- Os lo agradezco Beorn. Te lo compensaré.

- Oh no, faltaría más. No necesito que me deis nada a cambio. Haber tenido la oportunidad de ver y ayudar a la Princesa de Plata me es suficiente.

Arien escuchó como algunos enanos empezaban a despertarse. Se terminó la jarra y se puso en pie.

- Gracias otra vez Beorn. Los enanos empiezan a despertar.- le informó- Espero que los trates con amabilidad- el cambiapieles gruño rodando los ojos- Estaré con Shanga visitando vuestro jardín.

Como si hubiese estado esperando a ser nombrado el tigre apareció a su lado restregando su cabeza en las espalda de la elfa

- No serán tan bonitos como los jardines de vuestra tierra pero espero que sean de vuestro agrado

- Estoy segura de que así será. Decidle a Mithrandir que los espero a la entrada del bosque.

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Arien llevaba horas mirando hacia la entrada del Bosque Negro. Una sensación extraña crecía en ella cuanto más miraba hacía esos árboles. Una oscuridad habitaba en ese bosque desde hacía unos cuantos años haciendo que enfermara. La ultima vez que estuvo allí era un sitio hermoso y tranquilo, como cualquier otro reino elfo. Pero el Bosque Negro ya no era el de antes.

Los cascos de los caballos acercándose la avisaron de la llegada de la compañía. Pero ella no se movió; se mantuvo en el sitio y cerró los ojos. Una presión en su pecho había comenzado a crecer.

- Has madrugado, Arien – la voz de Gandalf llegó a sus oídos.

- Shanga ha inspeccionado la zona. No hay orcos cerca.

Gandalf se puso a la par. La elfa miró hacia la formación rocosa en la colina del valle para encontrar a Beorn en su forma de oso observando sus movimientos.

- La puerta élfica...- dijo el mago mirando al estructura sobre sus cabezas

- Mithrandir, tengo una sensación extraña sobre este bosque... no me gusta nada.- dijo terminando la frase en un susurro.

- Entiendo tu preocupación, Arien; pero no hay otro camino.

El mago comenzó a andar hacia los enanos pero la elfa posó una mano en su hombro obligándolo a parar.

- Anoche Bilbo estuvo largo rato mirando el anillo. ¿Estas seguro de que no hay que preocuparse?

- De momento no encuentro razón para hacerlo- Gandalf parecía no darle importancia y no dudó en reconducir la conversación - He aquí el camino que cruza el reino de los elfos- dijo dirigiéndose a la compañía y dejando a Arien con una sensación de incertidumbre- ¡Soltad los poneys, que vuelvan con su dueño!

- Este bosque está... enfermo – dijo Bilbo acercándose a la elfa y al mago- Es como si una enfermedad lo asolara

- Antaño fue un bonito bosque – Arien se acercó a uno de los arboles y posó su mano en el tronco sintiendo su escasa energía- Estaba lleno de vida y color...

- ¿No hay otro camino?- preguntó el hobbit

- Si nos desviamos doscientas millas al norte, o quizá el doble al sur – Gandalf se adentró unos metros al bosque

- ¿Tu que opinas? - le dijo Bilbo a Arien mientras observaban al mago.

- No estoy a gusto con la idea de atravesar este bosque, pero no suelo cuestionar mucho decisiones de Mithrandir. – compuso la mejor de sus sonrisas para dedicársela a Bilbo -Venga, te ayudo a quitarle la silla al poney.

The Things We Lost In The FireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora