V

11.8K 645 90
                                    

— Me iré — escondí mi rostro con el cartel que estaba puesto sobre la mesa
— No seas ridícula Carter — se quejó — Ve y habla con él, no pierdes nada.
— No, no ahora.
— ¿Entonces cuando? — alzó una ceja, yo fruncí mi labio sin saber que responderle — No siempre te lo toparás Carter, tienes que hacerlo ahora.
— Lo siento, pero no lo haré ahora.

Me levanté de la silla dispuesta a irme del local. No puedo quedarme ahí, su presencia me ponía nerviosa, y sobre todo culpable.

Llegué a mi casa, el auto de Liam seguía sin estar ahí, todavía aún no ha regresado. Cansada regresé a mi cama y me quedé acostada por un buen rato, no tenía ganas de nada, me sentía agotada, cansada de todo.

Me desperté de un largo sueño, miré el reloj que estaba en la mesilla de noche, marcaba las 8 p.m. y él seguía sin regresar.

A veces me pregunto si él ha de estar pensando tan siquiera un poco en mí, es decir, ninguna llamada, ni un aviso, nada de parte de él diciéndome tan siquiera una mentirilla de estar por ahí ocupado y no poder regresar, pero no lo hacía. Él seguía disfrutando con su amante sin siquiera estar preocupándose por mí.

Lo odio, pero lo amo.

Me levanté perezosamente de mi cama, me di una rápida ducha y me vestí con unos sencillos jeans y una blusa negra sin mangas, junto unas sandalias del mismo color, pinté mis pestañas con rímel y até mi cabello en una alta coleta despeinada.

Después de todo me di por vencida y salí de mi casa a dar una vuelta. Al menos tenía que distraerme con algo y no estar ahí de encerrada lamentándome de todo lo malo que me ha estado pasando.

Saqué mi celular del bolsillo trasero de mi pantalón y lo miré detalladamente por unos segundos, ¿debo de llamarlo? Me hacía mentalmente esa pregunta. Estaba a punto de hacerlo, pero no quería arriesgarme. Estaba 99 % segura que él no contestaría mis llamadas.

Solté un sollozo mientras seguía caminando. Era imposible no pensar en él.

— ¿Por qué, Liam? — me detuve a mirar al cielo — ¿Por qué?
— Todo pasa por una razón, ¿no es así? — una ronca voz sonó a mis espaldas, sentí un gran escalofrió al verlo ahí parado tras de mí.
— ¿Harry, qué haces aquí? — murmuré aún sorprendida por verlo ahí parado sin ninguna expresión en su rostro, su mirada me intimidaba.
— Pasaba casualmente por aquí y te escuché hablar sola — mis mejillas ardieron por la vergüenza — ¿Todo bien?

¿Cómo él podía hablarme de esa manera? Pretendiendo como si no hubiera pasado nada entre nosotros, como si nada de eso hubiera pasado. Sin duda aquel rizado era muy extraño.

— Sí, supongo — me encogí de hombros, él me sonrió sin gracia — ¿Qué sabes?

Sus palabras me tenían duda, 'todo pasa por una razón', ¿A qué se refiere? ¿Qué sabe?  

— No sé nada realmente. Sé que estás pasando por un problema, se nota a kilómetros, y por eso te lo digo, todo pasa por una razón, todo tiene un porqué.

Me quedé callada, no sabía que responderle, y al parecer lo notó.

 — ¿Te apetece hablar?

Abrí mis labios con asombro, ¿debía aceptarlo? Seguía siendo un extraño. Pero había algo en él que me transpiraba confianza, así que asentí con una leve sonrisa.

— Ven, conozco un lugar — extendió su mano hacia mí, lo cual yo acepté con seguridad, pero en mi mente decía lo contrario.

Me subí a su auto, él condujo a un lugar desconocido para mí, hasta que logré reconocer tiempo después, era su casa. Bajé tímidamente de su auto, este lugar me ponía nerviosa. ¿No querrá repetir esa historia de nuevo, cierto? No, no lo creo.

