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–-¿Por qué tardas tanto, amor? –-gritó Emilio desde afuera, estaba un poco desesperado y preocupado —me estás preocupando.

Joaquín definitivamente no sabía qué hacer. No quería que su novio lo viera con maquillaje, aunque sólo fuera un poco sí se veía, y le daba muchísima pena. Así se suspiró un par de veces y caminó hacia la puerta.

—¿Emi? —preguntó con temor.

Emilio reaccionó rápido y se acercó aún más.

—¿Qué pasó, bebé? —el rizado estaba real, pero realmente muy preocupado, en serio, ¿qué estaba pasando? ¿por qué no lo dejaba entrar?

—Emilio —dijo y éste soltó un suave "¿sí?" —prométeme, por favor, que no te vas a burlar.

—¿A burlar? —Sí, definitivamente Emilio estaba muy confundido, ¿a burlar de qué? joder, no entendía nada —¿A burlar de qué, Joaquín? no entiendo ni madres, ya ábreme la puerta, por favor.

—¡Okay, okay!

Joaquín suspiró con milésima vez y llevó su mano a la manija de la puerta, y con lentitud la giró, abriéndola sólo un poco, de inmediato caminó hacia atrás, alejándose un par de metros. Pensó en voltearse, pero vamos, de todas formas iba a verlo.

Emilio vio que la puerta fue abierta, pero no completamente, así que la empujó y entró a la habitación, pero se paró enseguida.

Joaquín estaba parado observándolo con temor, y lo miró, su novio vestía con unos pantalones blancos ajustados y tenía una playera básica negra, calzaba de sus botas cafés, esas botas que se le veían enormes en un cuerpo tan chiquito, y que lo hacían ver aún más tierno.

Subió la mirada a su rostro y lo vio. Aquellas delgadas líneas negras perfectamente hechas por encima de sus hermosas y largas pestañas.

Emilio abrió más los ojos y parpadeó, Joaquín estaba asustado, creía que a su novio le iba a avergonzar, y que ni loco saldría con un chico que usaba maquillaje. Sabía que Emilio era de mente muy abierta, siempre recordaba que todas las personas eran iguales y que la ropa no tenía género, era una persona simplemente hermosa, y Joaquín lo amaba, pero el miedo seguía ahí.

—¿E-Emi? —preguntó con temor, ya que el rizado no decía nada —di algo, por favor.

Emilio se lamió los labios y pasó saliva, comenzó a caminar lentamente hacia su pequeño novio, cuando estuvo frente a él, llevó sus manos a sus mejillas, acariciándolas suavemente. Lo miraba directo a los ojos, observando aquel delineado perfecto, se veía demasiado bien en los ojos de su novio, sabía que Joaquín tenía miedo, lo podía ver, y él sólo no podía hablar, porque se había quedado sin palabras, porque su chiquito se veía increíble, porque Joaquín era real y totalmente perfecto.

—Joder —susurró el rizado.

—¿Q-Qué pasa? —preguntó Joaquín, mirándolo también a los ojos.

—¿Que qué me pasa, bebé? —preguntó Emilio incrédulo, —¿que qué me pasa? —repitió y se lamió de nuevo los labios, Joaquín sólo asintió lento —te ves —suspiró —de puta madre.

Joaquín abrió sus ojos como plato y llevó sus manos a las muñecas de Emilio, —¿Qué?

¿Qué?

—Mi amor, oh, santo jesús —dijo el rizado, y con una de sus manos recorrió un poco del cabello de Joaquín, ya que estorbaba un poco su frente —te queda muy bien, bebé —sonrió en grande, sus ojitos haciéndose un poco más pequeños.

—¿E-En serio? —preguntó Joaquín, ahora incrédulo —Emi.

El menor sabía que Emilio no lo iba a tomar mal, bueno, en el fondo lo sabía. Pero tampoco esperó que lo tomara tan bien. Okay, había salido mejor de lo que esperaba, pero aún así no loco saldría a la calle así.

