Capítulo 14 🦋

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Una vez que estuviera en su cama no querría salir de ahí.

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Luca

Había pasado un tiempo desde la última vez que fui al prostíbulo y me preocupaba las condiciones en qué se encontraban las chicas. Conocía el nombre de cada una, pero ellas me odiaban. Solo era cercano a Yvette, una niña de ocho años que siempre me recibía con alegría y me contaba qué caricaturas veía en la televisión. Fue secuestrada en Milán y era tan inocente que me rompía el corazón. Pensé qué mentira le diría esta vez para calmarla y no asustarla. Ella echaba de menos a su madre.

El prostíbulo no era el lugar más seguro, pero no me quedaba otra. Además, contaba con la ayuda de Berenice. Ella protegía con su vida a las niñas y se aseguraba de que no les faltara nada. Las manteníamos ocultas en un sótano del prostíbulo con todas las comodidades. Mi padre era tan perezoso que nunca había venido a registrar como iba el negocio. Pensaba que estaba bajo control. Esperaba que siguiera así.

Miré un segundo a Alayna. No era alguien que se quedaba callada por mucho tiempo. No hizo ningún comentario sarcástico y su humor negro había desaparecido.

—Vale la pena todo lo que estamos arriesgando —afirmé, rompiendo el silencio —. La mayoría son niñas que merecen recuperar las vidas que perdieron.

—Por supuesto que lo vale —respondió—. ¿Investigaste de dónde vienen?

Mantuve mis ojos en la carretera frente a nosotros, nervioso por lo que venía.

—Leí de cada una. Mi padre conserva datos de sus familias para amenazarlas o usarlas en su contra —exhalé—. Si alguna de ellas escapa él no dudará en matarlos.

Mis nudillos se blanquearon alrededor del volante mientras conduje.

—Hijo de puta repulsivo—Miró por la ventana

—Pensé en la posibilidad de enviarlas a sus casas, pero mi padre tiene comprada la justicia de Palermo —Rechiné los dientes—. También controla el aeropuerto y otros medios que impiden cualquier intento de escape.

—Entiendo. ¿Entablaste algún tipo de amistad con ellas?

Me tensé y pensé en la niña rubia inocente de ojos azules. Yvette era como mi hermana. Ella dormía con su oso de felpa rosa y soñaba con ver de nuevo a sus padres y hermanos. Me contó que vivía en una casa grande y tenía un jardín. Estaba preocupada de que los girasoles se marchitaran en su ausencia.

—Lo supuse —dijo Alayna cuando no respondí—. Si nada sale como lo planeaste, tendrás el corazón hecho trizas. Es lo que sucede cuando te permites tener debilidades y tú posees muchas. ¿Quieres que las enumere?

—Estoy metido en esto hasta el cuello, no hay vuelta atrás.

—No puedo asegurarte que todo saldrá bien, pero si mueres sabrás que lo intentaste.

Me dolía el pecho.

—Gracias por el consuelo.

—Siento sonar muy dura, pero es la realidad. Tenemos que pensar en todas las posibilidades. Buenas y malas.

Por supuesto que pensaba en cada maldita posibilidad. La mayoría de mis pesadillas me mostraban a mi padre descubriendo y matando a las chicas frente a mis ojos. Me estremecí ante el pensamiento y . No quería considerar la parte mala. Esto tenía que salir bien sí o sí. Me negaba a aceptar otra cosa.

—Muchas de ellas me ven como su enemigo, pero no lo tomo personal. Me sentiría igual si estuviera en la misma situación.

—Eres demasiado noble.

Belleza Oscura [En Librerías]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt