Capítulo 4: Confianza

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Con dolorosa lentitud, llega el invierno. Los días de la niña comienzan cuando se levanta y prepara el desayuno para Ume obaa-san y ella. Tras ello pasan el resto de las horas juntas, ya sea leyendo, tejiendo o con otros pasatiempos como los trucos de magia. Pero en lo que más usan su tiempo, sobre todo en el caso de la niña, es en ir a ver a Kichiro, quien siempre las espera solo en el bosque. Por desgracia, en muchas ocasiones la abuela, quien cada vez se encuentra más débil, no es capaz de salir, por lo que su nieta se interna entre los árboles sin compañía.

Sin detenerse un solo día y con paciencia, ambas vuelven a llenar de a poco la cesta con frutas y verduras para hacerle una ofrenda a Kichiro. Estas cuentan como un pequeño ritual que ayuda a alargar un poco más el tiempo que sus poderes mantendrán la vida de las plantas, estirando quizás tan solo unos días más, la vida de sus habitantes. De otra forma, nadie hará nada al respecto.

Debido al aumento de la escasez, con la llegada del invierno los cultivos ya son casi inexistentes y todo depende de si las reservas duraran hasta primavera. Pero por más tiempo que pase, el milagroso toque de Sachi entra en acción: manteniéndose como si hubiesen pasado tan solo unos minutos desde que las frutas fueron arrancadas del árbol o las verduras retiradas del suelo. Si tan solo los habitantes del pueblo dejasen bendecir su comida de esta manera, sería una historia muy diferente.

A diferencia de su hermano, quien es capaz de mantener fértil las tierras del pueblo si se le da el sacrificio necesario, además de varias otras cosas más, este es el único poder que ella manifiesta.

Cada tanto Sachi debe ir a comprar comida al pueblo. Allí la vista es bastante lúgubre para la niña, a pesar de que el lugar no ha cambiado en lo absoluto. Las casas con techos de tejas, a la izquierda y la derecha, todas recubiertas de nieve, al igual que el camino frente a ella, parece presagiar la llegada de la última estación que este pueblo logrará sobrevivir. Por ahora se siente tranquila ya que no se ha cruzado con nadie, todos la odian, después de todo no hacen más que creer las mentiras del hechicero.

Sucedió hace ocho meses atrás, fue el comienzo de esta desgracia. Aquel hombre se hacía llamar el hechicero de la libertad, pero no hizo más que volcar el resentimiento de todos hacia la familia Tanaka, enjaulándolos dentro de un cruel destino. Sus ojos que parecían leer el alma y su crucifijo, igual al que portan todos los que pertenecen a la familia Fujioka, son algo grabado a fuego en la mente de la niña.

La familia Fujioka es la que ahora dirigue el pueblo en lugar de los Tanaka, ellos no hacen más que fomentar en odio hacia los seres queridos de la niña.

El purgatorio... incluso en esta parte del mundo, Japón, tan alejado de las creencias cristianas, Sachi conoce el significado de esta palabra. Las calles y casas cubiertas de nieve por alguna razón le recuerdan a ese lugar en este preciso momento.

En el pueblo todos usan abrigados kimonos. Cuando se cruzan con la niña o miran para otro lado o le ofrecen filosas miradas, las cuales cada día están más llenas de resentimiento. Pero a pesar de todo el odio que sienten por los Tanaka, Sachi camina con una sonrisa. A pesar de que su falsedad la hace sentir aún peor, no deja que esta sea una excusa para dejar de sonreír, no importa como termine todo, debe actuar como su madre hubiese querido.

Pero no puede evitarlo... se siente como una hipócrita, actuando como si no odiase a nadie. Aun cuando ella no quiere defraudar a su madre, siente como un insípido sentimiento que poco a poco germina dentro de ella.

Cuando su madre aún estaba viva, Sachi no actuaba como una mentirosa. A pesar de que tenía miedo, no odiaba a la gente del pueblo. Ella solo tomaba con fuerza la mano de su madre y sinceramente les deseaba el bien a todos, por más horribles que fuesen las cosas que les dijeran.

El Dios Rechazado (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora