Capítulo 10

1.9K 213 41
                                    

—¡Soy inocente! ¡Fue su culpa, no mía!. —grito.

—¡Que cínica! Si fuiste tu la que salió corriendo.

—¡Pero tu te tenías que quedar allí para solucionar el problema! ¡Todo es tu culpa!.

—¿¡Mía!? ¡Eres una...

—¡YA CÁLLENSE ENGENDROS MALDITOS! ¡POR SU MALDITA CULPA PERDÍ LA PARTIDA!

¿De qué partida está hablando?

—¿Partida?. —se atreve a preguntar Chase.

—Mi juego, ¿duh?. —dice y levanta su celular.

«Juega Free»

Ya me di cuenta...

—Señorito policía... ¿Le interesa si jugamos una partida?. —pregunto.

—¿Juegas?

—Una vez mate a 5 e hize un ¡booyah!. —exclame emocionada.

—¿Y por eso te emocionas?. —interviene Chase.

—Pues sí. Ese es mi récord. —le digo casi gruñendole.

—¿Tu récord?. —dice y se burla.

—Pues eso dije. ¿Acaso estás sordo?. —le digo. —Volviendo al tema... Policía, ¿Una partida?

***

—¡Noooooooooooo!¡Es la segunda vez que muero rápido!

O.o

Generalmente me rio en este tipo de situaciones pero Chase es tan malo jugando que solo me da pena. En fin, a seguir matando/jugando.

—¡Emma Petronila Willson! ¿¡Por qué has salido de casa y qué haces en prisión!?

Ahora si me mataron.

—Holi papi. Mami. —digo y pongo mi mejor mirada de un cachorrito de la calle que está hambriento para que sientan lastima de mi.

¿Pues a quién no le da pena esos hermosos perritos? Pensando en eso, quiero un perrito. Le pediré a mis padres... Pero luego que se olviden de esto obviamente.

—¿Te llamas Petronila?. —susurra Chase.

—Callate. —le digo susurrando y me dirijo a mis padres que tienen la cara tan rojita por el enojo... O por eso espero que sea, y no por una enfermedad.

Volviendo al tema.

Tengo hambre.

«Tu padre está acuchillado a Chase»

¿¡Qué rayos!?

«¡Lo está acuchillando con la mirada

—Pa... Aquí hace mucho frío, mejor sacam...

—¡Bastardo!¡Por tu culpa mi hija está encerrada aquí! . —me interrumpe gritando. —Oficial saquelo de ahí para que le saque los ojos con una cuchara de plástico, ¡Sí, de plástico! ¡Por ti no gastaría en una chuchara de metal, engendro del demonio!

Creo que ya sé de quién saqué mi instinto asesino de quitarle los ojos a la gente.

—Señor, tranquilidad. —dice el oficial y se acerca a abrir la reja.

Nadie se puede enterar ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora