Capítulo X - Lori Hood y tequila.

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No había hablado con ninguna de mis amigas en días. Parecía que me ignoraban.
No, no parecía. Lo hacían.
Las llamadas teefónicas que les hacía iban directo al buzón de voz y llegué a pensar que su teléfono se había descompuesto hasta que las vi a las dos usándolo en el bar tranquilamente. Cuando les hablaba, simplemente no respondían o decían que estaban ocupadas y eso ya me estaba preocupando.
Sheera era la única con la que podía hablar. 
The Dove era gigante, con todas las paredes pintadas de un chillón verde y una gran paloma azul en la pared de atrás de la barra. El suelo cambiaba de color constantemente y el techo estaba lleno de luces y bolas de espejo. 
Era realmente increíble y por esa misma razón era el bar más conocido de la ciudad. Todos querían asegurarse de tener un lugar y por más que la capacidad del lugar fuera de unas quinientas personas, siempre había aproximadamente unas mil.
Doble trabajo para mi, gente.
Realmente era un infierno, quiero decir, ¿quién en su sano juicio pone a una sola persona en un bar donde mil personas quieren pedir un trago y la mayoría de veces lo repiten? Sólo Calvin.
Maldición.
Sheera apareció a mi lado.
—Hey, nena, ¿necesitas ayuda?—dijo con una encantadora sonrisa. Ella era realmente bonita con su cabello color rosa y negras cejas. Su piel era pálida y parecía de porcelana. Sólo se delineaba los ojos y un poco de brillo labial color nude. Estaba usando un bonito top selvático con una pollera negra con vuelo. Cualquiera babearía por ella.
Incluso yo.
Quiero decir, no soy lesbiana, pero sé apreciar la belleza femenina cuando la veo, vamos.
—No me vendría nada mal.—dije sonriendo.—¿Pero no tienes que estar en tu puesto de DJ?
—Parece que esta noche me reemplazaron.—dijo señalando la cabina con la cabeza.
Ahí se encontraba la encantadora Lori Hood con Coral Adams haciendo un show de luces.
—Siempre hay un lugar aquí. Pienso que no estoy a la altura de este trabajo.—dije dramáticamente poniendo el dorso de mi mano en la frente.
Sheera comenzó a reír con ganas. Tenía una risa que sonaba como a campanillas. Muy bella.
Comenzamos con los pedidos y realmente era mucho más facil cuando tenía ayuda. Al final de la noche, quise compartir mi propina con Sheera, ya que ella había ayudado muchísimo y lo merecía. Ella la rechazó, diciendo que igualmente le pagarían por su puesto de DJ y se fue riendo.
Negando con la cabeza, me acerqué a Lori para hablar con ella cuando la vi coqueteando con un guapo chico. Tenía su mano apoyada en la bragueta del chico y le acariciaba lentamente los labios mientras que el chico la tenía agarrada del trasero.
Sinceramente, quería saber quién era para después poder molestarla con eso toda la vida, pero la diversión se fue en cuanto noté quién era el chico.
Gabe.
Cuando Coral notó mi expresión de ira, se acercó a mi girando como una hada. Eso me hubiese hecho reír si no estuviera tan enojada.
—Julia, Julia, cambia tu cara de celosa que se te ve a kilómetros de distancia.—dijo girando a mi alrededor.
—¿Yo? ¿Celosa? Pff.—dije pero luego me di cuenta de que eso es lo que dicen todos cuando sí están celosos.—simplemente me enoja que Lori no me lo haya dicho.
Coral me miró con los ojos abiertos de par en par y con cara de asombro.
—¿Entonces no estas celosa?—dijo tartamudeando.
—Nop.
Creo que nunca dije una mentira tan grande.
Coral seguía estupefacta así que le di una palmada en la cabeza y la miré. Ella abría y cerraba la boca como un pez y eso me hizo mucha gracia. Negando con la cabeza, volví a la barra. Todavía había algunos rezagados esperando por un trago y yo también necesitaba uno, así que cuando terminé de servir todo, me tomé tres vasos de tequila. Me ardía la garganta, peo estaba acostumbrada. Seguí así hasta llegar al onceabo vaso y ya no veía con claridad aunque realmente todo me importaba muy poco.
Hasta que lo vi.
Sam.
Ahí estaba el desgraciado, acababa de entrar y Jesse lo fulminaba con la mirada.
Sam era bellísimo y ahora mismo no me interesaba todo el daño que me había causado. Me acerqué a él.
—¡Sam, cariño!—grité en su cara mientras que le estampaba un beso en los labios. Él parecía sorprendido, pero no me alejó.—¡Cuánto tiempo sin vernos! ¿Cómo está la familia?
Comencé a reír fuertemente y el me miraba divertido.
—¿En serio? ¿La gran Julia Lovelance, borracha?
Eso hizo que mis carcajadas aumentaran, así que le di una suave palmada en el pecho y me tiré en el piso mientras me sostenía el estómago.
—Acércate, Sam.—le dije. Cuando lo hizo, le susurré en el oído.—Quiero matar a los bebés que llevo dentro. Mi vida estará arruinada a mis veinte años si sigo con ellos aquí.
Frotaba mi estómago cuando Sam se apartó rápidamente y me examinó. Tenía los ojos como platos y estaba temblando. 
De nuevo comencé a reír. Él parecía a punto de echarse a llorar.
—Idiota, hablo de las mariposas.
Sam se relajó visiblemente y me levantó un poco por los hombros.
—No tienes por qué matarlas, Julia, yo aún te amo.—dijo tiernamente.
—¿Y quién dijo que esas madi...madri...mariposas eran por ti?—dije torpemente. El alcohol había adormecido mi lengua.
Él pareció entender a qué me refería así que comence a gritar:—¡Sam cree que estoy enamorada de él! ¡Sam cree que estoy enamorada de él! Lero lero, pero noooooooooo.
Me di cuenta de que había llamado la atención de mucha gente que ya se encontraba a mi alrededor, tratando de calmarme, pero yo los rechazaba con una palmada en el dorso de su mano.
Maldita gente, déjenme ser feliz.
Incluso Lori y Gabe estaban prestando atención ahora, los señalé con el dedo.
—¿No quieren volver a toquetearse? ¡Estoy muy bien aquí!—les dije mientras me recostaba en el suelo y comenzaba a hacer ángeles en el piso de colores.
En otro momento, todo esto me daría verguenza, pero ahora mismo no.
Gabe se acercó a mi y me tomó la barbilla. Comenzó a acercarse a mi y cerré los ojos, esperando mi beso.
Pero nunca llegó.
—Está borracha.—dijo él alejándose de mi.—Y creo que se desmayó.
—No, capullo, estoy bien.—dije mientras abría un ojo y luego el otro.
—Entonces vete. Es hora de dormir.—contestó.
Traté de levantarme del piso pero me costaba muchísimo y mi propio cuerpo me pesaba. Me hice una pequeña bola en el piso, mientras ponía mis manos debajo de mi cabeza.—Creo que dormiré aqui.—murmuré.
Luego de eso, cerré los ojos y todo se volvió negro.

Nota del autor:

¡Mini maratón! Los capítulos no serán muy largos ya que no tengo mucho tiempo pero prometo subir al menos dos mas.
¡Espero que les guste!
<3

Despertar (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora