El joven no se lo toma a mal, sino que deja escapar otra risa y se encoge de hombros. No parece demasiado afectado por la acusación, algo que Beca no sabe si es bueno o malo. Decide dejarlo pasar en favor de acabarse su cupcake.

- Mira, ¿mi opinión personal? – sugiere Jesse inclinándose sobre la mesa –. Yo volvería a intentarlo, y si Chloe ve que estás peleando por ello se dará cuenta de que has cambiado de actitud y estará dispuesta a escucharte.

Beca ladea la cabeza mientras medita sobre lo dicho. Admite para sí misma que Jesse tiene razón, aunque nunca lo dice en voz alta para no inflar más el orgullo del joven.

Es probable que su reticencia hacia el reloj la predisponga a rendirse con demasiada facilidad, no tiene ganas de tener que pasar por todo este proceso por lo que se toma cualquier mínimo inconveniente como una salida.

- Al fin y al cabo – continua Jesse tras dar un ruidoso sorbo a los restos de su café helado –, Chloe es tu alma gemela. Su reloj también está en cero, no le compensa...

Lo que fuera que Jesse estaba a punto de decir nunca llega a salir de su boca, pues su mirada se desvía de Beca a un punto indefinido por encima de su hombro y se queda callado. La DJ siente su sangre helarse en sus venas al pensar que es Chloe la que está detrás de ella, habiendo escuchado toda su conversación.

Sin embargo, cuando se gira en la silla para ver quién es esa persona a su espalda, descubre que es incluso peor que si hubiera sido Chloe.

Su padre esboza una mueca de disculpa por haberles interrumpido y parece estar sumamente incómodo, pero a la vez decidido a no marcharse. La morena se pone rígida en su asiento, su espalda tan recta que parece que lleve un corsé, y su rostro se endurece.

- Perdonad, no pretendía meterme donde no me llaman, pero... – empieza a decir el Dr. Mitchell.

- ¿Entonces qué haces aquí? – le corta Beca de forma fría y abrupta.

Su padre no parece sorprendido por su reacción a su presencia. Mueve una mano en un gesto explicativo que se ve obstruido por el vaso de cartón lleno de café que parece haber olvidado que lleva en esa mano.

- Me gustaría hablar un momento contigo, si es posible – pide en tono suave y conciliador.

Jesse nunca ha sido especialmente bueno a la hora de captar cuándo no es bien recibido en un lugar, pero parece escoger este preciso momento para empezar a practicar su sensibilidad. Se levanta de un brinco de su silla, vaso vacío en mano, y se cuelga la mochila del hombro.

- Yo me tengo que ir a clase, así que por mí no os preocupéis – se excusa, haciendo caso omiso a la mirada de súplica de Beca.

Se despide agitando una mano y se marcha de forma tan precipitada que casi se lleva a una chica por delante. Beca contiene las ganas de poner los ojos en blanco y se gira hacia su padre, quien ha ocupado el asiento vacío dejado por Jesse.

- ¿Nunca te han dicho que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación? – espeta la morena, ceño fruncido y brazos cruzados.

- No lo he hecho adrede – le asegura el Dr. Mitchell con expresión de disculpa –. Solo venía a ver si podíamos hablar sobre lo que pasó el otro día y tu amigo justo ha mencionado que...

- No pienso disculparme por el otro día – le interrumpe Beca antes de que llegue al tema que está deseando evitar con todas sus fuerzas.

Su padre suspira y niega con la cabeza, haciendo girar su café caliente con empujones nerviosos de sus dedos.

- No te lo iba a pedir, el que quiere disculparse soy yo – dice, y aunque Beca mantiene su frialdad y desconfianza, le da la impresión de que el arrepentimiento de su padre es sincero –. Me pasé de la raya, no debería haber dicho... – se censura a sí mismo y busca con sus atormentados ojos marrones la mirada de su hija –. No lo decía en serio.

00:00:00Where stories live. Discover now