Capítulo 16 🦋

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—¿Te molestaría si fuera el caso, Novak?

—No.

Era todo lo que necesitaba oír.

Aumenté la velocidad hasta superar los 180km por hora y violé varias leyes de tránsito para llegar al hotel de cinco estrellas más cercano. El auto patinó cuando estacioné. La lluvia caía a torrentes mientras bajábamos, Alayna se rió de mi ansiedad. Por primera vez en mucho tiempo me sentía tan vivo. Con ella no necesitaba reprimirme ni fingir que estaba bien. Tampoco me avergonzaba de mostrarme tal y como era.

Me sentía... libre.

Había una joven atenta a la pantalla del ordenador cuando llegamos a la recepción. Los mosaicos azules y blancos brillaban en las paredes de cristal. Alayna tocó el enorme jarrón con flores blancas y examinó el lugar.

—¿Qué puedo hacer por usted, señor?

—Buenas noches —dije, pasando una mano por mi cabello—. Nos alcanzó la lluvia y dormiremos aquí hasta mañana.

Sus ojos se entrecerraron y levantó una ceja curiosa. Algunas gotas de mi ropa salpicaron el suelo. Sin duda detenernos ahí era la mejor opción. La tormenta afuera era tan violenta que un rayo podría partirnos por la mitad.

Deja de buscar excusas, Luca.

—No hay problema —Sonrió cuando vio mi tarjeta Amex negra—. ¿Habitaciones separadas?

Su sonrisa se transformó de pequeña a gigante. Alayna rodó los ojos.

—Usaremos la misma.

—¿Suite presidencial?

—Sí.

Anotó mis datos, después me dijo el número de la habitación y nos entregó una tarjeta electrónica. También explicó que había una lavandería en el hotel que podía hacerse cargo de la ropa mojada. Le di las gracias y avancé al ascensor con Alayna. Toqué el botón que nos llevó al último piso.

Al salir, cruzamos el pasillo hasta la única puerta. La suite en la que íbamos a pasar la noche ocupaba toda la planta. Pasé la tarjeta de acceso y se encendieron unas luces para que pudiéramos entrar. Alayna hizo una pausa.

—No podemos escapar toda la noche —dijo.

Aparté un mechón de su cara y miré sus labios carnosos. Me moría por besarlos durante horas. Nunca me cansaría de probarla. Esta mujer era mi nueva adicción y tomaría todo lo que me ofreciera.

—Regresaremos cuando pare la lluvia.

—Qué buena excusa.

Sí, la mejor.

Empujé la puerta y entramos en el salón. Las gotas de lluvia golpeaban los ventanales de cristales con vistas a la playa. La habitación estaba decorada con lirios que desprendían un aroma celestial. Alayna empezó a quitarse la chaqueta mientras yo iba al minibar.

—¿Trajiste a todas tus conquistas aquí? —preguntó de repente.

Quité el corcho de la botella y llené dos copas con vino tinto.

—No tengo conquistas, tú eres la primera —Me acerqué a ella.

Alzó una ceja.

—¿Realmente pretendes que me crea eso?

Mi sonrisa se extendió aún más hasta convertirse en una risa vibrante.

—¿Celosa, mariposa?

—De ninguna manera, pero eres atractivo y agradable. El dinero es un plus muy grande —sonrió—. ¿Qué chica no querría eso?

Belleza Oscura [En Librerías]Where stories live. Discover now