Como gordo en tobogán

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Decir que la vida de Kyle Zhang había sido dura era poco.

Perdió a sus padres cuando apenas tenía la capacidad de entender lo que estaba ocurriendo, y quizá como método de sanación psicológica se auto-impuso la responsabilidad de cuidar de su hermano menor, mientras el destino les peloteaba de un lado a otro. Por un par de años fueron pasados de mano en mano por distintos familiares lejanos llenos de buenas intenciones pero pobre ejecución.

Terminaron por ser dejados en el sistema de adopciones, dando fin a una agonía emocional para dar inicio a otra. Y es que para cuando llegaron al orfanato ya habían salido de la edad ideal para ser adoptados, lo cual quería decir que se quedarían ahí hasta que cumplieran la edad en que dejas de ser el problema del gobierno.

Su gran amor por la cocina había nacido en el mismo orfanato donde creció ayudando a preparar los alimentos para los 150 niños que habían ahí. Empezó rompiendo huevos y ayudando a limpiar, pero conforme fue creciendo y se hizo más evidente que nadie le iba a adoptar, se le asignaron más y más responsabilidades hasta terminar encargado del comedor cuando tenía 18. Así había podido quedarse un año extra en ese lugar en lo que su hermano dejaba el sistema.

Otro de los beneficios indirectos que vino de la cocina fue el aprender a conducir la motocicleta de reparto: era práctica y rápida para ir y venir al mercado o la tienda más cercana. Con la motocicleta vinieron las amistades con las comunidades de bikers locales, con las amistades el gusto por más motocicletas, con ellas vino también el gusto por las prendas de cuero y su peinado rebelde, y para finalizar el estilo lo completó con el cigarro.

Cualquier persona que viera su expediente y la pinta de matón que se cargaba, con la chamarra de cuero y la motocicleta, creería que Kyle era problemático. Pero no. Estaba muy alejado de la realidad. Él siempre había sido callado, reservado y medido con todo lo que hacía.

Él era tranquilo.

Pero Kevin... era otra historia.

Kevin, su hermano, era un revoltoso de lo peor. Su vida era una cadena de malas decisiones: insubordinación en el salón, fumar en los baños, grafiteo, huir del orfanato, meterse en peleas callejeras y bares, consumir drogas y acostarse con todas las mujeres equivocadas, eran sólo algunas de las cosas que había hecho a través de su vida.

Tal vez era en parte culpa de Kyle, quién siempre lo solapaba y terminaba sacándolo de apuros. De niños ésto significaba justificarlo y tomar la culpa de sus acciones. Pero cuando se volvieron adultos fue el ir a salvarlo de peleas y darle dinero.

Era por Kevin que Kyle sabía como dislocar un hombro, la razón detrás de su largo historial de arrestos por peleas y el por qué casi no tenía ahorros.

Kyle sabía que su situación se había vuelto insostenible, y su mudanza a la Ciudad de México desde San Fransokyo había sido un intento por alejarse y dejar de salvar a su hermano de cada problema para poder reparar su propia vida. Cuando su jefa decidió mudar su cafetería y de paso abrir un restaurante al país del sur, le dio la oportunidad de irse con ella y su sobrino, y no era de extrañarse: tanto Cass como Hiro le habían insistido de algo de distancia de su hermano sería buena para su salud mental y física.

Aun así, se lo pensó mucho antes de aceptar la mudanza después de tener que ir a sacar de la cárcel a su hermano una vez más. La culpa se lo comía vivo de pensar en quién sabe qué problemas se metería en cuanto él no estuviera, y a veces era difícil saber cuál era la decisión correcta.

Después de mucho debatir, esa noche había decidido recoger su vida sin mirar atrás para no arrepentirse, subirse a su moto y seguir a su jefa hacia el país del sur. Temió que su hermano fuera a intentar detenerlo pero lo había tomado con relativa calma, solo pidiéndole que le dejara algunos meses de renta adelantados para no padecer. Se los dejó en efectivo en un sobre en la mesa de la cocina antes de partir.

As de CorazonesWhere stories live. Discover now