1. ¿El sargento se confesó?

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Todos están en el comedor, a excepción de Eren, está castigado por iniciar una pelea a golpes con Jean. Debe limpiar las caballerizas y bañar los caballos de los Sargentos Hanji y Rivaille, además de no comer hasta la cena.

—Tch —refunfuñó para sí mismo—. Estúpido Jean —maldice a el chico cabello bicolor que ni siquiera está ahí, pero que repasa la pelea de ese mediodía en su mente cada vez que puede, convenciéndose cada vez más de que él no tuvo la culpa, pero está seguro que todos están contra él por ser un titán. Y esa idea lo enoja aún más.

Comienza a enjabonar con más fuerza al pobre caballo y éste se queja.

—Ey, mocoso, más cuidado con el caballo —Eren dio un brinco y volteó hacia quién le hablaba, quién no era nadie más que el Sargento Rivaille.

—¡S-sargento! —gritó mientras se ponía en posición de firmes—. ¡Lo siento!

—Cálmate, hoy no tengo intenciones de golpearte —dijo calmado, como siempre.

—S-sí —respondió el castaño relajando su cuerpo dejando su posición—. Sargento, ¿por qué no está en el comedor con los demás? —preguntó curioso el adolescente.

—¿Eh? ¿A ti que te interesa eso? —respondió el azabache desviando la mirada de la de Eren.

—¡Ah! ¡No! Sólo era curiosidad.

—Pues deberías de terminar de bañar caballos antes de estar de curioso.

—Ehh, ¡sí! estaba apunto de acabar —dijo desviando la conversación y retomando lo que hacía agarrando la cubeta de agua para quitar el jabón del caballo. Mientras Rivaille continuaba ahí de pie. Cuando terminó, Eren volvió a preguntar—. ¿Qué pasa, Sargento? —mientras se miran fijamente los ojos por varios segundos, el Sargento despega lentamente sus finos labios y dice algo.

—Me gustas, cadete —después de decir esas tres palabras cualquiera se sentiría apenado o tal vez se sonrojaría, pero el Sargento y el Cadete seguían mirándose directamente a los ojos, el azabache como siempre serio, jamás parecería una broma, aunque con lo que acaba de decir juraría que fuera una. Mientras, Eren lo mira confundido, como si no habría escuchado bien lo que definitivamente escuchó, pero de un momento a otro su rostro cambia de confusión a preocupación y al ver eso el Sargento desvía su mirada hacia el suelo—. Tch —chasquea la lengua mientras se da la media vuelta para salir de la caballeriza, dejando a Eren con todas las dudas que probablemente no lo dejarían ni dormir esa noche.

Me gustas, cadete.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora