Capítulo 28.

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-Te juro que si no te duermes, no saldremos mañana.- Ordenó mientras me daba mi vaso con leche caliente.

No puedo dormir, llevo de hecho varios días en los que no duermo de noche.

Giré los ojos y me senté para tomarme la leche.

-¿Porqué me malcrías tanto?- Pregunté antes de dar el primer trago. Es tierno, pero no comprendo; no la trato como se lo merece ¿Entonces porqué siempre está cuidando de mí como si fuera un bebé?

-No te malcrío, necesitas que alguien te conscienta a parte de tu papá, que por cierto no debe tardar en llegar.- Besó mi frente y se dispuso a salir de la habitación.

-Leonsito.- Se giró a verme desde la puerta.- ¿No dormirás aquí conm...

-No, eso ni lo sueñes.- Dijo en tono divertido y salió sin más de mi habitación... o eso quiso porque la puerta volvió a abrirse.

-Caleb, quiero preguntarte algo.- Preguntó desde la puerta mirando sus manos.

-Dime, chinita.- Coloqué el vaso en la mesita de noche y me incorporé mejor.

-¿Porqué no fuiste al entierro de Sophia?- La miré atentamente, no paraba de mover sus ojos para evitar los míos.

-No me siento bien.- Sopesé mis palabras.- Creo que ella no quisiera verme ahí luego de lo mal que la he tratado.

-Sabes de sobra que eso no es cierto.- Caminó unos pasos y tomó el vaso, se acercó a mi rostro y acarició mi mejilla.- Iremos mañana, luego tiraremos mis pastillas y luego iremos a comer.

Sólo asentí. ¿Cómo decirle que no a semejante mujer tan hermosa?

La puerta de mi habitación se cerró y yo me acomodé para poder dormir. Al momento mis ojos se cerraron con la imagen de Sara-Lee en ellos.

***

-Chinita.- Ella me miró desde el asiento del copiloto mientras se quitaba el cinturón de seguridad.- Me siento mal, vamos a casa.

-¿Ah si? ¿Qué te duele?- Preguntó ella, divirtiéndose por mi cara de malestar falsa.

-Me duele el cabello.- Ella me miró e hizo el intento fallido de retener una carcajada. La miré con cara de pocos amigos.

-No seas tonto, Caleb.- Se acercó y besó mi mejilla con dulzura.- Te prometo que solo será media hora. Luego haremos el resto de lo que teníamos planeado.

Asentí no muy convencido y comenzamos a caminar con dirección a la tumba de mamá.

El pasto estaba húmedo y el sol reflejaba las sombras de las lápidas en este. No era un día muy gris pero todo es deprimente en un cementerio. Llegamos a la tumba de mamá.

"Madre, hija y amiga. Serás recordada hoy mañana y siempre. Sabemos que Dios cuidará de ti."

Eso es lo que tenía grabado la lápida aparte del nombre de mi madre... "Sophia Alynna Jhonson"

La mujer más hermosa del mundo ante mis ojos. Y luego estaba Sara-Lee.

Miré unos segundos la lápida, intentando aceptar que era mi madre la que estaba frente a mi. Sara-Lee se acercó y entrelazó sus dedos con los míos.

-¿Quieres decirle algo?- Negué con velocidad.

-No estoy tan loco ¿Sabes? No le hablo a los muertos y menos a sus tumbas.- Contesté, intentando sonar relajado.

-No es que estés loco, pero podría ser curativo...- Hizo una pausa y me miró a los ojos.- Dile algo que hubieras querido decirle.

Dudé unos minutos. La verdad es que me sentía muy estúpido pero no tenía nada de malo sacarlo de mi. Regresé mi vista a la lápida y la leí seis veces antes de hablar.

HUG ME.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora