Con el pánico a flor de piel, fue por su teléfono móvil y un par de zapatos bajos, además de sus llaves, debía encontrar a su híbrida, no dejaría que nada malo le ocurra al amor de su vida. El aparato se encontraba en su oído, corrió por las escaleras del edificio hasta salir, con el timbre de marcado resonando una y otra vez, ella no se daría por vencida.

¿Dónde comenzar a buscar? ¡Aquello no importaba! Sus pies avanzaban de manera automática, corriendo entre las calles infestadas de personas, mirando de un lado hacia el otro en búsqueda de pistas, pero nada. Incluso al verse en medio del gentío en la estación de metro, no dejó de buscar.

–¿Estaría escapando? – Comentó alguien junto a la pelinegra.

–Quizás. – Le respondió otro sujeto. – Aunque no sé porqué, ahora los híbridos lo tienen todo y se hacen los difíciles. –

–Sí, tienes razón. Quizás le hizo un favor a la humanidad al arrojarse a las vías. –

–Sí... aunque igual nos jodió, ahora hay que seguir esperando. –

No.

Seulgi no quiso seguir escuchando esa conversación. Bajó su teléfono y con los ojos humedecidos, trató de ver donde estaba en centro de la conmoción. No muy lejos, un grupo de personas llevaba una camilla con una bolsa negra cerrada sobre ésta.

No.

La joven corrió una vez más, obviando el ardor en sus músculos.

–¡Irene! ¡Irene! – Gritó tratando de acercarse a la camilla.

–No puede acercarse. – Le comentó uno de los sujetos que rodeaba el lugar.

–¡Necesito saber si es mi híbrida! ¡Irene, Irene soy yo! ¡Seulgi! – Gritó la pelinegra, en medio del llanto.

–Contrólese. -- Le dijo el tipo. – La híbrida andaba sola. –

–¡Si es ella puedo probarlo! – La desesperación hizo que Kang buscara en su galería una de las tantas fotografías de la castaña. – ¡Ella es mía, es mi novia! ¡Irene, Irene volvamos a casa! –

Y el hombre lo comprendió. Juntando sus labios en una línea, hizo un ademán para que se detuvieran con la camilla.

–Sí, es suya... entréguensela. –

Seulgi no perdió tiempo y corrió hacia la camilla, abrazando dulcemente a la bolsa y entonces reaccionó. Rompió el material con furia, encontrándose con el magullado cadáver de la castaña que había robado su corazón, y entonces, su alma se volvió añicos.

–Irene...– Susurró negando con las mejillas humedecidas. – Yo te amo...no te vayas. –

Pero ya era demasiado tarde.


🐾🐾🐾🐾🐾


Los trámites habían sido amargos, engorrosos y, sobre todo, deprimentes. Irene se había ido y con ella, todo rastro de felicidad del cuerpo de Seulgi. Al menos podría darle un entierro digno, una ceremonia en la que pudiese demostrarle todo el amor que le tenía a la castaña, el que permanecería intacto a pesar de la muerte.

Necesitaba una ducha, y no fue hasta que dio un paso al interior de su departamento que lo recordó. La ira se apoderó de Kang, empuñando sus manos a medida que ingresaba en el lugar. Tanto el felino como el conejo, estaban sentados en uno de los sofás de su living y no pudo contenerse más.

–Por su culpa. – Pronunció en cuanto tuvo su atención.

Jimin iba a abrir la boca para agradecer, mas guardó silencio al ver la expresión de la chica. Jeon tomó la mano de su novio, estaba dispuesto a todo por el calicó, no dejaría que lo continuaran dañando.

I'm gonna bite you [ KookMin ]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum