FIN

3.1K 268 108
                                    

Mientras riego a los dos sus ojos me enfocan con la loca pasión que siente en estos momentos. Me lleva a su cama y saca de su cajón unas cintas con las que me ata a la cama, tras esto me tapa los ojos. No me atrevo a quejarme ni decir nada. Su mirada es demasiado funesta.

-Voy a torturarte, voy a tenerte jadeando y suplicando por horas, seré insaciable. No tendré clemencia, eres mío y te disfrutaré al máximo. -Su voz profunda me gruñe en el oído, yo solo ruego para que no me haga mucho daño y tras esto comienza un castigo que no sé por qué me he ganado.

Sus manos me acarician y me queman, sus labios me besan y degustan, chupan y succionan todo mi cuerpo. Sus dedos acarician y atormentan mis puntos más sensibles. Se pasa como una hora provocando el placer en mi cuerpo. Estoy completamente abierto a él. Me embiste con fuerza y rabia para cuando estoy cerca del orgasmo detenerse por completo y comienza a maltratar mis sensibles pezones con su lengua.

Su mano acaricia y juega con mi polla dejándome a las puertas del éxtasis. En este tiempo él se ha corrido como dos o tres veces. Usa mi boca para aliviarse todas las veces que estaba a punto de llegar al orgasmo y de esta manera castiga  mi cuerpo no dejando que yo me corra. He gritado, suplicado y hasta llorado por la liberación. No me ha mordido, ni agredido de ninguna manera, pero él sigue provocando este placer que duele.

-Por favor, Mario, duele. Me duele. Llevas horas. Perdóname.

-No llevamos horas. No llegamos a la hora. Ni siquiera sabes por qué me pides perdón.

-¡¡¡Fóllame ya!!! después hablamos del daño que te hice. Dame placer.

-Eres muy exigente.

-Entra en mí, no puedo más. Estoy agotado. -Ya vuelvo a llorar mientras me besa de nuevo. Mi lengua se engancha a su boca y gimo contra sus labios mientras mi cuerpo se estremece con sus manos acariciando mi piel tan sensible.

Por fin se compadece de mí y vuelve a llenar mi estrechez para dejarse ir contra mi cuerpo de manera dura y fuerte. Eleva mis piernas y profundiza las embestidas haciendo que me corra en segundos. Yo estoy agotado, pero ese malvado hombre sigue duro y sigue embistiendo hasta que me causa otro orgasmo y por fin me llena de su esencia. Siento como su polla va haciéndose más pequeña en mi interior, hasta que sale de mí. Sigo atado y con la venda puesta cuando noto que se va de la cama.

Me quede medio traspuesto, noto que me está soltando y tras quitarme la venda de los ojos me lleva al baño. Hace que me recueste contra él y me quedo profundamente dormido entre sus brazos.



Me despierto con los besos de Mario, me está acariciando y besando con delicadeza. Noto su miembro duro contra el mío y mientras gimo con satisfacción con las tiernas atenciones que estoy recibiendo abro los ojos para verme acostado de nuevo sobre su cuerpo.

-Buenos días. ¿Dormiste bien?

-Perfectamente, eres mi colchón favorito. -Le sonrió y le doy un beso que alargamos mientras nuestras lenguas se entrelazan, sus manos acarician mi espalda y me abren el culo para acariciarme más profundamente con sus dedos.

Le sonrió y nos miramos a los ojos mientras mi mano va acariciando su piel. Le guiño el ojo y con velocidad gira sobre mí poniendo mi cuerpo bajo el suyo, mis piernas rodean su cuerpo y mientras le beso con ansias siento su enorme amigo dentro de mí dándome satisfacción. En pocas estocadas el orgasmo nos baña y nos deja jadeando, seguimos abrazados y yo le beso feliz de verle como siempre. Sé que después hablaremos, pero al menos mi castigo ya finalizó.


Tenemos hambre, pero no ganas de cocinar, así que pide comida china y mientras la esperamos nos duchamos y recogemos la habitación. Me deja ropa, pero me queda tan grande que finalmente estoy solo con una camiseta que parece un camisón en mi cuerpo. Sus ojos no paran de observarme y sus manos se pierden cada dos por tres debajo de la camiseta, ya que estoy totalmente desnudo.

Mientras almorzamos su pie no para de colarse en los bajos de la camiseta acariciando mi entrepierna y jugando con ella. En un momento dado hice caso a mi lado pervertido y abrí las piernas para él y mientras Mario se daba cuenta de lo que hice, me sonrío con perversión, para empezar a notar como me introducía su dedo gordo del pie en mi agujero. Jadeé con sorpresa y le retiré el pie.

Finalmente dejamos el almuerzo a medias, ya que me arrastró a la cama de nuevo. Fue muy cuidadoso y lento. Sus ojos no se despegaban de mis ojos y me mecía entre sus brazos. Nunca había sido tan delicado, sentía como si estuviera haciendo el amor conmigo. Me acarició, consintió y dio placer con delicadeza. Sus ojos brillaban y su enorme cuerpo me trataba como si fuera la joya más preciada. Cuando ya estuvimos satisfechos nos abrazamos.


Me tenía entre sus brazos y me besaba con dulzura, sus manos me acarician con ternura y me mira con intensidad.

-Mario. Puedes decirme ¿qué te pasa?

-Me pasas tú.

-No sé a qué te refieres. ¿Por qué el castigo de anoche, qué mal te hice?

-Me hiciste daño.

Mis ojos se abrieron con sorpresa. Me salí de su abrazo para a su vez tirarme sobre su cuerpo para besarle y abrazarle yo.

- ¿Cómo hice eso? Es imposible.

-Les contaste a tus compañeros lo que te hizo llorar la semana pasada. A mí no me has contado nada. Pensé que había algo especial entre nosotros.

Me quede mirando su cara triste y angustiada con sorpresa. Lo único que podía hacer era ser totalmente sincero con él. No me gusta verle así. Me gusta el hombre seguro de sí mismo, orgulloso, egocéntrico, irónico y que se ríe y burla de mí con bromas que me hacen reír.

Le insto a que se siente y me coloco entre sus piernas muy cerca, mirando sus ojos con intensidad. Le acaricio la cara con tristeza y le beso levemente los labios.

-No es así Mario. Yo no les conté lo que me hizo llorar la semana pasada. Solo les dije que Marga y yo lo dejamos.

-Es lo mismo.

-No, yo no llore porque me dejó. En verdad me alegré por ella, me deja por un hombre del que está enamorado y que él la ama. Lo que me hizo llorar fue que cuando ella me dijo lo de romper no me sentí nada triste. Llevamos dos años juntos y lo que sentí fue alivio. Lloré porque pensaba que era un bastardo sin corazón que no sabe lo que es el amor.

-Eso no es así. Tú tienes corazón, eres una muy buena persona y...

Le hice callar con mis labios para apartarme de nuevo y decirle con suavidad mientras nuestros ojos seguían clavados en los del otro.

-Sé que no es así, no es que no tuviera corazón, es que te lo había dado a ti.

-Joder, yo también estoy locamente enamorado de ti. Te amo.

-También te amo.

-Desde ahora eres mi novio. No voy a permitir que vayas a beber alcohol sin mí.

-Lo mismo te digo.

Nos reíamos mientras nuestras manos buscaban el cuerpo del otro para demostrarnos lo mucho que nos amamos.

-Muero de ganas de hacer el amor con mi novio, Diego.

-Lo mismo digo Mario. -Y le guiñé un ojo.


FIN


****************************************************


Espero les haya gustado esta pequeña historia. Ya saben pueden comentar lo que quieran.


Gracias por leer



Solo por el alcoholDonde viven las historias. Descúbrelo ahora