Capítulo XXVI - Arréglame.

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Un beso en la frente me despertó y sonreí. Jesse estaba a mi lado, totalmente hermoso. Su sonrisa era totalmente sincera, y eso me hizo sonreír. Acarició lentamente mi mejilla.

-Buenos días, preciosa.

-Buenos días a ti también, Jess- contesté dejándole un beso en la mejilla.

Repentinamente, la imagen de Gabe despertando en mi habitación se hizo presente en mi mente y el hecho de que ahora estaba con otro chico. Sinceramente, eso no era algo que me importaba. Jesse se había quedado conmigo como un amigo, no habíamos tenido sexo la noche anterior.

Ni una pelea apenas abrir los ojos.

Me acurruqué en su pecho y él acaricio lentamente mi cabello.

-Sentí algo muy raro al despertar aquí contigo- admitió Jesse con un semblante pensativo.

-¿Ah, si?

-Pues claro. Apenas me desperté, creí que me habían drogado y secuestrado, porque no lograba reconocer el lugar. Luego te vi y toda preocupación se extinguió.

Largué una fuerte risotada e ignoré la voltereta que hizo mi estómago al escuchar su última oración. No lograba entender mis sentimientos en este mismo instante. Jesse era una persona que siempre había estado para mi desde el primer momento que lo conocí. En cambio, Gabe... era difícil. Teníamos más bajos que altos. Debía admitir que él también había estado para mi desde hace un tiempo, pero no de la manera en la que Jesse lo hacía.
Hasta el momento, había soportado las grandes ausencias de Gabe en mi vida, pero no podía soportarlo por parte de Jess. Nunca nos habíamos peleado, y no quería que ese momento llegara.

-¿Piensas preparar el desayuno o nos quedaremos así toda la mañana? - dije con voz ronca.

-¿El invitado no soy yo? Tú deberías estar preparándolo ahora mismo- contestó abrazándome por la espalda -. Es más, yo debería haber despertado con una bandeja llena de comida. No con una chica babeándome el pecho.

-¡Hey! Eso no fue nada caballeroso- exclamé riendo. Jesse comenzó a reírse conmigo y nos levantamos para cambiarnos. Ninguno de los dos se fue de la habitación; simplemente nos dimos vuelta. Admitía que me sentía cómoda con él, y poco me importaba si me miraba. Una parte de mí deseaba que lo hiciera. La otra, estaba totalmente indignada con esa idea.

Al final, salí perdiendo y fui la encargada de hacer el desayuno.

-¿Se supone que estos son huevos revueltos? - dijo Jess haciendo una mueca de asco.

-Oye, eso me dolió- dije poniendo una mano sobre mi corazón-. Ahora te lo comes. Eso te pasa por hacerme cocinar cuando sabes que no sirvo.

Jesse largó una carcajada y se colocó detrás de mí. Pasó sus brazos por el hueco que había entre los míos, abrazándome por la cintura.

-¿Quieres que te ayude? - susurró en mi oído. Todas mis terminaciones nerviosas se activaron y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

-A menos que quieras comer hamburguesas carbonizadas, creo que me vendría bien tu ayuda- respondí con ironía.

-¿Esa es una invitación indirecta a que me quede a almorzar contigo?

-¿Es que acaso no ibas a hacerlo?

-Touché- dijo.

Él cocinó todo solo. Vamos, yo era un desastre en la cocina, pero Jesse tampoco estaba muy lejos de serlo. Se lo veía incómodo en la cocina, pero hizo lo mejor que pudo.

-Están...-comencé a decir.

-¿Asquerosas? -terminó de decir Jesse.

-Iba a decir "comibles", pero ya que lo dices...

Despertar (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora