La vida de Violeta era tranquila y normal, como unas vacaciones, hasta que la internaron en el Internado de Atenciones Especiales.
Y conoció a Alec, y se topó con varias puertas cerradas. Que solo ella podía abrir.
Nunca sabes lo que puede esconde...
Mis padres son los que han decidido traerme aquí, pensando que me van a cuidar mejor que en casa. Dicen que lo hacen por mi bien, pero yo no entiendo cómo van a hacerlo por mí bien si ni me han preguntado a mi. Creo que suponen que como son más mayores y normales y yo pequeña y especial, pueden decidir mis decisiones por mi. Pero no es así.
Yo creo que se deberían de escuchar todas las opiniones antes de tomar una decisión que afecte a otra persona.
Pero tampoco tengo mucho tiempo para pararme a pensar sobre eso, ya que el señor que me ha traído hasta aquí me adelanta, con mi maleta en la mano.
Es un hombre bajo y gordo, con la cara llena de arrugas y la cabeza demasiado grande en proporción a su cuerpo, que tampoco es que sea muy pequeño.
Me veo obligada a caminar detrás de él, ya que tiene mi maleta y no me fio nada de el señor.
Entramos en un edificio, bastante anticuado, que igual podría servir para una película de miedo que para una de los X-men.
Nos adentramos por un hall, de donde empiezan a salir niños, mirándonos expectantes, intrigados ante mi visita. Sentir todas las miradas de la gente en mi nuca me incomoda mucho más de lo que cualquiera pueda llegar a pensar .
Siempre he pasado desapercibida ante todos, como si no existiera, y ahora pasar a ser el centro de atención de tanta gente hace que quiera volverme corriendo a mi casa. Pero no puedo, porque el señor que lleva mi maleta no deja de avanzar entre la gente, golpeándolos levemente con mi maleta, abriendo un pasillo.
Se para en el umbral de una habitación, de tamaño mediano, muy sencilla, con las paredes blancas y el suelo de parqué.
Mientras el hombre deja mi maleta en una de las camas que hay en mi habitación, me fijo en una niña, que está sentada en el suelo, pintando algo con una forma extremadamente fea. Cuando salgo de mi empanamiento con la niña, y veo que mi maleta ya está en la cama, prácticamente me lanzo a agarrarla, sacando el desinfectante que tengo dentro y limpiando mi maleta y todo lo que pueda limpiar cerca mío.
Cuando acabo de limpiar todo y me voy a girar hacia la niña, que estaba en el suelo, veo que se ha levantado y se ha puesto justo a mi lado, dándome un susto de muerte.
Su piel es extremadamente Blanca, tanto que parece un fantasma, y lleva el pelo, muy rubio, recogido en dos trenzas.
Se acerca más a mi, con su dibujo en la mano. Ahora puedo distinguir lo que parece una forma de perro, pero un poco más amorfa.
-¿Te gusta?
-Es el dibujo más feo que he visto nunca. Creo que deberías romperlo, quemarlo y enterrarlo, para que nadie tenga que verlo nunca más.
Ante mi respuesta se encoge de hombros, y vuelve a lo suyo. Pero sé que quiere preguntarme algo, lo noto porque no deja de mirarme de reojo mientras deshago mi maleta.
-¿Qué quieres?- me está empezando a molestar su poco disimulo.
-¿Cómo te llamas?
-Violeta, pero llámame Vi, o Viol, o Violet.
-¿No te puedo llamar Violeta?
-No- respondo, tajante.
-¿Porqué?
-Porque tiene número de letras impar, cinco. Y yo odio los números impares.
-Eres rara, Vi.
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Hola! ¿Qué os ha parecido? ¿Qué pensáis de Vi? ¿Y de la niña rubia?
Me encanta el poco tacto de Vi, la define tanto. Y me hace tanta gracia.
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