Capítulo 2

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Salí apresurada de casa, me había quedado dormida por culpa del despertador, se suponía que sonaría cada cinco minutos y no lo hizo. De camino al instituto me acomodé el cuello de la blusa y la falda de manera que quedarán un poco decentes y el director no me reprendiera por no portar correctamente el uniforme. Él debería portar una peluca, pero sigue ignorando eso.

Corrí a mis clases y al entrar busqué con la mirada a Ailian, pero mis ojos fueron directamente a la persona sentada al lado de la ventana.

Lloyd.

Golpeaba perezosamente sus dedos con el pupitre mientras miraba hacía afuera, me le quedé viendo un momento... O quizá unos minutos.

Tal vez él ya no recuerde el día que nos conocimos, pero yo sí. Él tenía 9 y yo 7, había escrito la fecha en un cuaderno muy emocionada por haber hecho mi primer amigo. La diferencia de edad era poca, pero eso no nos impidió ser mejores amigos.

Recuerdo que nos la pasabamos juntos todo el tiempo; durante clases, en nuestros descansos, fiestas e incluso en las cenas familiares entre su familia y la mía, nuestros padres pensaban que estábamos saliendo hasta que él les dijo que no pasaba nada entre nosotros. Su madre se lamentó durante algunos meses, pero eventualmente lo aceptó o eso nos hizo creer a ambos. No sé si es todas las relaciones amistosas de hombre y mujer pasé, pero en la de nosotros sucedió que uno desarrollo sentimientos hacía el otro, supongo que en algún momento tenía que ocurrir, pero era horrible no ser correspondida. Me gustaba él, demasiado.

Salí de mi ensoñación ante el llamado de una voz conocida, era Ailian que movía con energía su mano, saludandome.

Le sonreí levemente, algo me decía que se había dado cuenta de lo anterior y no era para menos, yo era la persona menos disimulada en la tierra. Defectos, le dicen.

Me le acerqué y me senté a su lado.

—¿Otra vez mirando al ardiente de Lloyd? —mis mejillas se calentaron por la mención del pelinegro, aún no me acostumbraba a qué ella supiera sobre mi pequeño amor secreto por él—. Él sabe que está bueno, no es necesario que lo Alavés con los ojos, guapa.

—Y-Yo no...

—Oh, claro que sí lo estabas viendo, aunque lo niegues yo lo sé todito. Tu linda carita de tomate me lo confirma —me sonrió con diversión.

Bufé.


De su mochila sacó una pintura de uñas transparente y comenzó a ponérsela, pero cuando se percató de que la miraba se detuvo.

—¿Qué? La belleza no se consigue grátis.

Solté una cargajada, pero tan pronto lo hice el profesor entró callando a toda el aula.

La clase era aburrida, todas de hecho. Las únicas interesantes eran las de matemáticas y español. Aunque era mala en matemáticas me divertía romperme la cabeza con cuentas, por otro lado, español se me daba muy bien.

—Señorita Ailian, ¿Le parece que estamos en hora de la pedicura?

Voltee a verla, ella ni se inmutó en levantar la mirada y ver al profesor. A veces me preguntaba cómo era que le valía tanto lo que los profesores le decían.

—Profesor, la pedicura es para los pies y lo que estoy haciendo claramente es de las manos, por lo que en teoría sería manicura.

Los estudiantes comenzaron a reír , el profesor se puso colorado, no sé si por vergüenza o de furia.

—Le hice una pregunta, no le pedí la diferencia entre manicura y pedicura.

—Es bueno aprender cosas nuevas.

—No me diga.

—Sí le digo.

Amaba a mi amiga por sus buenas respuestas y por esa personalidad tan directa y a la vez amable.

Dejé de escuchar la "tranquila charla" cuando mis ojos se cruzaron con los de Lloyd, mi corazón comenzó a latir muy rápido cuando me sonrió. Dios, ¿Por qué lo hacía? Ponía loco mi corazón y dejaba mi mente en blanco.

It'll Be Okay, Lloyd ©| ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora