02 "Ingrid Bergman"

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El tiempo se había detenido para ella. Sus latidos habían comenzado a adquirir un ritmo temerosamente rápido mientras sus manos empezaron repentinamente a sudar. No quería hacerlo, pero sin más opciones, puso la tijera a un lado y se giró a ver el responsable de aquella voz que tanto conocía.

¿Kim Fiore? – repitó él, esta vez un tanto más entusiasmado mientras finalmente lograba tener una imagen más amplia del rostro de la chica.

Ella lo observó, sintiendo todas aquellas memorias llegarle como un terremoto a gran escala. El rostro del chico estaba parcialmente cubierto por un cubre bocas acompañado por una gorra, ambos de color negro, sin embargo, ella sabía claramente quién era.

Jimin. – su voz salió en un susurro ronco.

Ella estaba tratando con todas sus fuerzas que su voz no se quebrara, pero los sentimientos eran demasiado abrumadores haciéndosele un tanto difícil controlarse. Él se quitó el cubre bocas decidido a decir algo pero fue interrumpido por un jadeo proveniente de la parte trasera de la tienda. Fiore se volteó exaltada a ver al causante.

– Park Jimin. – exclamó en un susurro Minseo, ahogando un gemido de asombro.

Fue en ese entonces cuando Fiore realmente temió por el chico, ya que Minseo a pesar de que no era una admiradora fiel de ellos, si sabía quiénes eran y parcialmente los apoyaba.

– No lo puedo creer. – su boca estaba entreabierta mirándole hipnotizada mientras él rápidamente se ponía de vuelta el cubre bocas y permanecía estático en su lugar. Fue entonces cuando Minseo movió su vista a la chica que estaba a unos centímetros de él y frunció el ceño en confusión. – ¿Se conocen?

– No.

– Sí.

Respondieron al unísono.

Fiore se volteó a ver a Jimin confundida por su respuesta ya que esperaba que lo negara al igual que ella. Para su sorpresa él la miraba igual de confundido. Sin embargo, el timbre de la floristería volvió a sonar rompiendo aquel silencio incómodo que se había formado.

– Yo me encargo. – respondió Minseo, su voz saliendo demasiado rápido para sorpresa de ambas. Sin embargo, antes de que Fiore pudiera decir algo ya Minseo se encontraba atendiendo al nuevo cliente.

– ¿Trabajas aquí? – preguntó el chico en busca de entablar una conversación con aquella joven que tantos recuerdos le traía.

Fiore volvió su vista a él e inhaló nerviosamente mientras se movía a una esquina de la floristería, cerca de las rosas rojas. Jimin la siguió en silencio en espera de su respuesta y estando finalmente de espaldas a la entrada y a la chica junto al cliente, bajó su cubre bocas lo suficiente para que su boca estuviera al descubierto, dejándolo descansar en su mentón.

– En realidad...– ella mordió su labio inferior mientras jugaba con sus dedos. – soy la dueña.

– ¿Enserio? – su tono de voz subió en claro asombro. Ella lo miró nerviosamente mientras se fijaba en Minseo que desde lejos le daba pequeñas miradas a los dos. – Lo siento. – susurró él dejando escapar una pequeña risa.

Sin poder evitarlo ella sonrió, sintiendo como sus pecho se inflaba de ternura y a la misma vez de nostalgia, al escuchar aquel sonido que hacía tanto tiempo no escuchaba.

– No me esperaba eso. – contestó Jimin ahora sonriendo por igual. – Es increíble. – dijo refiriéndose al lugar, sin embargo su vista permaneció puesta en ella.

– Gracias. – susurró Fiore, sus pómulos adquiriendo un tono levemente rosado. Sin embargo, luego lo miró seriamente. – ¿Qué haces aquí, Jimin? – preguntó sin poder evitarlo. La pregunta pareció haberlo tomado desprevenido ya que carraspeó y se removió en su sitio.

– Mi hermano se casa. – respondió finalmente.

– ¿Jihyun? – su voz estaba cargada de sorpresa.

Fiore había visto a su hermano solo una vez y había escuchado muy poco de él, pero de por sí sabía que era menor que Jimin, por al menos dos años.

– Lo sé, también me tomó por sorpresa a mí. – sonrió tímidamente.

Fue entonces cuando Fiore recordó a la señora de hace poco.

– ¿Acaso, tú mamá era..– comenzó su pregunta insegura, temiendo terminarla.

– Sí, esa era mi madre. – sonrió y sus ojos se iluminaron, inevitablemente mostrando el cariño que tenía por aquella mujer.

Fiore asintió un poco sorprendida y confundida, ya que nunca había imaginado que aquella dulce señora fuera su madre. Por otra parte, no estaba segura de porqué su hermano quería hacer una boda en un lugar como aquel, pequeño y aislado, sin embargo decidió no preguntarle a Jimin.

– Estaré aquí por tres semanas. – exclamó el chico tomando por sorpresa a Fiore. Ella lo miró con la boca entreabierta, asombrada por el tiempo en que estaría allí. – El grupo está de vacaciones. – explicó sonriendo mientras trataba de retener el entusiasmo que sentía.

– Oh. – dijo Fiore, realmente sin saber qué decir. Su corazón parecía querer salirse de su pecho mientras sentía que si hablaba demás su voz temblaría del nerviosismo. – Eso es estupendo.

– Sí. – susurró Jimin y bajó la vista al suelo. – ¿Qué tal si nos vemos luego? – preguntó nervioso mientras permanecía con la vista baja y mordía suavemente su labio inferior.

Fiore sintió el tiempo detenerse nuevamente. Comenzaba a dudar si todo aquello realmente estaba sucediendo.

– Claro. – contestó en un suspiro. No se había dado cuenta que había dejado de respirar hasta que finalmente habló.

Los ojos de Jimin volaron hacia los de ella buscando conectar sus miradas y lográndolo sin mucho trabajo. Sus ojos brillaron mientras le dedicaba una sonrisa única, haciendo que Fiore sintiera que sus piernas cederían en cualquier momento.

– De acuerdo, nos vemos. – le dedicó una última mirada y finalmente se fue de la floristería, no sin antes volver a colocarse el cubre bocas.

Fiore dejó escapar un gran suspiro y sin poderse aguantar más se recostó del estante a un lado ella en busca de soporte. Colocó su mano libre en su pecho sintiendo los latidos desenfrenados de su corazón mientras trataba de calmarse.

– Wow. – exclamó asimilando lo sucedido anteriormente, sintiendo poco a poco como su cuerpo comenzaba a relajarse.

Sin saberlo su vista se posó en las flores a su lado y observó el color rojo vivo de las mismas. Las rosas Ingrid Bergman sobresalían de entre las que habían en aquella floristería, llamando la atención de todo aquel que ponía pie en la tienda. Con delicadeza tomó una en sus manos, teniendo cuidado con sus pequeñas espinas, y la admiró con un sentimiento mayor al amor.

Aquella rosa era una de las favoritas del mundo, habiendo ganado numerosos premios y siendo una de las más vendidas. Era una rosa resistente a la mayoría de las enfermedades y a la lluvia, logrando evitar podrirse y que algunos capullos no llegasen a abrirse. Sin embargo, a pesar de su asombrosa resistencia y sistema de defensa, era una flor delicada al igual que todas las otras rosas. Es por esto que sin poder evitarlo, Fiore vio a Jimin representado en aquella flor. Tenían tanto en común, no solo por su fama, sino también porque ese chico era tan fuerte pero a su misma vez delicado, tan delicado, y ella muy bien lo sabía.

Una sonrisa triste se formó en sus labios y una lágrima rebelde bajó por su mejilla. Los recuerdos se amontonaban como nieve en una montaña. Sin embargo, no queriendo romperse allí, limpió la lágrima e inhaló una bocanada de aire en busca de guardar todos aquellos sentimientos que tanto querían salir.

– Necesito toda la información. – escuchó la voz de Minseo a sus espaldas y se volteó sorprendida a verla. Minseo sonreía emocionada pero al contemplarla alzó las cejas un tanto sorprendida. – Ok, la necesito ahora mismo.

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