Entramos a su casa, estaba vez si podía verla con claridad, la otra vez estaba tan sumergida en el placer que no me di cuenta de ni cómo llegamos a su habitación. Sin embargo, su casa era muy hermosa y grande para vivir solo, se notaba que era un hombre de dinero con tan sólo ver su auto del año.

— Hablemos — indicó cuando llegamos a su sala, él se sentó en el sofá y palmeó dos veces dándome entender que me sentara a su lado, así que obedecí.
— No es por nada Harry, pero, ¿realmente quieres escucharme? — pregunté dudosa
— Definitivamente, quiero saber lo que te pasa, Carter.
— Bien — tragué saliva con nerviosismo, su mirada fija en mí me ponía inquieta — Supongo que quieres saber de Liam, ¿no es así?
— Todo — dijo directo, lo cual me sorprendió.
— De acuerdo...— respiré hondo, estos temas me ponían sensibles — Liam es mi esposo, llevo casada con él 2 años, fuimos novios por 6 años, mucho tiempo, lo sé. Hace casi un mes descubrí que él me engañaba, ya sabes, su actitud lo delataba todo. Semanas atrás lo oí conversar con su amante a escondidas, y en todo este tiempo he pretendido no saberlo.
— ¿Y por qué te quedas callada?
— No sé, siento aquella necesidad de hacerlo porque a pesar de eso lo amo.

Todo estuvo en silencio, lo cual mis nervios prácticamente aumentaron.

— ¿Sabes que lo que estás haciendo es completamente estúpido? — dijo con aquella ronca voz que erizó mi piel — ¿Lo sabes, no?
— Lo sé, pero no puedes culparme — solté a punto de sacar lágrimas — Cualquier mujer enamorada, y casada... estaría haciendo lo mismo que yo.
— ¿Tienes hijos? — dijo, y yo abrí mis ojos por su pregunta.
— Hemm... no — mordí mi labio, lo que dije pareció aliviarlo — Decidimos tenerlos después de un año de casados, pero ya sabes lo que está pasando, siento que él ya no me ama...
— ¿Aún piensas eso? Es obvio que ya no lo hace — fruncí mi ceño — Si te amara nada de esto estuviera pasando.
— Puede... que sea sólo una aventura con aquella mujer.
— Me estoy dando cuenta de lo sumisa que estás siendo — espetó, y yo lo miré ofendida — Y no trates de negarlo Carter, sigues rogando de rodillas por él.
— Harry, basta — me acomodé incomoda del lugar — No sabes lo que dices.

Él no dijo nada, lo miré por un instante y él se acercó lentamente a mí sin decir palabra alguna.

— ¿Qué haces?

Sentí sus labios presionándose con los míos, nuestros labios danzaban lentamente a su ritmo, que era suave y excitante. Sus carnosos labios sabían exquisitos, una mezcla de menta y vino, simplemente deliciosos y adictivos.

El sonido de nuestros labios chocándose resonaban por toda su casa, eso lo podía apostar. Pero aquí va de nuevo aquel sentimiento, no podía. Liam aparecía de nuevo en mi mente, y eso me detenía a acabar con el beso.

— No — me separé de su cercanía — L-lo siento.
— Carter...
— Llévame a casa, por favor — rogué sin mirarlo, lo que acababa de suceder no debió de pasar.

Pero la manera en la que sus labios se movían junto a los míos, la manera en la que sus manos acariciaban mis caderas con lentitud, su calor, la excitación que me provocaba, no podía dejarlo ir.

— De acue...
— Olvídalo — respondí agresivamente, mientras mis labios buscan los suyos con desesperación.

Sus grandes manos se posaron en mi espalda mientras que me acercaba más a él. El beso se profundizó, y de repente sentí su lengua fundirse en mi cavidad bucal, otra forma en la que me hacía perder la cabeza.


Fearless | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora