Cuatro

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Todo había sido un sueño.

Me revolví incómoda en la tumbona, intentando liberar la tensión de mi clítoris contra ella disimuladamente. Pero aquello no era viable, por lo que me levanté y me di una ducha fría para calmar mis apetitos.

Vaya pedazo de sueño si lo hubiera completado, joder.

Bastante que estuviera llegando a un punto, para que te despiertes en el momento álgido.

Aún así, no había tenido desperdicio.

Recogí mi toalla y volví a mi mesa, que estaba vacía. Miré a la piscina y vi a mis amigas en una esquina, cotorreando como siempre.

Revisé mi móvil, eran las siete y diez.

Vaya desperdicio de día, toda la tarde durmiendo. Pues ya no me meto en la piscina otra vez, qué pereza.

Fue pensar eso y oí el silbato del socorrista avisando del cierre de la piscina.

-Leire, te has tirado durmiendo toda la tarde -me dijo Clara.

-Sí hija, es que voy muy cansada. Lo necesitaba.

Recogimos todas nuestras bolsas y me despedí de ellas en la puerta de los vestuarios, pues yo llevaba gel y champú para ducharme y cambiarme allí.

Que luego se hacían unas colas en la ducha en casa que tela, se hacía tardísimo para ducharme.

Entré pero estaban todas las duchas ocupadas, y con cola.

-Madre mía, ¿hoy todo el mundo ha decidido ducharse aquí? -dije por lo bajini.

Pero la mujer de delante mío se giró y me dijo con malas pulgas:

-Ahí enfrente hay otra ducha separada -me señaló al otro lado del pasillo-, si tanta prisa tienes, entra ahí.

-Anda, ¿y no se os ha ocurrido usarla también para que no se formen éstas colas? -le contesté a la mujer en el mismo tono.

Me bufó y se volvió a dar la vuelta hacia delante.

Me giré sin ánimos de pelearme con nadie y entré en el vestuario del otro lado del pasillo, que era más pequeño y tenía dos duchas.

Escuché el agua de una, así que supuse que alguien se me había adelantado. Entré en la otra dejando mi bolsa cerca, saqué mi toalla y entré dispuesta a ducharme.

Con el sonido del agua y su contacto con mi piel, fui relajándome.

El agua me hizo recordar mi sueño.

Su torso, sus manos calientes, sus ojos verdosos...

Empezaba a humedecerme, y no me refería al agua que me caía de la ducha.

Aflojé el nudo del bañador de mi cuello, liberando mis pechos mientras el agua jabonosa me limpiaba.

Me quité el resto del bañador, y terminé de limpiarme con el gel que había traído.

Una vez con el cuerpo limpio, procedí a lavarme el cabello con el champú.

Desde el verano pasado que me lo corté, había deseado que me volviera a crecer rapidísimo. Ahora lo llevaba a media espalda y me encantaba, por que podía alisármelo y dejarlo suelto.

De hecho, puede que ésta noche me lo alisase antes de salir.

Seguía escuchando el agua correr, y era hasta analgésico. Me puse a cantar la primera canción que se me pasó por la cabeza. Hasta que me sorprendí al escuchar una voz a mis espaldas.

Cuando calienta el sol  [EROTIC SUMMER SERIES]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon