DRAGONFIRE ━ rhaegar targaryen.

01. ━ Dragons and Lions.

01 | DRAGONES Y LEONES.

Lannisport, 277 d. C.

El estandarte negro con el imponente dragón tricéfalo en color rojo de los Targaryen ondeaba en el aire mientras el grupo de personas que acompañaban a la familia real en aquel viaje iba acercándose a las puertas de Casterly Rock. El primero en entrar fue el rey, Aerys II Targaryen, quien con una expresión gélida luego de desmontar de su corcel, se acercó al Lord de la Roca, Tywin Lannister. El león lo recibió con la misma emoción mostrada.

El siguiente en bajar de su semental negro fue un joven de cabellos plateados, los cuales resaltaban debido a los colores de su casa que acaparaban la vestimenta que llevaba. Aquél no podría ser otro que Rhaegar Targaryen, el príncipe heredero de Westeros. Para disgusto de la Luz del Occidente, quien hubiera preferido finalmente admirarlo de cerca, él en lugar de acercarse a quienes lo hospedarían junto con su familia, se dirigió hacia el carruaje real y tras posicionarse junto al pequeño grupo de doncellas que esperaban a alguien, extendió una mano hacia el interior.

Al instante esta fue tomada por una más pequeña, después emergió una menuda figura. El vestido rojo con pequeños rubíes decorando la parte del busto todavía en crecimiento y el collar de plata con forma de dragones entrelazados fue lo que llamó la atención de Cersei Lannister, quien se imaginó a sí misma portando con orgullo el dragón de los estandartes, que llevaban los abanderados, cuando su matrimonio con el Príncipe Dragón por fin se concertara.

El cabello como plata líquida de la chica le confirmó de quién se trataba. Jamás la había visto personalmente, a pesar de haber estado un tiempo en King's landing. Sabía de ella lo justo: era dos años mayor que los gemelos Lannister y, según los rumores, poseía una gran belleza digna de su ascendencia valyria. Aquella adolescente era la aclamada Luna de Plata¹ y la única princesa de los Siete Reinos, Vaelys Targaryen.

La jovencita llevaba en brazos, envuelto en un montón de mantas, a un bebé que dormitaba sin preocuparse de nada. Él era el motivo por el que su señor padre realizaba ese torneo. El dorado y plateado de su cabello no dejaba lugar a dudas de su identidad, ese era el pequeño príncipe Viserys. Había escuchado rumores sobre él: nació el año pasado, siendo pequeño pero robusto y decían que era más hermoso que cualquier otro niño en los siete reinos. La leona lo dudaba seriamente. Pues, aunque su sangre era la de dioses y dragones, jamás sería tan hermoso como Rhaegar.

Jaime Lannister no dijo nada al respecto, pero se percató cómo su gemela miraba con cierto recelo a los príncipes mayores, que parecían ignorar todo a su alrededor. Para él, no era más que un inocente intercambio de hermanos: la joven Targaryen sonreía por algo que dijo el príncipe Rhaegar, seguidamente procedió a mirar cortamente a su hermanito y, regresando sus ojos a los del mayor, le respondió. El príncipe asintió, luego pareció dirigir una mano hacia la espalda de Vaelys e incitarla a caminar.