~ Los miembros de la corte ~

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Todos sentados escucharon atentamente las razones del porque había elegido a cada uno como parte de su corte.

Diana notó cómo hablaba de Meliodas y dedujo en seguida que había algo entre ellos. Pero ella era su mejor amiga y confidente y la apoyaría en todo.

Cuando la reunión de Elizabeth terminó Diana pidió hablar a solas con ella, así que se dirigieron hacia un kiosco que tenía en su patio trasero para tomar té y galletas.

-Bueno ahora que estamos solas Elizabeth, dime o más bien confiesa. ¿Que te traes con Meliodas tu guardia?-

Elizabeth casi escupe su té de la sorpresa al oír la pregunta de su gran amiga.

Su sonrojo fue muy notable y aunque sabía que podía confiar en ella prefería guardarse la noche que pasó con el.

-Bueno, creo que me gusta o algo asi.-

Respondió nerviosa.

-Por favor Elizabeth a mi no me engañas sé que lo amas se nota en la mirada que pones al verlo.-

Contestó muy segura la castaña.

Elizabeth suspiró resignada, ella tenía razón, no podía engañarla.

-Si Diana está bien, lo amo, pero por favor no debes mencionarlo, apenas es mi primer día como reina y tengo mucho por hacer.-

Pidió suplicando mientras le tomaba las manos a su castaña amiga.

Diana sonrió, a veces de verdad olvidaba que Elizabeth era tan insegura de muchas cosas, pero también sabía que era valiente y decidida.

-Tranquila amiga, no diré nada, y por supuesto que tienes mucho por hacer, serás una gran reina te lo aseguro.-

Elizabeth y ella se abrazaron cariñosamente, para después alejarse un poco para seguir tomando té y galletas.

Al caer la tarde Elizabeth tenía que hablar con cada miembro de su corte para hacerles saber en qué consistiría su trabajo.

Así que después de su almuerzo, todos nuevamente se reunieron.

Escucharon atentos lo que Elizabeth esperaba de cada uno.

Cada miembro apoyo la decisión de la actual reina y continuaron leyeron algunos papeles que deberían firmar de confidencialidad.

La noche comenzaba a caer, los miembros cenaron con la reina y continuaron hablando.

Al término de la cena cada quien se retiró al igual que Elizabeth, quien se dirigió a su habitación cansada.

Ese día había sido muy ocupado para ella, tanto que no tuvo oportunidad de hablar a solas con Meliodas, lo vio todo el día con ella en aquella sala de juntas, y en el comedor, sabía que quizá eso le traiga disgustos a algún personal del palacio, pero ella ahí estaria para defenderlo, a fin que era la reina y su palabra era ley.




Al día siguiente la prensa ya rumoraba en su portada del día sobre las personas que la reina eligió como parte de su corte, incluso decían que sus primos Louis y Elena formarían parte de su corte.

Elizabeth leía aquella nota sentada en la orilla de su cama mientras tomaba café, sabía que sus primos no tardarían en llegar al palacio a presentarse como miembros.

Tomó el primer vestido de su armario que vio, era de color celeste, igual que sus ojos, tenía un corte de corazón en la parte superior, lo que hacía que sus pechos se vieran más grandes de lo normal, el faldón largo y frondoso tenía de adorno encima una tela brillosa plateada, Elizabeth se colocó sus guantes plateados de la misma tela que su vestido.

Sus aretes y collar plateados encajaba perfecto con el vestido, sus zapatos de tacón un poco altos.

Amarró esta vez su cabello en una coleta alta dejando caer un mechón grande que cubría parte de su ojo izquierdo.

Dejo la nota de la prensa en la mesa y bajo segura de sí misma al gran salón, donde ya la esperaban parte de su corte.

Su abuela, su prima Katerine, James y su guardia inseparable Meliodas.

-Ellos deben venir en cualquier segundo.-

Mencionó la rubia.

Elizabeth solo asintió con la cabeza.

-Tranquila Elizabeth sabes que te apoyamos.-

Mencionó ahora su primo James.

Elizabeth sonrió tranquila.

Su abuela junto a ella le sonrió también.

Meliodas se mantenía firme y serio un poco distante de ella.

El padre de Elizabeth llegó junto a ellos, solo faltaba Diana pero sabía que llegaría en cualquier momento.

Diana por fin llegó, todos se posicionaron junto a Elizabeth y ahora su corte estaba completa ya.

Ni siquiera había desayunado y ya tenía que enfrentar su primer problema como reina.

Las grande puertas se abrieron a la par dejando ver la silueta de tres personas conocidas para todos.


Encabezando estaba Louis, seguido de Harry y de último Elena.

Los tres vieron extrañados que aquellas seis personas estuvieran junto a Elizabeth, como esperándolos.

-No me digas que hiciste una bienvenida para nosotros prima querida.-

El primero en hablar con su típica arrogancia de siempre era Louis.

Elizabeth no contestó y se mantuvo de pie firme.

-Suponemos que seremos miembros de tu corte personal prima.-

Ahora hablaba Harry, quien se sentía más arrogante aún

Elizabeth siguió sin responder.


-Bueno, aquí estamos, por favor puedes hablar a la prensa, estamos listos para ser entrevistados.-

Ahora Elena desbordaba vanidad y una soberbia grandísima.

Elizabeth sonrió y dio un paso frente a ellos tres.


-En primera, buenos días, en segunda ustedes tres no son ni serán parte de mi corte, mi corte fue elegida ayer y la conforman esas 6 personas que están detrás de mí, y por supuesto que hablaré a la prensa, pero después de que ustedes tres se hayan ido.-

Las palabras justas para hacer que su ego cayera abajo.

Los tres mostraron un evidente enojo, molestia, coraje, humillación.

Elizabeth estaba dejando muy claro que no confiaría en ellos para nada y eso les molestaba profundamente, sobretodo al ver que una mujer que no es miembro de su familia era parte de su corte, pero lo que más les ardía, era ver a un simple guardia real ahí de pie.

Elena quiso saltar sobre ella para jalarle los cabellos y arrastrarla. Sino fuera porque Harry la detuvo ella lo haría sin dudar.

Elizabeth no se inmutó ni se movió ni un segundo, se mantuvo firme y segura.

Los tres se dieron vuelta susurrando mil y un cosas en contra de la reina.

Elizabeth sintió que eso era una declaración de guerra. Sus primos no la iban a dejar vivir tranquilamente.

~ Leal a ti ~Where stories live. Discover now