Tres

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Vestía una camiseta de manga corta blanca, que le veía ceñida y se le marcaban los pectorales cosa bárbara. También llevaba un bañador rojo corto, que nos dejaba disfrutar de sus piernas morenas y contorneadas.

Estaba como el quería y su entrada me hizo acalorarme más de lo que ya estaba.

-¡Por Dios, qué pedazo de hombre! -dijo Mireya abanicándose con su mano.

-Me he enamorado -dijo Julia.

-Habría que verlo sin nada -dijo Kaila al verlo pasar.

En general, todas nos habíamos quedado con la boca abierta.

Había irrumpido en la piscina como un vendaval, de hecho miré alrededor y todas las mujeres que nos encontrábamos en la piscina nos habiamos quedado mudas del asombro.

-Pues ayer no me parecía tan macizorro -les dije.

-Si me lo hubiera encontrado anoche, me lo como entero -dijo Kaila.

-Pues si ese nos va a socorrer hoy, me parece que voy a dejarme ahogar -dijo Mireya.

Todas nos reímos muy fuerte, lo que trajo la atención de todo el mundo, incluida la del socorrista.

-Vamos a bajarle el tono, que se nos huele las hormonas a kilómetros -nos mandó callar Clara.

Pero eso no fue lo que hizo que mi boca quedara muda, ni que se me secara la garganta.

Fue el ver entrar a Iván y a su novia, lo que me dejó callada.

-Anda, mira quién ha entrado -dijo Mireya.

Todas me miraron para ver mi reacción, pero no dejé que su presencia me fastidiara la tarde en la piscina y tampoco las vistas del socorrista buenorro.

Me levanté y me tiré a la piscina, así tal cual.

Y daba igual que el escote se pronunciara hasta el ombligo, o que no hubiera pasado por la ducha, o que no me hubiera recogido el pelo.

No me importaba, solo quería sumergirme y pasar de la tensión ponzoñosa del aire a la ingravidez del agua.

Cuando salí a la superficie, él me estaba mirando.

¡Claro que me está mirando!, me dije, si él se ha echado novia por aburrimiento.

Vi como la chica le pedía que le echara crema por la espalda, y aún así, Iván seguía sin quitarme ojo.

¡Lo llevas claro chaval!, pensé. Anda que no me vas a echar de menos mientras estés con esa.

Y no porque entre nosotros hubiera habido nada físico. Fue más bien mi reticencia a estar con una persona, ya sea teniendo algo formal o informal, que no sabía lo que quería, y que un día te decía que no y otro que sí.

A ver tío, aclárate. Porque yo sé muy bien lo que quiero.

Me di la vuelta, cansada de que el tipo no me quitara ojo, para decirle a mis amigas que se dieran un chapuzón. Pero alguien me hacía sombra.

Subí la cabeza para mirar y ahí estaba el socorrista. Ahuequé la mano sobre mi frente para no quedarme ciega por el sol.

-Señorita... -me preguntó indirectamente con una voz grave y sensual.

Si su visión entrando a la piscina había sido digna de un pase me modelos masculinos de Victoria's Secret -si eso llega a existir alguna vez-, esta visión en contrapicado era espectacular.

-Leire -le dije, respondiéndole.

-Está prohibido llevar el pelo suelto, Leire. Así que recójaselo cuanto antes -me dijo de manera muy formal.

Cuando calienta el sol  [EROTIC SUMMER SERIES]Where stories live. Discover now