas. No existía nada fuera de lugar, y se debía a mis constantes cuidados, pude sonreír al pensar que en ningún lado sería una molestia para alguien; me cuidaba bastante bien solita.

―Iré a tomar una ducha ―le avisé a Thomas.

―¡Qué coincidencia! ―Su tono jocoso dejaba claro sus posibles segundas intenciones―. También iba a hacer lo mismo.

―¿En serio? ―respondí.

―Claro. No te molesta, ¿o sí?

―En absoluto ―expresé con aburrimiento e indiferencia.

Miré por encima de mi hombro izquierdo a Thomas. Lo encontré con la cabeza ladeada a un lado mientras tenía una media sonrisa en el rostro, un gesto que ignoré. Generalmente, solía ignorar sus comentarios picosos por una simple y sencilla razón: él jugaba demasiado para tomar algo en serio. Siendo sincera, comenzaba a cansarme un poco de ello.

Thomas era un buen hombre, demasiado bueno para convivir con una mujer como yo. Aunque a menudo soltara comentarios fuera de lugar, en su intento por darle un cambio colosal o hacer que fuese un poco más alegre mi día. Sin embargo, cuando actuaba así, sin querer, me asaltaban pensamientos como el de querer volverme invisible para todos o que al menos fingieran no verme. Por más que lo evitara, los extraños sentimientos de eterna soledad y tristeza me consumían y tomaban control de mis pensamientos. Tenía la impresión de que si seguía así, acabaría por dejar de importante todo y parecerme innecesario la compañía.

¿Realmente quería eso?

Cada persona que permanecía a mi alrededor se sentía siempre lo mismo; como lanzarse en un océano inmenso y salir seca, sin mojarme ni siquiera un poco. Eso representaba la compañía para mí en estos momentos. Era extraño, tenía más días buenos que se sentía como malos y días malos que se sentían cómodos, y quería estar sola la mayor parte del tiempo pero sin sentirme solitaria ni vacía por dentro.

Alejé esos pensamientos, no era momento para volver a ocupar mi mente en ideas molestas. Aparté la vista de Thomas para observar la prenda que traía puesta.

Llevaba una camiseta debajo de una blusa holgada color negra con formas circulares enormes color blanco. Me la quité enfrente de Thomas sin expresar nada o sentir nervios siquiera, luego la lancé sobre el sillón con descaro. De nuevo, me atreví a verlo por encima de mi hombro, ladeando un poco la cabeza, le esbocé una sonrisa minuciosa. Proseguí en levantar la camiseta blanca con las dos manos, con la clara intención de quedar solo en sujetador.

Contuve las ganas de carcajear. Estas cosas no representaban un reto o algo impudoroso para mí, no me importaba. Así de simple. Quizá en otro momento me hubiese sentido avergonzada e incluso le hubiera dado otra respuesta diferente a Thomas ante su comentario. Desde que dejó de interesarme ciertos asuntos, varias de mis emociones también quedaron bloqueadas, como la timidez, la rabia, la vergüenza.

Enredada con el chefDonde viven las historias. Descúbrelo ahora