—Te ves hermoso, Joaquín —Emilio seguía sonriendo, y luego juntó su frente a la de su novio y éste cerró sus ojitos.

Y el rizado pudo ver mejor ese perfecto delineado, es que, joder, era precioso, su novio era hermoso y demasiado bonito, y demasiado perfecto también.

Emilio cerró sus ojos también, y movió su rostro de un lado a otro, Joaquín siguiéndole, y así formando un pequeño beso esquimal.

—¿Nos vamos entonces? —la voz del rizado hizo al menor abrir los ojos, y fruncir el ceño, alejando su rostro un poco, Emilio abrió los ojos confundido —¿Qué pasa? —preguntó.

—No pienso salir así —rió sin gracia y negó con la cabeza.

—¿Por qué? ¿qué tiene?

Emilio estaba confundido, ¿por qué no quería salir así? Le había quedado padrísimo, demasiado. Y quería presumir a su lindo novio. A parte, se le veía increíblemente bien, podría asegurar que mucho mejor que muchas otras chicas.

—¿Cómo que qué tiene, Emi? —miró triste a su novio, y éste sólo se encogió de hombros —soy un chico —susurró y bajó su mirada.

Oh, no, no.

—No, no, no, —casi gritó Emilio y negó muchas veces con la cabeza —haber, Joaquín —lo miró algo enojado y su mano fue a la barbilla del menor, subiéndola para que lo mirara —¿y eso qué, mi amor? eso es lo de menos, el maquillaje no sólo es para chicas, esos son sólo estúpidos estereotipos. Si tú te quieres delinear los ojos, hazlo, si quieres ponerte de esa cosa para las pestañas también puedes hacerlo, si quieres pintarte los labios hazlo —los ojos de Joaquín estaban ya húmedos, —porque es tu vida, bebé, y es tu cuerpo, y tú haces lo que a ti se te dé la gana con él, ¿comprendes?

El labio inferior de Joaquín empezó a temblar, y pronto de sus ojos salieron un par de lágrimas, mordió su labio y llevó sus manos al cuello de Emilio, abrazándolo con fuerza, éste rodeó su pequeña cintura y lo apretó hacia él.

—Gracias, amor, muchísimas gracias —le dijo Joaquín, su voz un poco cortada —te amo.

—Yo te amo más, Joaco —se separó y regresó sus manos a sus mejillas, limpiando las lágrimas de su pequeño, —no llores, porque esa cosa se va a correr —Joaquín sonrió grande, hoyuelos formándose por encima de sus mejillas, tierno —Ahora vámonos —se alejó y entrelazó su mano con la de su novio.

Cuando estaba a punto de voltear a la puerta, Joaquín apretó su mano y lo detuvo, el rizado lo miró confundido.

—No sé si estoy listo para salir así a la calle —dijo el menor y se mordió su labio inferior.

Emilio parpadeó y le sonrió con seguridad.

—Si no estás listo no te voy a obligar, amor, sólo recuerda que no tiene nada de malo ¿okay?

Joaquín asintió y salió de la habitación, regresando después con una botellita de desmaquillante y un par de algodones. Se paró frente a su espejo y comenzó a pasar el algodón húmedo por sus ojos, retirando las líneas negras. Emilio sólo lo observaba.

—Listo —Joaquín se levantó y caminó hacia su novio, ahora él entrelazando sus manos —vamos.

Joaquín sonrió, porque sabía que podía confiar en Emilio y éste no le iba a decir nada malo. Porque le había dicho que se veía muy bien y le dio muchísima confianza, pero como dijo, no estaba listo para que la gente lo vea, porque, después de todo la sociedad era aún algo cerrara y lo miraría mal, y aunque no quisiera no le era fácil ignorarlo.

Quizá después, paso a paso.

makeup [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora