Cuando llegó hasta Aslan caminó un poco más, no sin antes detenerse a mirar a Edmund.

Jadis: Hay un traidor en tus tropas, Aslan.

Aslan: Su ofensa no te ha hecho ningún daño.

Jadis: ¿Olvidaste las leyes sobre las cuales Narnia se forjó?

Aslan soltó un potente rugido que asustó a más de uno.

Aslan: No recites la gran magia ante mi, Bruja. Estuve ahí cuando fue escrita. 

Jadis: Entonces sabes ya que todo traidor por ley es mío. Su sangre es de mi propiedad.

Parece que Peter me leyó la mente, por ambos desenvainamos nuestras espadas y apuntamos a Jadis. colocándonos frente a los chicos.

Peter: Intenta llevártelo.

Jadis: ¿Y crees que lograrías por la fuerza negarme mi derecho, niño rey?

Ambos bajamos nuestras espadas.

Jadis: Aslan sabe que si no recibo la sangre que la ley demanda, toda Narnia va a ser devastada y perecerá en fuego y agua. Ese muchacho -dijo señalando a Ed- morirá en la Mesa de Piedra. Así lo dicta la tradición.

Me puse frente a Ed y apunte con mi espada a Jadis.

Astrid: No te atrevas a amenazarlo, Bruja.

Jadis solo me sonrió y luego miró a Aslan.

Jadis: Es cierto y lo sabes bien.

Aslan: Suficiente. Lo discutiré contigo a solas.

Aslan entró a su carpa seguido de la Bruja Blanca.


(...)

Su charla duró unos minutos que a mi se me hicieron eternos.

Cuando por fin salieron, nos pusimos de pie y miramos a la Bruja que parecía molesta.

Aslan: Ha renunciado al sacrificio del Hijo de Adán para siempre.

Todos en el campamento gritamos y nos alegramos.

Jadis: ¿Cómo se que tu pregunta será cumplida?

Aslan soltó un rugido, que la dejó callada. Todos explotamos en risas mientras Jadis se iba.

La gente se acercaba a Ed para felicitarlo. Salí un momento del círculo que se había formado a su alrededor y vi a Aslan. Tenía la cabeza gacha y se veía triste.


(...)

Era ya de noche y todos dormían en sus respectivas carpas, excepto yo, que llevaba horas dando vueltas en mi cama.

Me levanté de mi cama y vi la sombra de un león que pasaba junto a mi carpa. Aslan.

Astrid: Susan, Lucy. Despierten.

Despertaron y, sin decir nada, tomé mi arco y espada y salió de la carpa. Lucy y Susan me siguieron.

Vimos a Aslan adentrarse en el bosque y no dudamos en seguirlo. Íbamos ocultándonos entre los árboles para evitar que Aslan nos viera. 

En un punto del recorrido, Aslan se detuvo.

Aslan: ¿No deberían estar dormidas?

Astrid: No podíamos dormir.

Lucy: Perdón Aslan.

Susan: ¿No dejas acompañarte?

Aslan: Su compañía me vendría bien por un rato. Gracias.

Caminamos a su lado durante un par de minutos en completo silencio, hasta que él habló.

Aslan: Ya es tiempo, a partir de aquí debo continuar solo.

Susan: Pero, Aslan...

Aslan: Tienen que confiar en mi. Porque debo hacer esto. Gracias Susan. Gracias Astrid. Gracias Lucy. Hasta siempre.

Y se alejó de nosotras.




















































Una Nueva Aventura (Peter & Astrid) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora