Capítulo 2: Adaptación al medio

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Yuri chasqueó la lengua.

—Ya veo.

—Bueno, ¿alguna otra cosa que necesiten antes de que me vaya y los deje con Yugi? —preguntó ella aún sonriente—¿Alguna pregunta?

—Sí —Yuto habló—, oí algo, de que ustedes aquí en Auradoon habían prohibido la magia.

—¡Oh! Eso, bueno —la directora soltó una risita—. No toda la magia está prohibida. Aún hay algunos objetos encantados y algunas cosas que las hacemos con magia, pero ninguno de los alumnos o alguno de nosotros puede hacer magia para sí mismo. Nada de pócimas o de recetas encantadas.

—Entiendo —dijo Yuto.

—¿Debería asumir que estabas esperando aprender algo de magia aquí? —preguntó ella por curiosidad. Yugi se puso un tanto incómodo. Atem, a su lado, le puso una mano en el hombro.

—Sí —admitió—, en parte soy un hada también, ¿no? —le levantó un poco el mentón. La directora solo sonrió y asintió.

—Es una verdadera lástima entonces —dio una pausa—. Bueno, si no tienen más que preguntar o qué pedir, me retiro, ¡nos estaremos viendo!

Y se fue.

Yugi, que había esperado ese momento desde hacía un par de minutos llamó la atención de todos limpiándose la garganta.

—Hola, mi nombre es Yugi, soy el hijo de bella y bestia —se acercó al primero que se encontraba cerca de él. Yugo—. Es todo un honor tenerlos aquí por fin —sonrió intentándole dar la mano al hijo de Jafar, más no obstante este, a modo de saludo, le pegó en el pecho con un puño. Yugo sonreía como tonto y Yuto le miraba algo exceptivo. Yugi se descompuso un poco, pero no dejó la sonrisa que llevaba. Atem, detrás suyo puso sus señales en alerta—, esta es una ocasión especial para mi y nuestro reino Auradoon —le dio la mano a Yuto, quien le respondió el gesto sin mucha dilación. Yugi pasó de él rápidamente, pues él no parecía hacerle perder el tiempo—, una que espero que se quede grabada en la historia —le pasó su mano a Yuya. Este la tomó, pero no hizo apretó, solo había pasado la mano. El próximo rey solo le sonrió, sin pena, sin nada— cómo el día en que nuestros pueblos empezaron a unirse —le dio la mano a Yuri, quien no solo la apretó un poco de más, sino que también le acercó un poco a sí.

—Si eres el hijo de Bella y Bestia, ¿no quiere decir que también vas a ser rey algún día? —Yugi soltó una risita nerviosa. Soltó la mano de Yuri con disimulo.

—Sí, de hecho, será en mi décimo sexto cumpleaños —le sonrió amablemente antes de retirarse un poco.

—¿Quién dijiste que eras tú otra vez? —preguntó Yuto mirando al chico de piel bronceada, que no había hecho más que mirarlos a todos atentamente durante toda la estadía.

—¡Oh! —dijo Yugi mirando a Atem y luego a los chicos de la Isla de los perdidos. Se percató del error que había cometido y casi se sonrojó—Perdónenme, él es Atem mi mejor amigo y casi mi mano derecha en muchas cosas. Nos acompañará hoy también en el recorrido y pueden decirle a él cualquier cosa que necesiten.

—Gusto en conocerlos —dijo apenas. Su voz era clara, pero sus ganas estaban por los suelos. Miró a Yuto deteniéndose en él durante un instante, pero no dijo nada.

—Bien, ¿qué tal si empezamos el tour? —dijo Yugi mientras daba otro par de pasos hacia atrás. Los chicos, con dilación, le siguieron. Finalmente, el próximo Rey dio la vuelta y señaló a los dormitorios. Una parte pequeña de la gran escuela en la que estaban—La escuela de Auradoon fue construida hace unos 300 años, pero solo funciona como preparatoria desde hace 20 años —avanzó un poco. Había un jardín enorme, bien llevado y con la vitalidad de la felicidad misma. Yuto solo pudo sentir ganas de pisotearlo todo y Yuri de llenarlo de rosas espinosas. Pero no hicieron nada por simple pereza. Yugo miraba a todas partes y ponía todo menos atención a lo que le estaban diciendo. Yuya solo caminaba lo más alejado de Yuri que pudiera—. Esta es la estatua de mi padre. La puso el Hada madrina cuando fue fundada la Escuela, cómo agradecimiento a mi padre por darle la oportunidad de enseñar —se volvió a ellos y aplaudió dos veces. La estatua de Bestia se convirtió de nuevo en lo que fue durante años, un ser lleno de pelo marrón, gruñón como pocos y desagradable a la vista. Yuya gritó fuerte. Esa vista de Bestia le hizo pensar en todo lo que le había dicho sus madres de los perros. Se espantó y se subió a los brazos de Yugo en busca de algo de cobijo.

DescendientesWhere stories live. Discover now