— Creo que ya estoy aprendiendo a saber cuándo se acercan.

Sonrió, recargándose cerca, no sabía qué estaba cocinando, pero había carne y se veía bien, eso bastaba.

— ¿Somos tan sigilosos?

— Algunas veces me sorprenden, son demasiado grandes como para no hacer ruido.

— Te acostumbrarás a nosotros.

— Ya lo estoy haciendo.

— Hablando de eso, saldré con Yuuki y Luna de compras, me gustaría que Bruno y tú nos acompañaran.

Camila lo observó.

— No estoy preguntándote si tienes dinero así que no comiences con eso, además, podrías tomarlo como tu primer pago.

Suspiró.

— Por la tarde, te espero.

Salió de la cocina y se topó con Chris, su omega lo miró.

— Arthur regresa hoy por la noche.

— ¿Terminó?

— Sí, irá con la presidenta Shin a dejar su reporte y vendrá para acá a dártelo a ti.

•••

Yuuki y Bruno parecían estar especialmente interesados en hablar sobre los lobos, su compañero estaba demasiado activo en ese tema desde que su padre y él le habían explicado sobre el cambio. Le emocionaba saber que se interesaba por su naturaleza, pero eso no quitaba que todavía sintiera demasiado miedo, miedo a lo que fuese a pasar, a perderlo. Era algo que ni si quiera quería pensar, se reprendía mentalmente cada vez que se sorprendía pensando en ello, pero tampoco podía evitarlo.

Camila, contrario a ambos chicos, se mantenía en silencio, observando a través de las ventanas. Se veía tranquila y en paz, su rostro había cambiado bastante desde que había llegado a su casa, podía ver el cambio en ella, ya no era la misma mujer indefensa que había llegado semanas atrás, se le veía un poco más segura de sí misma y, sobre todo, ya no podía ver la i mensa tristeza que reflejaban sus ojos. Se alegraba demasiado de haber llegado a su vida, pues, de una forma u otra, había ayudado a cambiar su destino y el de su hijo.

Bruno sostenía la mano de su madre cuando entraron al centro comercial, Yuuki por su parte se aferraba a su brazo; quería tranquilizarlo, pero sabía que tenía miedo a que sus padres fuesen a aparecer en algún momento, incluso él se sentía de esa forma.

— Entonces... —dijo cuando entraron en una tienda de ropa—. Vayan a su negocio.

Camila sonrió, ella sabía a lo que se refería, se negaba a hacerla sentir incómoda, sabía que había cosas que eran íntimos y él no debía estar presente, así que tenía que dejarla libre.

Se alejó un poco con su compañero, pero siempre manteniendo un ojo en ambos, él era responsable de su seguridad y se aseguraría, por todos los medios posibles, de que nada les pasara, nunca.

— Tendrás que escoger mi ropa nuevamente —dijo Yuuki.

— ¿Te molesta que lo haga?

Su compañero negó.

— Sólo quiero algo suave.

Sonrió.

— Comenzará a hacer frío pronto, creo que es buena idea comprar ropa el frío.

— Entonces dime qué y yo me lo pruebo.

Observó la sonrisa de su compañero, se veía tranquilo, apacible, sobre todo en comparación a como había llegado a su casa, no quería hablar con nadie, pero poco a poco comenzaba a soltarse. Comenzó con las playeras de manga larga, el cuerpo de Yuuki aún era demasiado delgado, los suéteres se veían algo holgados y, a pesar de que eso lo hacía lucir muy tierno, también le preocupaba un poco. Quizás después de reclamarlo, pudiese recuperar peso o músculo y no tendría que preocuparse por alguna enfermedad causada por su bajo peso.

Con los ojos del alma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora