A su mente viajaban diversas probabilidades, desde una fea broma de sus hermanos, la cual descartó de lleno al escuchar esos gritos desesperados, puesto que conociéndolos tan bien, jamás harían pasar un mal rato a una mujer; incluso barajó la idea de una venganza de alguien ligado al clan de los G.G. También llegó a pensar que el hecho de salir de San Mungo y verse libre nuevamente había sido solo una ilusión y que se encontraba en alguna celda de castigo o algo parecido, pero luego reaccionó y analizó bien la situación: estaba retenido en algún sitio por alguien, ¿con qué fin? No se lo imaginaba, pero tenía que ver con ella, con la mujer que gritaba... y eso lo había deducido en el momento que había despertado en esa habitación y al poco rato escuchó sus gritos... los gritos de Hermione... estaba seguro de que quien gritaba y decía que estaba viva era ella... ahora aparecía otra interrogante, ¿por qué ellos estaban allí? ¿Serían los únicos? ¿Estarían en manos mortífagos rezagados que querrían cobrarse venganza por la muerte de Voldemort? Entonces, visto de ese modo, era también probable que cerca de ellos estuviese Harry.

Mientras no lograra comunicarse con Hermione, no tendría las respuestas. Conocía a la perfección la mente aguda y perspicaz de su amiga y ella deduciría qué les había ocurrido o por lo menos, tendría sospechas de quién o quiénes estaban detrás de todo.

Al cabo de un rato los gritos de Hermione habían cesado y la luz del cuarto se convirtió en oscuridad. Sólo le quedaba un poco de penumbra del anochecer, de seguro algún foco de la calle era lo que lograba iluminar tenuemente la habitación. Por otra parte, por más que buscó cerca de él, no vio ninguna fuente de luz eléctrica o algún interruptor de encendido. Los soquetes muggles para la instalación de bombillos estaban vacíos.

Mientras divagaba en la forma de cómo obtener algo más de claridad, la rejilla inferior de la puerta se abrió y le dejaron una bandeja con un vaso de agua, un pedazo de pan, papel higiénico, jabón y toalla.

No dijo nada, pero ese detalle del aseo no debía pasarlo por alto. Debía ser una pista. Volvió a pegar el oído en la pared y al cabo de un par de minutos escuchó un portazo lejano y luego un absoluto silencio. Respiró profundo. Estaban solos y quizá con cuántos hechizos de ocultamiento encima, por lo que era muy probable que Hermione no lo pudiera escuchar. Pero, nada perdía con probar.

—¡Ey, Hermione! ¡Hermione! ¿Me escuchas? ¿Estás ahí? Soy yo... Ronald... Ronald Weasley.

En la habitación contigua Hermione estaba hecha un ovillo en el viejo colchón del piso, pues sentía que se congelaba. Si bien sus captores le habían dejado una bandeja con comida y útiles de aseo, nada, ni siquiera una mísera manta le habían arrojado y a estas alturas se encontraba totalmente fría. De seguro le daría hipotermia si continuaba así. Al escuchar esa voz, su corazón dio un vuelco. La conocía a la perfección, ¡¿cómo antes no se le pudo ocurrir?! ¡Ronald Weasley estaba detrás de todo! ¡Era él quien la había secuestrado!

—¡Debí haberlo adivinado! ¡Así que tú estás detrás de todo esto! ¿Cómo pudiste? ¡No te cansas de hacerme daño! —espetó a todo pulmón mientras Ronald en la otra habitación se acercaba a la pared.

—¿Qué? ¡No, Hermione, no! ¡Hermione, escúchame...! Yo también estoy secuestrado, ¿me entiendes? ¡A mí también me han secuestrado! No sé qué está pasando. ¿Hermione, me escuchas?

Ella guardó silencio unos segundos al otro lado y si era cierto eso, ¿quién estaría detrás de todo? ¿Por qué ellos? Se daría el valor y le respondería, cosa que jamás imaginó... pensó que nunca más en su vida volvería a dirigirle la palabra a Ronald, pero ahora parecía que ambos eran víctimas.

—¿Qué? ¿Cómo? ¿Tú también?

Hermione no daba crédito a lo que estaba escuchando. Si Ron y ella estaban allí, entonces era muy posible que Harry también... ¿de qué se trataba todo eso? ¿Es que acaso había aparecido algún desquiciado mortífago que se quisiera cobrar venganza por la caída de El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado?

MÍAWhere stories live. Discover now